Treinta y uno.

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Amanezco a su lado, algo hermoso y que me gusta que suceda.

Me muevo un poco incomoda cambiando de posición y liberándome de sus brazos.

Observo el techo por unos segundos mientras restriego mis ojos para terminar de despertar. Junto con un largo suspiro me siento en la cama dispuesta a levantarme pero luego recuerdo el reproche que me ha dado el día anterior por no haberme quedado. Lo pienso varios segundos y me acomodo otra vez y me aseguro de estar más cómoda.

En realidad quiero levantarme, el sueño me ha abandonado y no puedo dormir más.

Aprecio su rostro por unos minutos, tan precioso como siempre. Es tan singular y con tantos detalles. Cada pequeña cosa en él lo hace especial.

Me apoyo en la almohada, junto a su cabeza, y llevo mi mano a sus rizos para jugar con estos.

Me aburro y si Nick no se despierta pronto me iré. La verdad paso un buen momento cuando amanecemos juntos y nos quedamos un rato en la cama pero con él dormido es lo mismo que si no estuviera aquí. Él, acostado boca arriba con una de sus manos sobre su abdomen y la otra a uno de sus lados, respira pausadamente y de forma relajada. Transmite mucha paz.

Mi mano de sus rizos se desliza por su mejilla, dejándole un leve mimo, y luego cae a la altura de su pecho. Ahora sus respiraciones se hacen más notorias bajo mi piel al subir y bajar de su pecho.

De manera inconsciente comienzo a mover mis dedos en círculos esparciendo caricias sobre su pecho.

Nick suelta un suave murmuro. ¿Se habrá despertado? Se mueve haciendo que me detenga. Termina de voltearse quedando de frente. Mi mano, que ahora reposa en su cintura, esta por caer sobre el colchón pero no es así. Antes de que reaccione él la toma y la lleva hasta su espalda para formar un abrazo. Lugo de soltarme utiliza la misma para acariciar mi mejilla. Nuestras narices se rosan haciendo al conjunto de mimos algo muy tierno. Una sonrisa se va colando en su rostro lentamente.

Buen díasusurra mientras cesan las caricias de a pocoveo que hoy decidiste esperar a que despertarario y me agradece con una sonrisa.

¿Cómo amaneciste?pregunto inocente.

Muy biensuspira feliz.

Nuestras miradas se cruzan haciendo de los próximos minutos algo más largos. Esos pequeños y marrones ojos que tanto adoro. Tan cautivadores como la primera vez.

Me distraigo cuando sus manos comienzan a moverse en mi cintura de una forma muy delicada. No puedo evitar girar mi rostro para ver como desarrolla esa acción. De un segundo a otro sus dedos se escabullen debajo de la prenda que cubre mi torso y continúa con su actividad, la cual está disfrutando. Sus caricias son tan cuidadosas, algo que me encanta que lleve a cabo.

Otra vez interrumpe mis pensamientos pero ahora con un largo y tierno beso en mi mejilla. Una inevitable sonrisa se apodera de mi rostro ante aquella cantidad de emociones en mi interior.

Volteo mi rostro para verlo de frente y sin dudarlo un instante más acorto las distancias entre nosotros para besarlo.

Nos separamos lentamente sin perder el contacto visual. Me regala una de sus hermosas sonrisas mientras posa su mano libre en mi mejilla. Comienza a hacerme pequeños movimientos sobre mi piel.

¿Alguna vez te dije lo mucho que me gustan tus labios?dice con la típica voz ronca de las mañanas.

Su pulgar se desliza delineando mi boca con mucha precisión.

Sus ojos son desviados, mirando hacia esa zona al igual que comienza a hacerlo la mía.

Quiero contestarle algo, es decir, sus labios también son hermosos y tan tentadores pero no puedo hilar palabra. Imposible que alguna oración con sentido sea dicha por mí en este momento.

Cruzando nuestros caminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora