Capítulo 16

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Dominic

Estaba siendo un hijo de puta. Sabía a la perfección que ésa era la escuela en la que Nirvana estudiaba, pero jamás pensé que sería su grupo al que tratáramos de atacar. Mi ojo izquierdo estaba con una marca morada que estaba empezando a hacerse un color de un color púrpura llegando al negro.

—Habrá dos fiestas en puerta próximamente. —habló mi padre —Dominic será el encargado de ambas, puedes invitar a la chica que quieras. —finalizó.

—¿Por qué no vas tú?. —pregunté.

Si en algo era malo, en definitiva era en las fiestas. Yo sabía mis problemas y a los cuales no podía controlar, el alcoholismo es una adicción que tengo desde los dieciocho años de edad cuando Jared falleció, desde entonces el alcohol mezclado en mi organismo hace que diga y haga cosas que no sabré al día siguiente. Normalmente no salgo de fiesta, prefiero estar en la comodidad de mi departamento para cualquier ataque de ira al cual tenga que enfrentarme después de algunos tragos encima.

—¡QUIERO QUE VAYAS TÚ! ¡ES UNA ORDEN!. —gritó golpeando fuertemente la mesa de su despacho —¡SERÁ TU CASTIGO POR QUITARTE LA CAPUCHA ENFRENTE DE ESA MUCHACHITA!. —vociferó.

Varios de los presentes quisieron mantenerse callados, mientras la otra mitad cuchicheaban entre ellos. Bufé molesto mientras me ponía de pie observado por todos los pares de ojos del despacho, sin embargo ahora no me importaban.

—¿¡SABES PORQUÉ!?. —grité, causando impresión en varios presentes —¡PORQUE LA AMO! ¡SABÍA A LA PERFECCIÓN QUE ELLA ESTUDIABA AHÍ! ¡PERO NO HICE NADA PARA EVITARLO!. —grité nuevamente.

Como era de esperarse mi padre soltó una carcajada sarcástica desde su garganta. Eleve mis cejas a modo de confusión y resoplo molesto, estaba seguro de lo que venía a continuación.

—¿Amarla Dominic?. —preguntó anonadado —Recuerda que sólo tienes que hacerla creer que la amas. No metas tus sentimientos aquí. —puntualizó.

Mi padre sabía cómo hacerme sentir más mal de lo que ya me sentía. No había sido coincidencia que supiera de la existencia de Nirvana Valentine, junto a mí padre y todo su equipo de investigación, habíamos realizado una extensa investigación sobre el punto más débil a Charles Valentine dando como resultado sus hijas. Todos nos preguntamos quién podría ser la segunda hija de Charles, ya que todos nomas sabíamos de la existencia de Kataleya. Fue entonces cuando Jay soltó la valiosa información de la relación que su madre mantenía con él, y días después el conocimiento de la segunda hija de Charles.

Había de dos personas para hacer este trabajo, yo ó Kelvin Villareal quien resulta ser primo por parte de mi madre y que a decir verdad, no sé qué hacer en este mundo del narcotráfico. Ahora agradecía a Dios por haberme opuesto a dicha petición de mi padre, Kelvin y yo no mantenemos la mejor relación primo-primo del mundo, incluso podría decirse que éramos la peor relación.

—¿De qué van las fiestas?. —pregunté. No estaba dándome por vencido, pero sabía que mi padre era un gran problema en el tema del convencimiento.

—Una es la fiesta de cumpleaños de las hijas de Charles. Llegaremos sin invitación. —informó sonriendo —La segunda es una fiesta de presentación, no pregunten de quién porque ésa información, no la trae la invitación. —finalizó levantándose de su asiento.

Con un andar idéntico al mío, se dirigió a la puerta de su enorme despacho y salió sin despedirse, típico de ése hombre. Seguidamente por mi y después mi primo, ambos nos dirigimos al mismo lugar. El se montó en su convertible y yo en mi tan amado Lamborghini, tenía pensado hablarle a Jayson pero en el registro de llamadas, su número apareció primero y sin pensarlo dos veces lo marqué.

¿Bueno? —contestó.

—¿Nirvana?

¿Dominic? ¿Pasa algo? ¿Estás bien? —preguntó.

—No, todo está bien. ¿Podemos hablar?

¿No puede esperar a mañana? —se oyó ruido del otro lado. —Son las tres y cuarto Dominic —bufó.

—Lamento no haber visto la hora. Pero esto no puede esperar para, prácticamente, más al rato.

—Está bien, ven a casa y mandame un mensaje cuando estés aquí. No toques el claxon. —colgó.

Manejé a casa de los Valentine, llegando justamente en diez minutos, como ella había dicho le mandé un mensaje diciéndole que estaba abajo y cinco minutos después salió ella. Abrió la puerta del copiloto y subió sin meditar palabra.

—Nirvana. —traté de hablar pero ella me interrumpió

—Empieza a manejar antes de que me arrepienta Dominic. —sentenció

Empecé a conducir al único lugar al que llevaría a alguien que se merece estar ahí. Conduje alrededor de hora y media, sabía los tedioso que era el viaje y más si se te ocurría ir a las tres y media de la madrugada. Nirvana durmió media hora después del camino y aún seguía haciéndolo pero me molestaba en lo más mínimo. Había empezar a sentir amor por ella, justamente después de verla dormir la primera vez.

—Nirvana. —la llamé —Nirvana. —la moví —Cariño. —susurre —Nirvana, Nirvana.

Salí del coche para rodearlo y poder llevar a alguna cama para que pudiera descansar bien Nirvana.

—Dios cuánto pesas. —susurré después de levantarla.

—Te estoy escuchando, Dominic. —comentó divertida mientras entrelaza sus manos en mi cuello

—¿No dormías?. —pregunté burlesco

—Sí, pero soy de sueño ligero. —río —Sentí que el auto se detenía y desperté, luego oí como me hablabas y decidí hacerme la dormida para no caminar. ¿Dónde estamos?. —preguntó.

Caminé con ella en brazos hasta la entrada de la cabaña, la baje lentamente para poder abrir la puerta son complicaciones.

—Bienvenida a mi guarida. —Le susurre en el oído mientras ella admiraba el interior de la cabaña.

Muebles en buen estado, sillones de cuero, cocina de madera, dos plantas. Prácticamente no venía aquí desde hace demasiado tiempo, para ser exactos desde que había contraído matrimonio con Natalia.

La vivienda estaba a nombre de mi madre, mi verdadera madre. La abogada Sabrina ex señora de Miller me había, prácticamente, criado desde los cinco años después de que Alexandra Shüpehutek hubiera muerto en una pelea de mafias.

—¿Hace cuánto no venías?. —preguntó asombrada pasando los dedos encima de la mesa central de la sala. —Demasiado diría yo. —se burló.

Puse los ojos en blanco y se escuchó su carcajada en todo la habitación, que solamente se alumbraba por la luz de la Luna. Caminé a pasos lentos hasta ella y entrelace mis manos en sus estrecha cintura, sentir como se estremecía bajo mi tacto me hizo sonreír inconscientemente.

—¿Pe-Pero qué haces?. —preguntó en un susurro.

No hablé, sólo actúe. Con mi mano derecha recogí sus cabellos y besé su cuello, ella movió su cabeza al lado contrario para darme mejor acceso a su cuello y poder aprovecharlo al máximo.

—Do-Dominic. —jadeo. —Me despertaste a las cuatro de la mañana para traerme a una cabaña, quien sabe donde para ¿Tener sexo?. —preguntó enfadada.

Posiblemente se negaría si le preguntara y yo sería un estúpido por preguntar eso. ¿La había traído para tener sexo? En definitiva no, quería pasar el mayor tiempo posible con ella, llegaría el día en que se entere de lo que estoy haciendo y ella no querrá saber nada de mí, nunca más.

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora