Capítulo 11

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Habían pasado unos tres días desde que me trajeron aquí no he probado bocado alguno, mi tripa rugía cada segundo. No veía nada cuando ellos entraban, pero podía sentirlos, su presencia, su voz, hasta su olor. No había llorado hasta el día de ayer en la madrugada, un tipo estaba tocándome, no se propaso pero sí me tocó como si él fuera mi dueño, lloré de impotencia, de dolor, de hambre y hasta de asco.

Dominic había aparecido en mis sueños más de una vez, decía en ellos que no podía saber en dónde me encontraba si no estaba serena. He tratado de mentalizarme las últimas, que supongo, son horas pero él no ha aparecido. Cada día pierdo más las fuerzas, me había vuelto a dar esa pastilla dos veces más, y no despierto después de unas horas pero ellos no se preocupan por saber mi estado.

Mis manos todavía siguen amarradas y la venda en mis ojos no se ha ido, estoy segura que estoy sentada en la esquina de una habitación, acurrucada en ella. Mis manos duelen de tantas veces que he tratado de saber el objeto que las tiene atadas, pero más de una vez hecho sentido como la sangre corre por mis muñecas. Mi cuerpo duele a causa de unos golpes en las costillas que el tipo, que ha venido a manosear, me ha dado.

Oigo el ruido de la cerradura abrirse, soy levantada bruscamente de suelo y el aliento del tipo choca directamente en mi boca. Su boca ataca la mía sin piedad y a causa de no responder a su feroz beso, recibo una mordida en mi labio inferior, y después una bofetada.

—¡ESCUCHA BIEN! ¡HARÁS LO QUE YO QUIERA, CUANDO QUIERA! ¿ENTENDIDO?. —vocifera gritando el hombre. Parece enojado, incluso furioso —¡HAS ESCUCHADO MALDITA ZORRA!. —cuando voy a protestar él no da tiempo.

De un santiamén siento como mi blusa es arrancada de mi cuerpo, y sus manos tocando mis senos. Escuchó el ruido de una cuchilla siendo abierta y puedo, segundos después, sentirla desde el arco de mis senos hasta la zona baja de mi abdomen.

—P.. por favor. —suplico —P.. por favor, p..pa….—no puedo terminar mi oración.

El tipo ha encajado la cuchilla en mi costado izquierdo, puedo estar segura que muy cerca de mi hígado. Ahogó un chillido cuando retuerce la zona afectada y me dejó caer de rodillas. No tardó estar nuevamente de pie cuando sus manos se enrosca en mi cuello, oigo el ruido de la puerta, seguido de una serie de tiros. Alguien logra quitarme al hombre de encima y se escucha otro disparo, esta vez más cerca. Estoy nuevamente de rodillas, cuando alguien saca la venda de mis ojos.

Verdes como los árboles, como el pasto. Las orbes verdes de Dominic son lo primero que veo, en su mirada puedo diferenciar una serie de sentimientos. Preocupación e ira.

—¡Maldición!. —maldiga gritando —¡GABRIELA, KATE, CHARLES, JAYSON!. —grita a todo pulmón.

Veo como sus manos viajan hasta la zona afectada y quitándose la camisa ejerce presión en ella. Hago un gesto de dolor cuando vuelve apretar, pero esta vez más fuerte que la otra.

—D-Domi-nic. —logró articular entrecortada—D-due-le. —su mirada va de mi cara hacia la herida.

Besa mi frente con delicadeza, y su mano que no tiene ocupada va a mi mejilla.

—Lo sé, cariño. Es sólo que….—respira frustrado —Es sólo que, el servicio médico viene en camino. Vas a ponerte bien, te lo juro nena. —comenta sonriendo.

Sonrió por inercia y justamente cuando logró ver el rostro de papá, la oscuridad vuelve apoderarse de mi.

Dominic

Durante cuatro días trate de comunicarme con Nirvana, es extraño este don que tengo pero que ahora servirá de mucha ayuda. Su padre y hermana en un principio se negaron a que yo me instalará en la habitación de ella, pero con ayuda de Jayson logré que aceptarán.

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora