Capítulo 28

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—Bien, conozcamos a las demás personas. —dijo Leonardo.

Carlota, Jan y Leonardo caminaron por delante mío, dejé que ellos se fueran platicando mientras yo acababa de observar la casa. Lo único que me había permitido ver el inicio de las escaleras fuero dos cuartos en la parte de arriba con puertas negras, después, en la cocina se encontraban dos personas preparando alguna especie de comida que ofrecernos en la junta que tendríamos en unos momentos.

Una mesa larga de madera color café, junto a seis silla de costado y dos en cada punta de la mesa. El ella ya se encontraban varia personas sentada, el punta extrema de lado contrario al mío, se encontraba el padre de Leo sentado con las manos sobre la mesa entrelazadas y su barbilla apoyadas en ella, después venía su lado derecho de encontraba Carlota y enfrente de ella se encontraba su esposo, Jan.

De lado izquierdo de Jan se encontraba y a mujer, mediana de edad, ojos cafés y si sentado era como el de una persona de modales, podría interpretarla hasta como una modista. Después a su costado izquierdo se encontraba Toni, el mismo Toni con una mueca divertida y burlesca.
Después estaban sentados dos personas más, hombres de una edad ya avanzada pero que a pesar de eso, no dejaban su porte coqueto de lado.

—Bien, Nirvana. —habló Alfredo, el padre de Leo —Toma asiento, hija. Esto va para un buen rato. —dijo sonriente y tras regresarle la sonrisa tomé asiento en la silla que Leo había abierto para mí.

Observé como José, la persona que nos había facilitado el auto a Amanda y a mí, tomaba puesto en el costado derecho de Alfredo mientras Leo hacia lo mismo conmigo.

—¿Porqué no traen una silla?. —les pregunté a ambos.

Toni río fuertemente, mientras Carlota y la otra mujer sonreían.

—En definitiva, no tienes nada que ver con el carácter de Kate. —dijo la segunda mujer.
—Bien empecemos. —dijo Leo —Como ya conoces, Alfredo McCall es mi padre y era mano derecha de tu padre, junto a él asistían a evento en los cuales se trataba de algún trabajo o se trataba de alguna transportación con su escolta. El jefe de su escolta, ahora la tuya, se conforma depende como José la define, él es el jefe de seguridad. —dijo y asentí.

Observé como la mujer, de la cual aún  desconocía su nombre, se ponía de pie y con su elegante caminar, se posición junto a Carlota.

—Soy Elizabeth, y era la modista de tu hermana, Carlota era la de tu padre. —dijo mientras ponía su manos en los hombros de la susodicha y ella asentía.
—¿Modista? ¡Acaso le daban la ropa que tenía que llevar para matar gente!. —grité tomando a todos por sorpresa.

Cuando todo mundo me miró expectante, sonreí y dije:

—La fachates de Kate es tan grande que necesitó una modista. —reí —Pero yo solo la necesitaré para las fiestas esas que una vez mi padre comentó, para otra cosa no. Prefiero mis vans desgastados y mi jeans....
Oh no, no. —me interrumpieron ambas mujeres al unísono, abrí mis ojos en exageración y con un leve movimiento quedé totalmente pegada al respaldo de la silla —Eres una.....narcotraficante de ahora en adelante, tendrás que vestir diferente. —empezó a hablar Elizabeth.
—En los fines de semana y en alguna operación, podrás utilizar tú...—Carlota observó mi blusa y con una mueca de disgusto dijo: —Tú ropa de hombre, querida.

Indignada observé a las dos mujeres y después observé mi ropa. Una camisa de cuello V color gris y no encontré nada nada fuera de lo común, por lo cual levanté la vista y las miré con una ceja alzada.

—¿Van a decirme como vestirme?. —dije molesta aún con la ceja alzada.

Posicione mis manos en el borde de la mesa y con un leve movimiento moví la silla quedando levemente encorvada sobre la mesa.

—Todos dirán que no tengo nada que ver con Kate, pero si me vas a desafiar, atenganse a las consecuencias. —dije y miré a cada uno que me miraban con atención —Son unos simples empleados, hacen y harán lo que les diga ¿Entendido?. —pregunté aún en mi posición con las manos hechas puños sobre la .

—¡Bien, creo que lo mejor es continuar!. —dijo Leo rompiendo el silencio que se había instalado —El señor Smith y el señor Langostino. —presentó Leo a los dos hombre  que estaban totalmente que nos de la conversación —Smith es recargado de la sede en Italia, y Langostino es el encargado de la sede de Francia. —comentó Leo.
¿Sede?. —pregunté asombrada y a la vez confundida.
—Se le dice así a alguna parte de la misma mafia que manejamos, ¿Entiendes?. —dijo Smith, con la marcación perfecta de su idioma, italiano.
—Lo entendí, Smith. —dije y todos sonrieron cuando escucharon que lo llamé así.

El ambiente se relajó y todo el mundo empezó con sus explicaciones, sobre la parte que ellos hacían y como era la distribución de los paquetes.

Próximamente tendría que hacer un viaje a Italia y también a Francia para ver cómo es que se maneja allá esto, y para conocer formalmente a toda la compañía de ahí.
Fue así como mi vida cambió, ahora no tenía que preocuparme por entregar o llegar a tiempo al salón de clases, ahora era mucho peor. Ahora mi deber era estar atenta a todo lo que pasaba a mi alrededor, empezaría a tener que desconfiar de cualquier persona que llegará de ahora en adelante y quedarme con una escasa multitud de gente que serían mis amigos pasará lo que pasará, o eso creía yo.

Pasé todo el día fuera de casa, comí y cené en la casa de la cual no salí para nada en todo el día. Recibí varias llamada de parte de las chicas, las cuales fueron rechazadas por Toni, quien había confiscado mi teléfono a la segunda llamada que había entrado en él.

Toni se encargaba de la área de manejó, en pocas palabras él sería mi chofer de ahora en adelante. Rogelio Lázaro era encargado en la área de empaquetado y exportado en pocas palabras él se encargaba de que la gente pesara y enviará correctamente el pedido.

Fue así como de un día a otro me quedé sin familia y con un negocio que yo no quería administrar. Fue así como el amor destrozó lo único que me quedaba en esta vida, mi padre y mi hermana gemela, en definitiva la familia Miller pagaría por el sufrimiento en el que estoy ahora, en la tormenta de sentimientos en la cual estoy metida y no puedo salir. Cada vez me veo más lejos de tierra firme y cada vez que trató de nadar, algo me retiene que no puedo avanzar, y tras sopesarlo un poco llegué a la conclusión, de que aunque odiara a la familia de Dominic mi amor hacia él permanecerá intacto hasta que yo decida dejar de hacerlo, sin embargo estaba dispuesta a decir lo contrario para que la gente no me creyera una persona débil, una persona débil que hace poco entro en una armadura, una fuerte armadura que no le permite verse débil y mucho menos llorar.

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora