Capítulo 35

5.3K 224 4
                                    

Séptimo mes.

—Bien Nirvana, es tú turno. —
dijo Leo.

Asentí con la cabeza y empecé a caminar rumbo a la habitación en la cual habíamos visto que Enrique Miller, tío de Dominic e involucrado en el asesinato de mi familia, se había metido minutos antes. Mientras caminaba, empecé a recoger mi cabello, y a revisar si traía, por debajo del uniforme de sirvienta, el arma con el cual lo mataría.

—Adelante. —habló un hombre desde el otro lado de la puerta.

Pase sin hacer ruido, tomé la charola que el jefe de personal me estaba extendiendo y caminé a la mesa. Repartí las bebidas y observé a las personas alrededor de Enrique, dos hombres enfrente de él y uno a su lado derecho.

Ellos jugaban, mientras la otra chica, que repartía comida, y yo les servíamos cuando ellos pedían. Quince para las nueve de la noche loa tipos que estaban frente a él se retiraron, vi la oportunidad de matarlo cuando observé como el de su lado derecho se levantaba y acompañaba a los hombres afuera.

Caminé lentamente y en el transcurso saque mi arma, me coloqué detrás de la mesa donde estaban sirviendo las copas, abrí espacio entre un par de copas y dejé que el arma descansara ahí. Esperé unos segundos, me puse de cuclillas y apunté directamente directamente a la frente, respiré profundamente y disparé.

Por la fuerza y rapidez de la bala, su cabeza cayó para atrás y después hacía adelante. Las pocas personas que estaba ahí se arrimaron a auxiliarlo, mientras el jefe nos daba la señal de que nosotras saliéramos, tome el arma entre mis manos y con discreción salí se ahí.

—¿Qué habrá pasado?. —preguntó la chica.
—No tengo idea. —dije y caminé lejos de ella.

Durante mi transcurso a la salida me encontré a Leonardo y las personas que venían con nosotros, con un movimiento de cabeza que le di a Leo, empezó a caminar hacía la salida con algunos pasos de distancia de mi.

—¿Trabajo hecho?. —preguntó Leo apenas llegamos al coche.
—Hecho. —confirme subiendo en el lugar del copiloto.

Como de costumbre, Leo cerró mi puerta y después de darle la vuelta al coche, él subió a su lado. Mantener una conversación dentro de un auto con Leo, se había hecho tan complicado tanto que cada vez él sonreía menos.

—¿Cómo has estado?. —preguntó.

Su pregunta fue tan repentina que no supe que hacer o que decir, lo único que pude decir fue un ruido extraño saliendo de mi garganta.

—Las chicas aún preguntan por ti. —dijo unos segundos después de mi horrenda contestación —Nirvana, están tan preocupadas que me han dicho que son capaces de decirle a mi padre que empiece a buscarte por el mundo. —comentó aún mirando la carretera.

Observé la carretera antes de hablar. Recordé algunos tiempos atrás, cuando solía salir de vez en cuando con Amanda a algún centro comercial o al cine. Cuando era una chica libre y no un chica limitada a, posiblemente, pasar el resto de su vida en la cárcel.

—Llévalas mañana a un centro comercial, cuando las tengas ahí me avisas y yo llegó allá. —comenté y pude observa como un atisbo se sonrisa aparecía en su rostro —Déjame aquí. —le dije cuando observé el pequeño bar donde Dominic me había citado.
—¿Un bar Nirvana?. —preguntó con cierto tono se enfado en la voz Leo —Estás diciéndome que....
—Se lo que te estoy diciendo. —lo corté —Mañana a la hora que sea. —le dije y salí del coche.

Y justamente antes de cerrar la puerta escuché como río. Caminé negando con la cabeza divertida y después escuché como el motor del auto se escuchaba cada vez más lejos.

—¿Riendo sola?. —su voz llegó tan de repente que mi impulso fue gritar del susto, lo que ocasionó que él riera.

Observé su rostro, tan relajado. Cuando reía sus ojos se achinaban y mostraba unas pequeñas arrugas en los bordes de estos, su boca se abría tan ligeramente que no parecía que la abriera y sus apenas audibles carcajadas resonaban en el silencio que se extendía fuera del local, pero detrás de la puerta de la puerta de entrada podía oírse el eco de la música que resonaba en el lugar.

—Vale macho, entremos. —le dije nerviosa.

Y era así como le otorgaba ese poder a Dominic Miller, con sola unas miradas o tan sencillamente unas palabras él, lograba ponerme nerviosa. Siendo él.

—Entremos. —dijo riendo.

Ambos reímos nuevamente y entramos al lugar, un antro con música de fondo de moda, personas bailando en la pista demasiadamente pegada y mucho alcohol.

—Este no es nuestro lugar. —Dominic mencionó y siguió caminando.

Subimos unas escaleras y después a un lugar donde la música era escasa y muy diferente a la que se oía abajo. La música del lugar donde estábamos era un ritmo más lento, más sensual, más sexual.

—Cenaremos, me he tomado la molestia de escoger el menú, espero no te moleste. —dijo Dominic con un tono más tranquilo.

Un tono calmado, lento, sensual y que hacia que su mirada demostrara picardía. Lo observé como saco la silla en la cual yo tomaría asiento. Observé como lentamente y bajo mi mirada, se quitaba el saco—del traje que apenas vi que traía puesto—y como lo depositaba en el respaldo de la silla.

—¿Vino, señores?. —preguntó el mesero del lado mío.

Ambos asentimos y el mesero se retiro, Diminic me miró y aún sin deshacer la conexión de sus ojos con los míos, bebió. 

—Es curioso. —habló después de beber —Te me haces conocida. —dijo de repente.

Hice lo mismo antes de hablar, bebí de mi copa mirando sus ojos verdes.

—Es curioso. —dije con sorna y el sonrío ante la repetición de mis palabras —¿Será a una ex?. —comento con diversión y eso hace que Dominic deje de sonreír —No te preocupes, siempre me lo dicen. —continuo para no hacerlo sentir mal.
—No es eso. —dice mirándome, su vista va a mi mano donde esta la copa y después a la otra donde he colocado el cigarrillo que acabo de encender —Ella nunca haría eso, sin embargo me siento culpable de que haya entrado en ese vicio. —dijo con la cabeza gacha.

Lo observé unos segundos y después unas cortinas negras detrás de él me llamaron la atención, me paré de mi lugar y caminé hasta estar en el lugar de Dominic y después de observar ambos al mesero que empezó a servir la cena, me presto total atención.

—¿Qué hay detrás?. —pregunté
—Tendremos que comer antes. —dijo en mi oído.
—¿Si no lo hacemos?. —pregunté retadora.
—Tendremos que comer el postre primero. —dijo y sentí como su mano empezó a recorrer mi abdomen —Pero por mi encantado. —dijo bromeando.

Besó la parte más sensible de mi cuello y esos provocó que gimiera bajo pero muy audible para él. Tomé su mano cuando la sentí su mano en el borde de mi ropa interior—y que ya había pasado mi ropa—y la apreté fuertemente.

—Vas muy rá-rápido. —tartamudeé cuando su mano bajo más y toco mi clítoris.

Gemí tan bajo como pude, cuando sus dedos empezaron a penetrarme, una y otra vez, lento, rápido. Dominic tomó mis piernas y me posicionó en la mesa y él entre mis piernas. Bajo lentamente mis ropas y sin detenerse me saboreo, su lengua en mi coño jugaban tan maliciosamente pero a la vez tan lentamente que hacia que de mi boca la única palabra que saliera fuera, más.

Dominic dejo de torturarme, que ahora se sentía tan cruel, pero no tan cruel como las siguientes palabras que salieron de su boca.

Ven conmigo. —pronunció.

Apoyé mis antebrazos en la mesa y eché la cabeza bufando exasperada.

—Un tatuaje muy....interesante. —dijo y reí ante la cara que tiene al ver que el tatuaje que me había hecho hace un dos meses cuando decidí alejarme de él y que se encuentra en mi monte de venus.

—Dominic. —lo llamé —¿Pasamos la noche juntos?. —

CONTINUARA.

CAPITULO SIN EDITAR! YA SOMOS 20 MIL LEÍDAS! GRACIAS POR EL APOYO!

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora