Vuelvo a acomodarme en el sillón y continuo viendo la televisión, no le prestó demasiada atención solo está ahí para acompañarme.
Minutos más tarde escucho unos pasos que se acercan y poco después se detienen a mi lado.
—Ya termine—le oigo decir.
Volteo a verlo aunque no deba hacerlo. Nick lleva la toalla en la cintura cubriéndose, su pelo aun húmedo y las pequeñas gotas de agua que se deslizan por su cuerpo hacen que se vea muy bien.
No sé cuánto tiempo estoy mirándolo pero debe ser suficiente ya que noto como una sonrisita se le va escapando.
— ¿Me veo bien? —pregunta divertido por la situación.
Definitivamente ha notado que lo miro. ¡Cómo no lo habría hecho! quiero meter la cabeza en la tierra, desaparecer de aquí.
—Dame eso que te lo lavo—digo apresurada arrancando las prendas mojadas de sus manos.
—Me quedo con el bóxer, si no te molesta prefiero usar el mío, además no está tan mal—dice.
—Está bien como quieras—voy a alejarme para evitarlo pero me detiene.
—Valerie amor—extrañaba mucho que me llamara así.
— ¿Si?
— ¿Dónde me cambio y con qué? —pregunta confundido.
—Ah sí, subiendo las escaleras la segunda puerta a tu izquierda, mi mamá dijo que te dejaría algunas prendas y que te fijes cual te sienta mejor.
—Gracias.
—No es nada.
Ahora si comienzo a caminar a toda velocidad por el pasillo con la intención de alejarme de él, la vergüenza que he pasado.
Apartando todos esos pensamientos pongo su ropa mojada en el lavarropas, luego la pondré en la secadora y para mañana ya tendrá su ropa lista.
Con esa idea en mente y calculando el tiempo que tardara el lavado camino por el pasillo rumbo a mi habitación, he dormido en la tarde por lo cual no tengo mucho sueño pero necesito una excusa para estar sola un rato. Voy a toda velocidad cuando choco con alguien, con él, no hay dudas si mi suerte es muy poca.
Al parecer ha encontrado las prendas adecuadas. Luce una camisa blanca lisa que le queda algo suelta y unos shorts negros viejos de mi padre también son algo grandes. Viste muy parecido a lo que es su pijama habitual solo que la ropa es más grande.
—Perdón—se disculpa.
—Está bien ¿A dónde ibas? —pregunto curiosa.
—Te buscaba—dice con timidez.
— ¿Para?
—Para que hablemos—responde tajante.
—Creí que eso lo haríamos mañana ¿o entendí mal?
—Pienso que podríamos hablar ahora e irme mañana temprano sino te molesta.
—No me molesta Nick—ya estoy harta de que piense que todo lo que hace esta mal o me molesta.
—Igual ¿podríamos hablar ahora? —pide en tono de suplica.
—Está bien.
Nos acomodamos en el living y lo miro expectante, él dice que quiere hablar así que lo escuchare.
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Cruzando nuestros caminos
RomanceEl equilibrio todo en nuestra vida funciona bien si se tiene esa dosis diaria de equilibrio imaginas una vida con estos ingredientes viajes, dormir poco, éxito, adulación, presión, necesidad constante de reinventarse, aplausos masivos y justo despué...