Capítulo 29

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Primer mes.

Dicen que cuando muere un ser querido el primer mes es el más complicado, pero lamento yo no decir lo mismo. No he podido detenerme a llorar por mi padre y hermana, de hecho hace más de un mes había jurado enterrar el amor por Dominic y lo he logrado, gracias al vaso de vodka que siempre me bebía.

Jefa el hombre está en el sótano. —Leo dijo entrando a la oficina que le correspondía a mi padre.

Me acostumbré a que empezarán a llamarme jefa desde que Toni me dijo que era él el que se encargaría de eso si yo seguía negándome a qué me llamarán así. Agradecí con la mirada y después de mirar mi arma me paré de mi lugar y empecé a caminar hasta el sótano, donde un buen invitado me esperaba.

Respire profundo y tomando el pomo de la puerta la abrí lentamente, ahí en un silla, Bartolomeo Miller, hermano de Dominic Miller se encontraba. Su cabeza estaba inclinada ligeramente hacia adelante y una leve línea de sangre se le notaba en la ceja izquierda, seguramente le propinaron el golpe cuando quiso resistirse.

—¿Hombre duro, he?. —pregunté burlesca mientras levantaba su mentón y observaba otro hematoma en el lado izquierda de su quijada.

—¿Sabes que van a encontrarme, verdad?. —preguntó apretando los dientes, lo cual me hizo sonreír.

—Lo sé. Pero no creo que lleguen a tiempo Bartolomeo. —dije.

Como siempre que tenía a alguien en el sótano, tomé asiento en la silla que Leo se había encargado de ponerme. Justamente enfrente de él pude observar mejor, y lo único que pude notar diferente a Dominic fueron el color de los ojos, Bartolomeo los tenía cafés y no verdes.

—¡Te estás metiendo en terreno peligroso!. —vociferó gritando, hice una mueca de desagrado al mismo momento que tapaba con mi dedo índice mi oído, dejando en claro que él no tenía por qué gritar —Te sugiero que me sueltes, no conoces a mi padre....

—¿Tú padre, el gran Miller?. —pregunté con sorna, él asintió sonriendo —¿Sabes que estás aquí porque quiero llegar a él?. —pregunté y su sonrisa se borró —Quiero que se de cuenta que estoy buscándolo a él y que lo dejaré al final para matarlo con mis manos. —susurre muy cerca de él.

Doy un paso atrás cuando él con furia arrastra la silla y se mueve peligrosamente. Se ve por el cuerpo fornido que tiene, que posee demasiada fuerza y cuando se pone de pie junto a la silla, quedó totalmente de acuerdo a mis pensamientos.

—¿Creías que me quedaría sentado?. —pregunta y observó cómo rompe la cuerda que agarraba sus manos por detrás de su espalda.

El ruido seco de la silla rompiéndose en el suelo es lo único que se escucha, cuando siento que alguien me ha tomado del cuello y me presiona contra la pared. La mano que envuelve mi cuello hace presión en la zona, impidiendo que el oxígeno llegara a mis pulmones.

Con mi mano izquierda trató de golpear su mano que hace presión en mi cuello y cuando fallé, él rió. Mi furia aumenta y en un momento de desespero con mi mano derecha golpeó su abdomen en la parte baja y él se dobla de dolor, aprovecho y salgo de su acorralamiento y tomó el suficiente aire, antes de sentir como toma mi cabello en su mano y tira fuertemente de él haciendo que mi cuello suene en el proceso.

Sabiendo que me dolerá, hago el siguiente movimiento. Me inclino lo suficiente para adelante y con un gritó de dolor, logró zafarme de su agarre y golpearlo en su pómulo izquierdo, después le golpeó la cara con la rodilla y para terminar de una patada terminó dejándolo en el suelo. Sin esperar más ni tampoco tomar un poco de aire, tomó la pistola del suelo y apuntándole a la frente le digo:

—Espera a tú padre en el infierno, imbécil. —sin esperar su respuesta, disparo.

El sonido hueco del casquillo se escucha en eco, me dejó caer de rodillas tratando de recuperar el aire que no he podido y justamente ahí es cuando la puerta se abre. Leonardo y Eduard entran por ella con cara de preocupación, pero cuando ven a Bartolomeo en el suelo con una bala entre ceja y ceja, sonríen.

—Dejen de sonreír y llévenlo a la familia Miller. —les dijo apuntando al, ahora, muerto —Déjales un recado de mi parte, Leo. —le dijo al susodicho y él asiente —Dile que es el primero de la dinastía. —finalizó saliendo por la puerta y cerrándola a mis espaldas.

Caminó hasta la sala pero antes de llegar, se escuchan tres voces, dos mujeres y un hombre. Intuyo que una de las voces es de Amanda, la reconocería en cualquier momento, ruedo los ojos al pensar que quizás quiera hablar sobre lo de hace un mes y que aún no hemos discutido.

Trató de agudizar mi oído para poder diferenciar las otras dos voces, pero no pongo atención a que la puerta que está en la entrada de la sala está abierta y terminó de boca en el suelo. Un grito de asombro sale de la boca de Amanda al mismo tiempo que de Antonella, de quien es la segunda voz de mujer, y la risa escandalosa de Toni.

—¡Pero mujer! ¿Qué te ha sucedido?. —grita Amanda, al mismo momento en que se ha parado a ayudarme a ponerme de pie.

Aceptó a regañadientes y porque me duele aún la garganta de la pequeña "pelea" que he tenido con Bartolomeo y algunas partes del cuerpo por el entrenamiento que a diario que realizo con Toni.  

—¿Estás bien?. —pregunta Amanda mientras pone sus manos en mi cintura para ayudarme a caminar.

Asiento con la cabeza sin siquiera mirarla, después observó a la demás gente, Antonella me mira entre preocupada y con tristeza y se que lo que viene no es nada bueno.

—¿Pasa algo?. —pregunto al aire, porque va dirigida a cualquiera que esté dispuesto a contestar.

—Ellas necesitan hablar con la jefa. —dice Toni, quien sigue riendo aún.

—Bien. —digo y observó a Toni y este deja de reír de inmediato —Lleva a Amanda a comer, hablaré primero con Antonella. —les indico y ambos asienten, cuando veo que ambos salen por la puerta me volteo hacía Antonella y empiezo hablar —Sé que nada de lo que vengas a decirme será bueno, así que empieza a hablar. —le digo y le indico que tome asiento en el lugar que ella ocupaba antes.

—Bien, no sé cómo decir esto. —empezó a decir, después pasó las manos peinando su hermosa cabellera —Jayson y Dominic se fueron de Seattle. —dijo de repente, sus ojos se llenaron de lágrimas pero sin embargo yo no sentí nada.

—¿Dónde fueron?. —pregunté.

Antonella me miró y después miró detrás mío, voltee a ver a quién veía y encontré a Amanda con los ojos llorosos y su mano en en su vientre, el cual empezaba a notarse.

—¿Qué dijo?. —preguntó en un susurro que alcanzamos a escuchar Antonella y yo.

Me paré rápidamente y de la misma forma caminé hasta ella, pero ella siendo más rápida camino en dirección a Antonella.

—¡Repita lo que dijo!. —gritó Amanda.

—¡Se fue Amanda! ¡Jayson y Dominic se fueron!. —grité yo fuera de sí.

Amanda se dejó caer en el suelo sollozando, y sin saber el porque yo hice lo mismo, sin embargo de mis ojos no salían lágrimas. Por primera vez estaba tratando que las noticias que a partir de hoy sobre Dominic no afectarán a mi persona, abracé a Amanda, la acune en mis brazos y devolviendo el gesto lloró como una pequeña niña a quien le habían quitado su juguete preferido.

Llorando y diciendo una y otra vez las misma palabras, Amanda a las pocas horas cayó rendida, se durmió en mis brazos, como cuando éramos pequeñas niñas. Leonardo me ayudó a subirla a la habitación que por hoy ocuparíamos ésa en la mansión y después de taparla completamente, caminé a la pequeña ventana de la habitación y observé la noche.

Oscura y fría, fría como el invierno. Observó la luna y de repente pequeños recuerdos bien a mi mente que hacen que me ponga un poco melancólica, pero como había dicho, ya no lloraría, no ya no.

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora