Capítulo 6

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Al día siguiente es miércoles y es la cinco menos cuarto cuando un ruido extraño llama mi atención en la parte de abajo. Mis alarmas se disparan rápidamente en los mensajes que recibí ayer, tomó unas esposas que están en mi mesa de noche. <<¿Por qué no le he hablado a Alonso?>>

Apenas logró cruzar el umbral, alguien ya me tiene acorralada entre la puerta del frigorífico y él. Sus manos fuertes y firmes, logran mantenerme al levantarme del suelo. Su respiración está en mí oreja y deja una seguidilla de besos húmedos entre mi mandíbula y debajo del oído.

—Buenos días, nena. —susurra en mi odio y lamentó haber escuchado esa voz antes —¡Vaya! Pero si Charles te ha entrenado bien. —comenta mientras quita lentamente las esposas de mi mano.

Voy a reclamar cuando, el ruido de la puerta abriéndose llama nuestra atención.

—Por….Por favor. No soy a quien buscas, suéltame—suplicó al momento que lágrimas de impotencia se acumulan en mis ojos—No le diré a Charles ni a Kate que has esta…..—no terminó de hablar.

Labio inferior, labio superior. Su boca ataca nuevamente la mía como lo hizo en el baño de aquel club. No reaccionaba hasta que no sentí como metía sus manos por debajo de mi camisa, di un respingo en el mismo lugar y el aprovecho para levantarme y ponerme en la encimera. Él se colocó entre mis piernas y acariciaba suavemente mis muslos de arriba a bajo.

—Maldición. —maldiga mientras sus besos pasaban a mi cuello y subía sus manos por debajo de mí camiseta hasta llegar a mis pechos —Sin sostén. —murmuró y apretó una dándole pequeñas caricias.

Empecé a devolverle el beso. Se intensificó. Sus manos acunaron mi trasero y lo apretó salvajemente. Entonces nuevamente el ruido se hace presente, <<Lo siento>> susurra. Segundos después siento como algo se clava en mí cuello y empiezo a marearme.

—¿Pero….¿Qué?—preguntó tartamudeando.

El sueño sé está apoderando de mí, el tipo delante de mí observa como la sustancia va haciendo efecto, pero aún puedo sentir sus manos en mi cuerpo. De un salto bajó de la encimera, pero terminó de rodillas en el suelo.

—¡Maldición!. —grita —¡Vamos Nirvana, estás drogada!

La voz se está distorsionando, y mi vista empieza a hacer borrosa. Apenas escuchó lo que trata de decirme, sus firmes manos me levantan del suelo y me llevan a lo que creo, ó creé, es mí habitación.

—En una par de horas despertarás. —habla alguien desconocido para mí, en estos momentos.

—Tttenngo, tengo que iiirr a laa esscchuuella. —murmuró apenas entendible.

El sueño estaba ganándome y sólo quería dormir.

—Tranquila, podrás ir. —y con eso mis párpados quedaron completamente.

Oigo ruido, pero eso está muy lejos de mi. Un suave movimiento, alguien está moviendome pero no con demasiada fuerza. Una voz, distorsionada, no entiendo muy bien que dice. Mis párpados quieren abrirse, pero parece que tiene algo demasiado pesado para que por movimiento propio puedan abrirse.

—Está despertando. —oigo que dice una voz, demasiada gruesa para mi gusto.

La cabeza me duele un horror. Llevo mis manos hasta mi cabeza e intentó levantarme aún con los ojos cerrados. Rápidamente vuelvo a encontrarme con la posición en la que estaba antes, alguien me ha regresado a esa posición, y agradezco porque me duele peor la cabeza.

—¿Qué….—tragó saliva para refrescar mi garganta. Mi voz suena como si hubiera pasado una semana sin tomar agua, seca y sin movimientos —¿Qué ha pasado?. —terminó de hablar pero nadie contesta, al contrario, un par de brazos están alrededor de mí, casi asfixiándome.

<<Mi niña>> <<Anna>> se escuchan en leves susurros, Kate y mi padre me abrazan con demasiada fuerza y el aire parece faltarme. Parece que leen mi mente porque ambos a la vez se separan a verme.

—Chad, puedes revisarla. —habla mí padre.

Hasta ése momento soy consciente de que un hombre, que no es mi padre, se encuentra en mi habitación. Es alto, de media edad, al parecer, lleva una barba de aproximadamente una o dos semanas y esta cuenta con algunas canas en ella, su cabello es rubio cenizo y utiliza unos lentes de armazón negros por delante de sus ojos color,¿verdes? ¿azul?.

—Vamos a ver. —habla y puedo reconocerla.

La voz de hace una minutos le pertenece. Es él quien hablaba hace rato, y como dije su voz es demasiada grueso, pero ahora que lo veo. Creo que va con su personalidad.

—Vamos hacer unos ejercicios de reflejos. Sin mis sospechas son ciertas, te han drogado Nirvana. —

<<¿Drogada?>> Mi mente trata de recordar qué fue lo último que hice ayer. Unos mensajes, me llegaron unos jodidos mensajes de un número desconocido.

Chad hace varias pruebas de mí vista, sonidos y tacto. Después da su veredicto final y dice que como él sospechaba, me han drogado. Lo peor de todo es que nos comenta que la droga que han utilizado, es la misma que utilizan los violadores. Mi piel se eriza por completo al oír las últimas palabras del doctor, Kate parece notarlo porque sus brazos se envuelven a mi alrededor en un cálido y necesitado abrazo.

Unos minutos más tarde. Chad sé despide de nosotros y papá lo acompaña a la salida, quedando solamente en la habitación Kate y yo.

—¿Te acuerdas de algo?. —pregunta y niego enseguida.

Podría decirle de los mensajes, y eso haría que reforzarán la seguridad en mí y por supuesto ¡No lo quiero!. Vuelvo a tomar mí posición en el colchón nuevamente y parece entender que estoy dando el tema por zanjado. Ó eso parecía, porque sé que papá viene con toda la intención de sacarme información.

—Nirvana, creo que deberías ir a tu entrenamiento. —comenta papá desde la puerta.

Observó el reloj de mí cama, y casi caigo de culo al suelo. ¡La doce de medio día!

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora