Cuarenta.

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Amanezco como puedo, prácticamente obligando a mi cuerpo ya que este no aparenta desearlo. Restriego mis ojos mientras me siento en la cama e, inconscientemente, comienzo a mirar a mí alrededor. Me había costado tanto acostumbrarme al cuarto de L.A pero ahora lo extraño.

La noche anterior he llegado a New Jersey y ha sido una tortura, estuve horas en la cama antes de conciliar el sueño. Por más que lo niego lo extraño y así serán mis días por largos meses o quizá años.

Dejando la exageración de lado me levanto de la cama rumbo al baño, una larga ducha me ayudara a despejarme, eso es lo que necesito y eso es lo que hago.

El agua cae por mi cuerpo y con cada gota una pequeña parte de mis problemas se alejan, al menos por un tiempo.

Una vez que termino, ya relajada, entro a la habitación y busco algo ligero para ponerme. Opto por un short de jean y una musculosa, eso es cómodo. Cambiada tomo el peine y bajo las escaleras mientras me peino, al terminar lo dejo en el living y entro al comedor donde esta mi mamá.

Buenos díasdigo al verla.

Buen día hija ¿Cómo amaneciste?me regala su mejor sonrisa.

Bien, supongo.agradezco que no me insista con lo que no quiero hablar.

Me alegro ¿quieres desayunar?

Está bien, pero no muchomi estomago sigue igual de cerrado que ayer.

Me acomodo en la silla en espera de mi comida que no tarda en llegar. Desayunamos juntas mientras charlamos, mi mamá sabe cómo distraerme y hacerme sentir bien, y ahora lo está logrando.

Al rato me dice que irá a comprar algunas cosas y que si quiero acompañarla pero me niego, no tengo ganas de salir de la casa, así que se despide no sin antes aclarar que no tardara en regresar.

Despreocupada subo las escaleras y me dejo caer en la cama, por alguna razón me siento bien pero no tengo motivos para estarlo ¿o sí?

Enciendo la televisión para olvidarlo, cuanto menos piense mejor; esa será mi estrategia. Hago un zapping constante que, puedo asegurar, ha durado varios minutos pero nada logra interesarme. Rendida me acomodo en la cama y, misteriosamente, todo aquel cansancio que debí haber desechado mientras dormía llega a mí, quizá a salvarme.

Lo último que veo es el pronóstico del tiempo, así es se pronostican fuertes lluvias en la tarde pero no me importa porque no iré a ningún lado.

Algo cansada y con la idea del olor a lluvia que, tal vez perciba al despertar, voy cayendo dormida.

Despierto horas más tarde, no puedo precisar cuántas pero ya parece atardecer así que muchas. ¿Acaso mi mamá no me ha despertado para almorzar? Mi estómago ruge ante esa idea, muero de hambre. Bajo las escaleras mientras sobo mi rostro intentando despertar del todo. Llego al living y ahí está mi mamá la cual se acerca al verme.

Al fin despertaste bella durmientedice mama.

¿Es muy tarde? Tengo hambre.

No hija aún es temprano la comida esta lista hace un rato solo que no lograba despertarte.

Aquí estoy, así que quiero comerpido con urgencia.

Clarosonríe divertida.

Comemos lo que ha preparado mi mama, ella se ha encargado de mantenerlo a la temperatura correspondiente y me ha esperado para comer. Se lo agradezco, obviamente, y almorzamos entre otra charla con escasa importancia.

Cruzando nuestros caminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora