Septiembre 1991.

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Capitulo 45: Septiembre 1991.

La indignación de Minerva al enterarse de la relación de su sobrina y Severus no había sido nada comparado con el escándalo que se armó cuando Remus y Dora anunciaron su noviazgo. Sirius y Lucius temieron haber sufrido un paro cardíaco y Ted corrió al Merodeador por todo el terreno de la Mansión Malfoy. Lupin terminó una semana internado en San Mungo a manos de Canuto, quien fue ingresado media hora después, cuando su sobrina vengó a su novio.

Finalmente, fueron Marlene, Andrómeda y Narcissa las que llamaron a la cordura, impidiéndoles a sus esposos oponerse a la relación al amenazarlos con su hombría. Ayudó un poco el enterarse que Remus había logrado convencer a la metamorfaga de seguir su sueño de convertirse en Aurora, dejando de lado la idea de estudiar pociones solo por el encontrar la cura del problema peludo del castaño, aceptando que era el adecuado para su, ya no tan pequeña, Dora.

Regulus fue el único de los hombres de la familia Black que no opuso resistencia, conociendo los sentimientos de su sobrina y lo mucho que ambos habían sufrido por no poder estar juntos. Convirtiéndose ésta en la única razón por la que tanto su hermano y sus primos políticos se alegraron de que decidiera retomar su viaje desde el punto en el que se había quedado antes de conocer a Mia, aprovechando para visitar a Peter y a su hijo.

Así, el 1° de septiembre, no solo se despedían de los jóvenes que se dirigían a un nuevo año lectivo en Hogwarts, sino también del menor de los adultos Black.

La estación King Kross estaba repleta de gente, y por el andén 9 ¾ apenas se podía circular, por lo que la gran familia había decidido amontonarse al final del largo pasillo para así no estorbar a las cientos de familias, mientras ellos se despedían uno por uno de los jóvenes que marchaban para el colegio.

Harry, Ron, Hermione, Draco, Neville y Daphne se veían realmente emocionados, cargando sus baúles ellos solos, revisando que sus mascotas estuvieran cómodas y escuchando los concejos de sus padres y tíos y los regaños de sus madres.

Tori, Ginny, Luna, Lizzie, Sam, Milly y Knut los observaban con tristeza, sin querer separarse de sus primos/hermanos/amigos, pero con la esperanza de que los meses pasaran rápido para poder reencontrarse y acompañarlos en el siguiente año escolar.

-Fred, ven a despedirte de tu madre.-Exclamó Molly extendiendo los brazos hacia el gemelo, luego de limpiar la nariz de Ron por milésima vez en el día. El pelirrojo frunció el ceño cruzándose de brazos, ofendido.

-Yo no soy Fred, soy George. Honestamente mujer, ¿Y dices llamarte nuestra madre?- Preguntó haciendo que Molly los mirara sorprendida y angustiada. Harry, quien estaba a su lado, despidiéndose de su hermana por quinta vez, se giró a mirarlos sintiendo su corazón latir a mil por hora, en su mente una imagen apareció, casi igual a la que sucedía frente a sus ojos, pero completamente diferente. No era raro que los gemelos hicieran esa broma, pero ésta vez, se sentía completamente diferente.

-Lo siento, George, querido.-

-Estaba bromeando, soy Fred.- Sonrió el pelirrojo abrazando a su madre con fuerza, mientras depositaba un tierno beso en su frente.

-¡Trevor!-Exclamó Neville corriendo detrás de su rana.

-Ay Neville.- Susurró Augusta llevándose una mano a la cabeza mientras veía a su hijo correr tras su nieto, ayudándolo a recuperar a su mascota. Harry observaba todo con su corazón latiendo fuertemente, una extraña sensación incrustándose en su pecho.

-Harry.-Lo llamó su madre, sacándolo de su burbuja mental.- ¿Qué pasa cariño?- Los ojos verdes de Harry se posaron en los de su madre, sintiendo las lágrimas que se acumulaban en éstos.-Bebé.-Susurró preocupada, abrazándolo con cariño.

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