Junio 1980

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Capitulo 21: Junio 1980

La reunión de la familia Black fue una de los detalles más llamativos de la fiesta de agradecimiento a Shacklebolt. Nadie podía pasarlo por alto. Era tal la sonrisa en el rostro de Sirius y de Andrómeda al estar nuevamente con su familia que todo parecía brillar a su alrededor.

Los Merodeadores y Lily no podían encontrarse más felices por este hecho, sabiendo lo que significaba para Sirius el que sus padres nuevamente lo abrazaran o simplemente que lo llamaran "hijo". Tal había sido el efecto causado en ellos, que Severus había vuelto a comunicarse con su padre y ahora intercambiaba cartas con él casi semanalmente. Incluso Remus, que había dejado de visitar a su padre periódicamente luego de la muerte de su madre, había comenzado a ir a verlo cada domingo para almorzar con él.

Así, cuando menos se dieron cuenta, casi una semana había pasado y ya era cinco de junio, y aunque no recordaban lo que sucedería ese día, todos se encontraban ansiosos, sin saber realmente por qué.

Andrómeda había pasado las últimas dos semanas junto a su hermana, ayudándola en todo lo que pudiera para no estresarla, ya bastante había tenido en ese embarazo como para toda una vida. Por lo que fue la primera en darse cuenta de lo que sucedía cuando Narcissa despertó en medio de la madrugada gritando de dolor.

Apenas tuvo tiempo de avisarle a Lucius, que estaba entrenando, que ya estaban llegando a San Mungo con la compañía de Duella y Cygnus, quienes tampoco se habían alejado de su hija en la última semana.

Las horas pasaron tan rápido que apenas notaron que ya eran las ocho de la noche y el bebé aún no nacía. Dieciséis horas y ni una noticia. Todos se habían acercado a hacerle compañía al preocupado Lucius quien esperaba ansioso saber algo de su esposa y de su hijo. Pero cuando el medimago salió de la habitación de la rubia, solamente necesitaron verle la cara para saber que algo no marchaba bien.

-¿Qué pasa?-Preguntó Lucius levantándose de su asiento como si éste tuviera un resorte. Sus suegros lo siguieron y un segundo después, el medimago se encontró rodeado de personas, aunque sus ojos estaban fijos en Malfoy.

-Hay complicaciones. Las contracciones prácticamente son nulas y hay sufrimiento fetal. Debemos usar un recurso muggle que llaman cesárea. Debemos operarla.- Severus tuvo que agarrar al rubio de los brazos al ver cómo su rostro empalidecía.

-Hagan lo que sea necesario, pero sálvenlos.- Ordenó Snape hablando por su amigo, quien perdía la conciencia en sus brazos. El medimago entró nuevamente a la habitación mientras Lily y Alice utilizaban lo que habían aprendido en sus clases para ayudar al rubio.

La espera fue terrible, nadie sabía lo que pasaba y las últimas noticias habían causado que la preocupación aumentara en cada uno. Lucius, ni bien había recuperado la conciencia, se había largado a llorar, asustado por lo que podría pasarle a su familia. Nunca, ni cuando se había enfrentado a Voldemort, había tenido tanto miedo como en ese momento. Solo quería que todo acabara. Tener a su hijo en brazos y besar a su esposa otra vez.

Andrómeda intentaba consolar a sus padres, mientras ella misma era consolada por su esposo. Sus ojos perdidos y su mente pensando en cómo podría soportar perder a su hermana cuando recién la había recuperado.

Tal era el silencio que el sonido del piqueteo en la ventana los alertó. Fue Sirius el que se acercó a ver qué pasaba, encontrándose con una lechuza grande y blanca con un sobre en el pico. Lo tomó con desconfianza y acarició la cabeza de la lechuza en agradecimiento, pero al leer el remitente, la carta resbaló por sus manos, cayendo al piso.

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