Verano del 98

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Capitulo 62: Verano del 98.

El verano del 98 estuvo lleno de momentos divertidos, románticos, familiares y conflictivos.

Las canciones de los graduados fueron tomadas como mantra para los miembros de la familia de largo apellido, decidiendo aprovechar cada día al máximo, haciendo todo lo que habían deseado en sus vidas, para que cuando llegara el final, pudieran decir que habían vivido sin reprocharse nada.

Empezaron con pequeñas cosas, por ejemplo Regulus, que cada noche, volvía a su casa de trabajar, tomaba en brazos a su pequeña Jamie Narcissa, y bailaba con ella una canción de Stevie Wonder llamada "Isn't she lovely" que había escuchado en la radio y que no podía dejar de decicarle a su hija, mientras Marinette los observaba enternecida.

O los gemelos Weasley, que decidieron volver a vivir a la Madriguera hasta que su hermano menor y el resto de los graduados terminara de mudarse al vario familiar, y así disfrutar un poco más del vivir bajo el mismo techo de sus padres.

Gracias a esto, muchos tomaron valor para hacer cosas que antes no se habían atrevido, o que ni siquiera habían pensado hasta que salieron del egreso.

Como Hagrid, que hasta ese momento no se había dado cuenta que llevaba ya casi veinte años en pareja con Madam Maxime y nunca habían dado un paso más en la relación. ¡Imaginense la sorpresa de todos cuando las lechuzas de Hogwarts aparecieron en sus ventanas invitándolos a celebrar el matrimonio de Rubeus Hagrid y Olympe Maxime en Francia!

Fue una bella boda, sobretodo cuando Grawp dio un conmovedor discurso sobre lo agradecido que estaba con su hermano por haberlo rescatado y lo feliz que lo hacía que haya encontrado el amor de la mano de esa gran mujer.

Luego llegó el turno de Percy, quien honrando el lema de Gryffindor, juntó valor para pedirle a Alastor la mano de Audrey, sorprendiendo al recibir como respuesta un alegre "Ya era hora", no solo de parte de su suegro, sino de su novia, quien había escuchado los balbuceos del joven Weasley del otro lado de la puerta de la oficina de su padre, a quien justo ese día se le había ocurrido invitar a almorzar.

Y, como si dos compromisos, con una boda incluida, fueran pocos...

Aquel 20 de julio, no solo se festejaban los 17 años de Elizabeth Lily Potter. Fred y Milah celebraban tres años de noviazgo y, a pesar de que la fiesta de cumpleaños de la joven Potter era algo importante para ambos, como todos los cumpleaños de sus primos, el pelirrojo había preparado algo muy especial para esa tarde, y George no había comprendido la magnitud de los nervios de su gemelos hasta que tuvo que dejarlo solo en su habitación, ya que no podía respirar siquiera por la desesperación que le producía verlo correr de un lado para el otro, ultimando los detalles de su sorpresa.

Fred revolvía su habitación, buscando algo desesperado, sus nervios eran más que obvios mientras sacaba todo el contenido de un estante.

Molly entró en el cuarto con unas túnicas dobladas en su mano, sorprendiéndose al ver todo revuelto.

-¡Fred Gideon Weasley!-Exclamó enojada haciendo que su hijo se congelara en su lugar y se girara temeroso hacia su madre.-¿Qué es este desastre?-Gritó dejando las túnicas sobre la cama desecha para poner sus brazos en jarra.

-Lo siento mamá, es que estoy nervioso, no encuentro la canción perfecta y Milah me espera en dos horas.-Se disculpó tomando su varita para, con una ligero movimiento de ésta, poner todo en su lugar.

-¿Canción para qué?-Preguntó frunciendo el ceño confundida y acercándose a él, notando que llevaba puesta una túnica de gala.-¿A qué se debe tanta elegancia?-La pregunta de su madre lo hizo sonrojarse.

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