Capítulo 20

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El día había llegado, eran apenas la seis con media hora de la tarde y mi hermana gemela estaba hecho un caos. Nuestra fiesta número veinte tenía algo en especial que hacía que ella sonriera como nunca lo había hecho, y aunque yo quería hacer lo mismo, no podía. Sentía que algo pasaría, una opresión en mi pecho me lo decía, pero cada vez que lo pensaba, Kate llegaba con esa hermosa sonrisa que en años hacia atrás no había visto.

Deslice la tela blanca del vestido, por todo mi cuerpo y planchandolo con las palmas de mi mano, me mire al espejo. La parte del frente estaba cubierta por la fina tela de seda, mientras mi espalda quedaba totalmente al descubierto, una abertura en la pierna izquierda y que caía por todo mi cuerpo hasta llegar a mis talones a conjunto con uno tacones del número quince y una pulsera plateada que había sido regalo de Kate con la pequeña figura del sol en ella, ella al igual que yo traía una pero el de ella era una luna.

Al salir a la sala observé detalladamente a mi gemela, cabello recogido, maquillaje a la perfección y un perfecto bolso rojo de mano, con el cual hacía juego su vestido color negro en el mismo diseño que el mío. Así será siempre, mientras yo muestro un color que dice "amor y paz" ella demostrará lo contrario, mientras yo soy blanco ella es negro, yo soy luz ella es oscuridad.

Le sonrío a mi padre y él hace lo mismo, al llegar a bajo él nos entrega una medalla a cada una, frunzo mi ceño al notar que a mi me da una con la luna y el sol en conjunto mientras que Kate lleva uno de una flor, su flor la cattleyas.

(.......)

Un golpeo constante de mi dedo índice en el antebrazos de la furgoneta en la cual hemos decidido venir, es lo único que se oye desde que salimos de casa. Está de más decir que la traemos una camioneta igual detrás nuestro, la opresión en mi pecho es cada vez más constante y mis nervios están a flor de piel desde que papá nos entregó esas dichosas medallas.

Desde hace dos días que no he sabido nada de Dominic y aunque él me ha dicho que lo veré aquí, no me quedo tranquila. La sonrisa de Kate no desaparece ni cuando llegamos al lugar de la fiesta, desde afuera se ve que es grande y demasiado espacioso.

—Nirvana. —me llama mi padre.

Hasta ahora sé que el auto ha parado y él junto a Kate han bajado de la camioneta sin siquiera darme cuenta de ello. Observó la mano de mi padre y con una sonrisa forzada la aceptó, bajo el pie izquierdo y me impulsó hacia afuera. Más de una mirada se posa en nosotros al bajar del coche y éso hace que me ponga más nerviosa de lo que ya me encuentro, les sonrió a todas las personas que se nos cruzan en el camino mientras vamos a la entrada del lugar y puedo percibir cierta confusión en ellos, ambos mujeres vamos tomadas del brazo de papá, y aunque sé que Kate ya está acostumbrada a ella me susurra: —Siempre lo mismo, nunca cambian.

En la entrada logró distinguir a Jordán y Leonardo, quién al ver a Kate sus ojos se le llenan de ése brilló que dicen las personas tienen cuando están enamorados, observó de reojo a mi hermana y puedo verla sonreírle y con una sonrisa sincera me para a saludar a los dos chicos en la puerta de la entrada al lugar donde se encuentra la comida y la pista de baile.

—Señoritas. —nos dice Leonardo apenas pasamos por su lado.

Observo a mi alrededor en busca de una persona y tras no dar con ella sigo el camino que papá me muestra. Durante un par de minutos me presenta a varios de sus colegas, no sólo en el mundo del narcotráfico sino también colegas de la empresa, soy cortes con cada uno de ellos y tras un par de palabras me disculpo con ellos y caminó al área de las bebidas.

Ma belle dame. —su voz varonil junto al perfecta dominación del idioma francés hace que mi cuerpo entero experimente esas series de sensación que me hace sentir cada vez que sus manos tocan mi cuerpo desnudo, sonrió.

Ven ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora