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•Tyler•

Aunque Brendon parecía el mismo chico de siempre, había algo en su cabeza que no lo dejaba en paz.

«Apuesto a que tiene que ver con su familia»

Parecía ausente a ratos. Tan pronto su mirada se perdía en la nada, su alegre sonrisa se esfumaba.

Sentía pena por él. Me recordaba a mi yo de hace algunos meses. Cuando llegué a la ciudad también estaba devastado.  La sensación de estar solo era horrible.

«¿Me pregunto qué lo habrá orillado a distanciarse de ellos?»

Claro que, en mi caso, mis padres me ordenaron alejarme de casa, no había sido mi decisión el abandonar a las personas que amo.

«¿Habrá pasado lo mismo con él?»

Estaba sorprendido de mi amigo. A pesar de todo lo que pudiera estar rondando por su cabeza, trataba de mantener una buena actitud frente a mí.

Notaba como sonreía de vez en cuando, tratando de convencerse a si mismo de que todo estaba bien. Desearía que así fuera para él.

Mientras caminabamos hacia mi casa, Brendon iba bromeando respecto a mi relación con Josh. Aunque ya me tenía un poco harto con el tema, decidí no decirle nada al respecto. No quería hacerlo sentir peor.

—Siempre supe que traías algo entre manos, Josefina. Pero jamás pensé que fuera la berenjena del señor Dun.— susurró entrando al edificio detrás de mí, para después morderse el labio inferior.— Que suerte la tuya.

—¿Podemos hablar de otra cosa, Bee?— pregunté tratando de parecer amable.— ¿Qué pasó con el chico de aquel día? ¿Volverás a verlo?

—Eso espero...— suspiró pensativo.—Lo malo de salir con alguien que estudia medicina es que no sales. Nunca tienen tiempo.—Hizo una pausa al darse cuenta que estaba dentro del elevador.— Espera... ¿Tienen elevador en tu edificio? Dónde yo vivo con suerte hay escalones. Todo se está callendo a pedazos.— bromeó mirando por todos lados. Estaba sorprendido.

Al llegar al cuarto piso, salimos para caminar hacia mi departamento, el cual estaba hasta el fondo del pasillo. Brendon abrió demasiado grande los ojos cuando entró al lugar.

—¿Te gusta?— no entendía su emoción. Es decir, era un simple departamento.

—Tu sala es preciosa y... Y tienes una cocina con una barra y más cuartos. Tienes muchas cosas geniales, Josefina... ¿Cuánto te paga el señor Dun por empujarte las tripas?— preguntó mientras caminaba por todo el lugar.

—No me paga por eso, idiota.— entrecerré los ojos.— Este departamento es la forma que mi padre tiene para no sentirse culpable.

—¿Tu padre? ¿Sentirse culpable? ¿A qué te refieres?— cuestionó intrigado, mientras tomaba asiento en el sillón.

—Bueno, en realidad es mi padre adoptivo. Pero fué más padre que mi papá de verdad...— Era difícil contar esta historia sin sentir un nudo en la garganta. Sin embargo, cada vez que la volvía a contar, era más fácil de soportar.— Cuando él se enteró de mi orientación sexual me ofreció ayuda, ya sabes, terapias de conversión, acercarme a Dios y todo eso. Pero yo no soy estúpido. Sabía que, si aceptaba eso, sería infeliz viviendo una vida de mentiras. Ser gay no es un resfriado, amigo, no es algo que me pudieran quitar...

—¿Así que decidiste marcharte?— preguntó soltando un par de lágrimas.

—No Bee, yo amo a mi madre, a mis hermanos; a Madison y al pequeño Jay... Amo a mi papá. Jamás hubiese pensado en alejarme de ellos. Soy muy egoísta como para dejar ir lo que amo.

SEDUCTION [Joshler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora