Jodida alarma, jodida escuela. ¿Porqué tengo que entrar a la siete de la mañana un jodido lunes? Bueno eso está mal, he dicho más tacos en menos de dos minutos que en toda mi vida. ¡Esa jodida alarma otra vez!
—Anna levántate ya, o vendrá papá a levantarte. —habló desde la entrada mi habitación mí hermana Kate.
Kate y yo somos distintas en personalidad, pero igual en cuanto a lo físico. Sí, somos gemelas. La diferencia de cinco minutos fue tanta que ella es la mayor por esos cinco minutos en los cuales, tres estuvieron haciendo lo posible para sacarme de la panza de mi madre. Ella me cuenta que, en el parto la complicada fui yo. Pues al principio no lloré, porque no respiraba.
Miré la hora en el despertador que caí, literalmente, al suelo del susto. Faltaban veinte minutos antes de la siete y la escuela queda a media hora de aquí ¿Entonces a qué hora puse la alarma? Salí despavorida a la ducha y en diez minutos, me bañe, cambie y desayune. Llegaría tarde y Kate me había prevenido con eso, a la edad de diecisiete años Kate dejó la escuela para dedicarse al negocio de la familia. Algo a lo que yo, no quería permanecer, preferiría seguir mis estudios en la universidad, la carrera de administración de empresas era algo que realmente llamaba mi atención, por ende hice que mi padre pagara todo lo relacionada con ello. Al principio se negó, pues quería que como Kate, yo también me dedicara a ese sucio negocio familiar.
—¿A qué hora entras hoy, Nirvana?. —preguntó mi padre.
Rodé los ojos con molestia al escuchar que me llamaba por mi nombre completo. ¿Porque mí madre escogió ése para mí? Lo cierto es, que cada vez que le preguntaba a mí padre, respondía que él y mi madre hicieron un acuerdo. Él le pondría el nombre al primer bebé que naciera y mi madre al segundo, así que mi madre escogió ese maravilloso nombre para mí, no me quejaba era único y especial ahora que ella no se encontraba conmigo.
—A la siete, padre. —respondí con enfado notorio.
Mi padre sonrió, como la pocas veces que lo he visto. Su vista fue de mí, a Kate y de Kate a su reloj.
—Son siete quince, ¿Qué clase te tocaba?. —pensé un momento antes de responder.
Creo que era anatomía la clase, o ¿contaduría? La carcajada de Kate me hizo saber que estaba pensado en voz alta, normalmente me pasaba esto cuando estaba nerviosa, hablaba en voz alta y no me daba cuenta. Eso muchas veces me han traído problemas, tales como, ir a la oficina del director o incluso una vez pensé en lo guapo que era el maestro sustituto de administración.
—Anatomía. —afirme
—Tú hermana y yo hoy tenemos que atender unos asuntos. —empezó a hablar mi progenitor—Tenemos que salir a Nueva York.
¡Lo sabía! Sabía que yo no podía quedarme dormida, ellos lo había planeado para llevarme con ellos. ¡Que juego más sucio!
—Antes de que empieces a gritar. —empezó a hablar Kate—No vamos a dejarte, puedes quedarte en el hotel o salir de compras mientras papá y yo hacemos el trabajo ¿Entendido?. —
Justamente cuando iba a protestar, papá salió de la cocina y mi móvil empezó a sonar.
—¿Bueno?. —contesté gritando
—¿De mal humor, querida?. —contestaron al otro lado
—No sabes la que mi padre, y carismática hermana me aplicaron, Ruth. —hablé dramáticamente haciendo que mi tía, casi mi madre riera
—Me lo han contado ayer, hija. —solté un bufido cansino.
Mí padre no se confiaba de nadie cuando él y Kate salían de viaje, siempre me quedaba con Ruth o en casa de Amanda, mi mejor amiga. Claro está que en este viaje no sería igual a los otros, por alguna extraña razón, que averiguare enseguida, querían que yo asistiera a este viaje.
—¿¡Y porqué no me lo habías comentado!?. —grité enojada por medio del teléfono—¿Es que no cuenta mi opinión en esta jodida casa?. —
Risas, risas por parte de mí tía y de mí hermana que estaba en la cocina junto a mí. Bufando le di el teléfono a mí hermana, mientras yo subía las escaleras enojada. Al llegar a mi habitación mi enojo fue a furia, ¡Mis maletas ya estaban hechas!
—¡Papááá!. —grité a todo pulmón.
En una milésima de segundo, papá y Kate estaban en mi habitación con cara de preocupación. Pero está fue cambiada al ver que chillaba de furia.
—No….No puedo creer que hicieran todo sin mí consentimiento. —hablé tranquila, no quiera alterarme porqué eso sería malo para mí salud—¡Es que yo no puedo dar mi opinión! ¿Me preguntaron acaso, si quería ir a Nueva York? ¡Qué tal si hoy hacían un examen sorpresa en cualquiera de mis clases! O ¡Si alguien venía a contratar a la mejor de la clase! ¡Soy la mejor de la clase, y esa sería una gran oportunidad! ¿No pensaron en eso?. —
Ninguno dijo nada, estaba más que claro que está encabritada con este viaje, nunca participaba en los asuntos del trabajo que generación, tras generación se ha ido pasando dentro de mi familia. Cuándo empecé a hiperventilar, mí padre se acercó a mí, pero tanto era mi enojo que lo aparte de un movimiento.
—¿Dónde está tu inhalador?. —preguntó mi hermana.
Mis ataques de nervios hacían que empezará a hiperventilar y necesitará mi inhalador igual al de las personas con asma. Mis enojos hacían lo mismo con ellos, pero con ellos eran algo más grave. En algunas ocasiones he ido a parar al hospital por un ataque, que ni con el inhalador pude controlar.
—Estoy bien. —logré decir—Iremos a ése estúpido viaje, pero que sea la última vez que hacen algo sin consultarmelo, ambos saben que eso de estar viendo armas, o personas muriendo no me van. Este es el primer y último viaje que hago con ustedes dos, matones.
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Ven Conmigo
RomansNo sé, si te odio o te quiero... Todo había empezado en el baño de un Club en el que ambos se encontraba, se conocieron pero como era de esperarse ella huyó de él, sin saber que después de dos días él se metería a su casa y tiempo después lo encontr...