Capítulo 15

7.5K 332 3
                                        

—Así como lo oyen, quiero saber pelear, negociar y lo menos importante para mí disparar. —repetí por quinta vez lo mismo.

Desde que había llegado mi padre se había negado profundamente a tratar este tema si mi hermana y alguna otra persona que formará parte fundamental de la banda, estuviera presente. Me negué rotundamente a que Jayson fuera el solicitado para está ocasión, le dije a mi padre que si quería que yo perteneciera a está mafia él debía aceptar cada una de mis condiciones. Él gustoso aceptó.

—Quiero saber que es lo que te hizo cambiar de opinión, Nirvana. —habló Kate. Y sin esfuerzo alguno Dominic vino a mi mente.

—Nada. —suspiré —Es sólo que bueno, ya sabes. —la risa de papá y la ceja arqueada de mi hermana me hicieron poner colorada —Pronto cumpliremos veinte años, y bueno recuerdo que papá nos dijo que para ésa edad ya teníamos que saber lo mínimo ¿No?. —miré a mi padre asentir —Y bueno, pues lo mínimo para mi es saber defenderme. —dije.

Alto, ojos marrones, cabello color negro carbón y cuerpo de en sueño era Leo. Leonardo McCall, el mejor hombre de papá y quien a partir de ahora se encargaría de enseñarme todo lo básico de defensa personal. También Jordán Valentine se ha ofrecido voluntariamente a enseñarme nada más y nada menos que tiró, mi primo nos ha confirmado que puede que sea una gran francotiradora, pues según él desde pequeña he tenido buena puntería.

—Así que tendremos a las gemelas, Valentine. —comentó divertido Leo —Será sensacional, se imaginan ¡Las hermanas Valentine todas unas sicarias!. —dijo.

Sus manos se elevaron hacia arriba formando algún cartel de cartelera, mientras pronunciaba las palabras lo que causó que todos en la sala, nos reímos a carcajadas. Leo era así, siempre estaba bromeando y mantenía esa hermosa y radiante sonrisa en su rostro, pero éste cambiaba radicalmente cuando se trataba de algún trabajo, su ceño se fruncía notablemente y sus manos se formaban en puños perfectos para después perfectamente ser dados.

Luego venía Jordán, esté mantenía la cara de culo todo el tiempo, era cuando era necesaria defenderse su rostro cambiaba radicalmente a una sonrisa, una sonrisa que daba mucho a entender. Con ella no podría descifrar si iba a matarte, descuartizarte o simplemente dejarte ahí para que mueras de hambre, pero de algo si estaba seguro, daba demasiado miedo.

—Bien, empezaremos con lo más difícil. Disparar. —habló mi padre levantándose del sofá, todo mundo lo imitó —Iremos a la caballeriza, ahí estrenaras todos los días. Vamos. —informó mi padre.

Subimos a una ford negra con vidrios polarizados todos juntos, dos más iban delante y atrás de nosotros. Durante el viaje Leo y Kate mantenían una animada conversación incluso podía ver coqueto por parte de ambos, mi padre iba al volante junto a Alfredo, la mano derecha de mi padre y padre de Leonardo. En los últimos asientos veníamos sentados Jordán y yo, nosotros nos necesitamos hablar sabía y iba a ser tiempo perdido en ellos porque prácticamente él, no es de muchas palabras.

—¿Es muy complicado?. —pregunté a Jordán.

—Normalmente las primeras veces al tirar del gatillo, pero te acostumbras después. —contestó elevando lentamente los hombros al final, dándole un gesto desinteresado.

—Llegamos. —gritó mi padre mientras quitaba la llave de la herradura.

Ciertamente el lugar parecía simplemente unas caballerizas normales pero si la observas fijamente, parecía que tiene algo chusco, a parte de que no hay caballos. Es cálida por dentro y mantiene un tapizado antiguo, después de la sala se encuentra una enorme sala llena de todos los artefactos y armas para matar y torturar. Aproximadamente son ochocientos metros de largo y cuando sales al jardín, ¡Dios mío!, es tan grande que puedes jugar con cuatro equipos de baloncesto a lo largo y aún así sobraría pasto.

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora