Me encuentro caminando por las calles de New Jersey junto a Christian. Estamos volviendo a nuestra casa luego de una larga mañana en la universidad. Llevo mis libros en las manos mientras caminamos por las calles ya que Julieta se ha llevado el auto esta mañana.
Hace cuatro años, junto con Julieta, nos hemos mudado a New Jersey luego de insistir varios meses a nuestros padres para que nos dejen vivir nuestro tiempo de universidad en paz. Un año más tarde se mudó Christian con nosotras al cual hemos conocido en la universidad y nos hemos hecho grandes amigos. Vivimos en una modesta casa lo suficientemente grande para los tres donde pasamos la mayor parte de nuestros días.
No somos de salir mucho por eso nuestra casa es un gran lugar para nosotros donde compartimos todo.
Esta mañana es distinta, por lo general regresamos en el auto de Christian pero Julieta tiene una entrevista de trabajo así que se lo ha pedido prestado. Del grupo yo soy la única que no sabe manejar pero tampoco me importa, siempre soy más de las que le gusta caminar.
Christian y yo vamos charlando sobre nuestro día, ambos cursamos distintas carreras pero compartimos algunas materias.
Una de sus anécdotas me hace reír y gracias a lo torpe que me estoy poniendo dejo caer mis cosas al suelo. Me agacho a juntarlas mientras Christian aún sigue riendo.
—Podrías parar de reírte y ayudarme—le reprocho.
—Sí, si no te enojes—rueda los ojos de forma divertida.
Tomo mis libros y algunas hojas con anotaciones que se han salido de estos cuando siento un leve rose en mi brazo, pienso que es Christian hasta que ese roce se convierte en algo húmedo, como una lamida. En este momento me aparto asustada chocando con Christian dejando caer todo otra vez al suelo. Christian ríe fuertemente ante mi espanto, más al notar que el provocador de mi reacción ha sido un perro. ¡Me he pegado el susto de mi vida por un perro! Más relajada me siento en el suelo en plena calle con Christian a mi lado que aún ríe.
—Ya ha sido suficiente ¿no te parece? —digo seria.
—No—sigue riendo.
Le pego y se detiene. Regreso a juntar mis cosas cuando vuelvo a sentir esa humedad ahora en mi cara. Sonrió levemente y lo aparto un poco.
—Parece que le agradas—dice Christian.
Le doy unos mimos mientras lo observo mejor. Es un lindo perro, blanco con negro, de esos petisos y rechonchos ¿bulldog? No estoy segura, las razas de los perros no son mi fuerte.
— ¿Qué pasa pequeño estas perdido? —entono juguetona y el solo me vuelve lamer.
—Vamos Valerie alguien lo encontrara—dice Christian giro para verlo y ya se ha levantado con mis cosas en mano.
— ¡Christian! Como te atreves a decir algo así no podemos dejarlo solo—digo como si fuera un niño perdido sin sus padres.
—A nuestra casa no va, sabes perfectamente que no me gustan los perros—dice de una.
—Sí, eres un miedoso—me burlo.
— ¡No es eso! —refunfuña.
—Seguro—rio—Hola bonito.
—Pierdes tu tiempo Valerie no va a contestarte—dice Chris rondando los ojos fastidiado.
—No lo escuches ¿tienes dueño? —vuelvo mi atención al perro.
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Cruzando nuestros caminos
RomanceEl equilibrio todo en nuestra vida funciona bien si se tiene esa dosis diaria de equilibrio imaginas una vida con estos ingredientes viajes, dormir poco, éxito, adulación, presión, necesidad constante de reinventarse, aplausos masivos y justo despué...