Capítulo 43

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Acá otro capítulo sin editar, en verdad espero les guste y que lo disfruten. Lamento haber dicho que el jueves se publicaría el capítulo pero como en anteriores capítulos he dicho estoy en finales en la escuela y me cuesta mucho estar haciendo las dos cosas.

Disfruten el capítulo y díganme que les pareció.

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Pov's Nirvana.

Jueves 19 de Diciembre de 2015.

Hoy era un día sumamente especial, no sólo se trataba de mi juicio donde me dictarian una sentencia que tenía que cumplir en alguna prisión del estado. 

Hoy tenía una importancia este día, hoy—si mí madre siguiera viva—cumpliría años. Sonreí inconsientemente mirando el techo. Aquél techo color gris con una pequeña capa amarilla que estaba cayéndose a pedasos y que me había acompañado en toda una semana.

Semana perfecta para conocer a la gata, y precisamente no un animal, si no una mujer de unos—aproximadamente—
veinticinco años, había sido arrestada dos días antes que lo hicieran conmigo, pero su caso para nada era similar al mío.

—¿Entonces cuántos años crees que te den?. —su pregunta, pero sobre todo su potente voz hacen que deje de fantasear y le ponga atención.

Suspiro pesasamente y me recargo en los barrotes de la celda, del otro lado del pasillo y de la misma forma se encuentra Roberta Benavides, mejor conocida como la gata, una mujer que sin deberla ni temerla estaba en el lugar equivocado con la persona equivocada.

—No lo sé, a lo que me comentó Alex podrían darme perpetúa ó bien de diez a veinte años. —dije viéndola a la cara —Pero si van a hacer éso, mejor que me den perpetúa de una vez. —dije rodando los ojos y riendo.

Ella rió conmigo, pero ambas nos callamos cuando oímos la cerradura de los separos ser abierta.

—Espero en verdad que te den de dos a cinco años. —suspiró —Y no que yo, que ni siquiera sé si mi familia podrán pagarme un abogado.
—Ya te dije gata, no te preocupes por eso. Yo te lo pago
—le dije sincera.

Roberta se había enamorado de un tipo que se encargaba de transportar droga a otros estados con personas inocentes como ella, y lo peor de todo es que el tipo se empeñaba en hacerles creer que ella era quién hacía esas barbaridades.

Ella dejó de luchar cuando le informaron de la fecha de su juicio—que es una semana después que la mía—y que en ella tenía que estar presenté su abogado, el cuál aún su familia no conseguía.

—Valentine. —la voz de la oficial de turno, y el ruido de la macana* contra los barrotes llaman nuestra atención —
Diabla, hora de tu juicio. — canturrea.

Se observaba que en su mano derecha traía consigo una gran cantidad de cadenas y de ellas solamente dos pares de esposas colgaban. En su otra mano, otra gran catidad de mentales colgaban de su mano, llaves, las llaves de las celdas.

Observé como abrió la puerta y de un movimiento me indicó que saliera y cuando lo hice cerró la celda detrás mío.

—Manos enfrente y piernas separadas. —dijo.

Hice lo que pidió y ella empezó a esposar mis manos, observé como después de hacerlo con mis manos lo hizo con mis piernas y por ellas un gran tramo de cadenas caían por lo largo de mi cuerpo, conectándose por el inicio de cada una de ellas.

—¿Si no coordinó y caigo?. —dije bromeando, pero alguna parte de mí estaba empezando a ponerse inquieta, lo que ocasionaba que un pequeño picor empezará a molestar en mi cuello.

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