Capítulo 42

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Dicen que las verdades duelen más que las mentiras.

—Bien Dominic, necesitó que salgas vienen por Nirvana. —la entrada de Derek a la habitación hace que ambos apartemos la mirada del otro.
—¿Qué? ¿Quién? ¿A dónde?. —la rapidez con la que habla Nirvana hace que la comisura de mis labios se levanté en una leve sonrisa.

Veo como toma fuertemente los barrotes de la cama a tal grado que sus nudillos se han empezado a hacer blancos, está nerviosa, lo sé.

—Van a llevarte a la delegación, después se llevará a cabo una conferencia donde se determine tu dictamen. —empiezo a decir caminando hacía ella —Conserva la calma y hasta que un abogado no esté contigo, hablas ¿Sí?. —habló cerca de ella.

Ambos observamos como Derek empieza a quitar los cables y aparatos de ella y cuando finaliza, habla:

—Te daré cinco minutos, ni uno más ni uno menos. —finaliza apuntandome con su dedo índice y sale por la puerta.

Nirvana se endereza en la cama y se sienta de costado donde se encuentra su mano esposada. Camino lentamente hasta estar delante de ella y con mi mano levanto su rostro, paso un par de cabellos rebeldes por detrás de su oreja y ahí los acomodo.

—¿Van a darme perpetua, no es así?. —pregunta susurrando.

Trango saliva difícilmente y la observo fruncir su ceño.

—No lo sé, los últimos papeles no los revisé yo, fue Alex. —digo suspirando.
—¿Vas a explicarme un día de éstos porqué hiciste todo esto no?. —vuelve a preguntar.
—Lo haré hoy mismo si es necesario. —le digo.

Su respiración se acelera cuando mis manos viajan de su cuello lentamente por todo su cuerpo y terminan en sus cintura. Me acerco lentamente hasta ella y cuando estoy a nada de besarla, pregunta:

—¿Qué pasó con Leo?. —-susurra, sus labios rozan con los míos, ella ríe cuando escucha mi bufido de enfado por mi parte.

Cuando quiero volver a besarla, su cabeza se mueve hacia atrás y sus manos se apoyan en el alcolchonado colchón del hospital. Su ceja se levanta en interrogatoriamente y sonríe cuando ve que mi enojo puede más que yo.

Me guiña un ojo con diversión y ríe, siento como sus piernas se enredan en mi cintura y sin esperarlo tira de ellas y hace que mi cuerpo se estrelle en el borde de la cama y tirando de cada lado de mi chaqueta susurra:

—¿Dónde está Leo, cariño?. —pregunta nuevamente rozando sus labios con los míos.

Y cuando estoy apunto de besarla o siquiera contestar, la puerta de la habitación se abre y junto a ella llega el cambio se humor de Nirvana. Quita las manos y piernas de mi cuerpo y su cara de póker ha llegado a ella.

—James, necesito que se vista. —dice la voz de Ramírez.

La sonrisa débil que Nirvana me entrega me hace saber que no es cualquier tipo de ropa la que le entregarán, si no ése asqueroso traje color naranja.

—Vigila mientras lo hace, no creo que no haya nada que no hayas visto. —diciendo eso, deja la ropa en la cama y sale de la.habitación.

Ambos en la habitación nos observamos y quién empieza a moverse es Nirvana, pero antes de que levante la camisa naranja, yo lo hago.

—Déjame ayudarte. —le digo y empiezo a ayudarle.

Ella ríe contagiandome cuando nos damos cuenta de que aún sigue esposada a la cama.

—¿Tienes la llave de esto?. —dice señalando las esposas al mismo tiempo que las mueve y el ruido de los metales chocando suenan en toda la habitación.
—Soy un policía ¿No?. —le digo riendo, levanto mi vista cuando veo que no lo hace y me la encuentro sonriendo —¿Qué?. —le pregunto incómodo por su mirada.
—Quiero ver a Dominic James, en acción. —dice divertida.

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora