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•Tyler•

—Hablaremos sobre nosotros después. Aún hay muchas cosas que quiero dejarte en claro.— dijo Josh, abrochándose el pantalón.— Por ahora, solo te pido que te comportes. No llames demasiado la atención. ¿De acuerdo? Trátame como lo que soy, tu profesor.

—Cuente con ello, señor Dun.— respondí haciendo un puchero.

—Deja de hacer eso.— rodeó los ojos, para después mostrarme una leve sonrisa.

—¿Hacer qué?— pregunté, sin quitar el ridículo gesto.

—Aprovecharte de tu encanto.

...

Cuándo llegamos al estacionamiento de la universidad, estaba completamente vacío. Supongo que se debía a nuestro retardo y ya todos estaban en clases.

—¿Qué haces aquí? Vete a tu salón. Te podrán retardo.— me pidió Josh, mientras sacaba algunos papeles de su cajuela.

—Descuide señor Dun, prefiero esperarlo y entrar con usted.— respondí con una sonrisa irónica.

—¿Qué dijimos de guardar las apariencias? ¿No crees que sería mejor si nos ven llegar a cada quien por su lado?— preguntó, mientras aseguraba su auto. Aún se veía un poco nervioso con la situación.

—Pues yo las estoy guardando, profesor. Al que se le ve su nerviosismo, a kilómetros de distancia, es a usted.

—Ty, no seas ridículo, estamos solos. No hay necesidad de llamarme por usted.— respondió rodeando los ojos.— Pero talvez tengas razón, debo tranquilizarme.

—Es para que vea que estoy comprometido con nuestro secreto, señor Dun.— dije, mientras me desabrochaba un poco la camisa. Tenía algo de calor.

—¿Qué estás haciendo, Tyler? ¡Abróchate esa camisa hasta el cuello!— dijo en tono imperativo.

—¡Cielos, profesor! ¡Controle sus celos...!— bromeé un poco.— ¡Podría levantar sospechas!

—Tampoco te conocía ese lado sarcástico, Ty...— dijo mirándome con reproche.— Tápate las marcas del cuello, y ya vete a tu clase, por favor.

—Como usted ordene, profesor. Lo veo en la última clase.— dije guiñándole el ojo, antes de dirigirme a mi salón.

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Cuándo llegué al aula, el profesor ya estaba escribiendo en la pizarra. Aún faltaban tres minutos para que terminara la tolerancia que teníamos para entrar, así que me metí sin decir nada.

—Buenas tardes.— dijo el profesor de manera sarcástica, mirándome entrar de reojo.

—Buenas tardes, señor Miller.— dije siguiéndole el juego. Todos rieron.

SEDUCTION [Joshler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora