Misión: Una diadema destruida, un Voldemort que se acerca a su final.

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Capitulo 12: Misión: Una diadema destruida, un Voldemort que se acerca a su final.

Cuando creas que todo está perdido, solo debes cerrar los ojos y pensar... pensar en esa persona que está esperándote, deseando que puedas cumplir con tus metas, tus sueños. Pensar en esos seres especiales que sin importar sus sentimientos, no dudan en regalarte una sonrisa para animarte.

Ellos, tus amigos, tu familia, esas personas que siempre estarán para ti, porque a pesar de lo que tú creas, ellos nunca te abandonaran.

En la oscuridad, en el peor de los laberintos, en el desierto más seco de todos... ellos te encontrarán y te llevarán a casa. Confía en mis palabras, yo soy prueba de eso.

-¡No podemos haber perdido la marca Regulus! ¡Eso es imposible!-Xenophilius caminaba por la Sala de Menesteres recorriendo los pasillos de objetos apilados, enfurecido por su mala suerte.-Tiene que estar por aquí, ayer vi este candelabro sobre este mismo mueble mientras hacíamos la marca... tiene que estar por aquí.-Se quejó observando el piso.

-Sé que tiene que estar aquí pero no está Xeno, la estoy buscando y no está.-Respondió el pelinegro del otro lado del muro de muebles, también mirando al piso.- No pueden perderse todas las marcas que hacemos Xeno, ya hace una semana y media que estamos dejando marcas y las perdemos. Estoy exhausto, necesito descansar.-Perdiendo lo que quedaba de sus energías, Regulus se sentó en el piso, con la cabeza apoyada contra el muro.- Es el último Horrocrux y no podemos encontrarlo, siento que estamos defraudando a todos.- Murmuró con las lágrimas formándose en sus ojos. Xenophilius, al escuchar sus palabras, dio la vuelta, caminando hacia él.

-No te des por vencido ahora, así debamos hacer el hechizo mil y una veces, sin irnos de ésta habitación, encontraremos esa Diadema, como que me llamo Xenophilius Cuasimodo Lovegood.-Exclamó lleno de energías, Regulus se giró hacia él con los ojos abiertos de par en par, mirándolo sorprendido.

-¿Tu segundo nombre es Cuasimodo?-Preguntó tratando de contener las risas. El rubio rodó los ojos, sentándose junto a él.- ¿Cuasimodo como el jorobado?-Volvió a preguntar, y ante la cara de molestia de su compañero, no pudo aguantar más y largó una larga carcajada.- Oh por Merlín, cuando mi hermano se entere de esto.-Siguió riendo, ganándose malas miradas del rubio.

-Tú no le dirás nada a tu hermano. No lo quiero burlándose de mi nombre durante años.-

-Si, si. Como digas.-

-Enserio Regulus, si lo haces, prometo que haré tu vida miserable.-Regulus ahora reía más fuerte que antes, para indignación de Xenophilius, que lanzó un suspiro cansado. -¿Podemos seguir con lo que estábamos?-Levantándose, extendió su mano hacia el pelinegro, que la tomó aún riendo.

-Como digas, Cuasi.-Regulus sacó su varita y comenzó a recitar los hechizos de localización de magia oscura, hasta que su varita quedó levitando en el aire, como una brújula.-Aquí vamos otra vez.-Susurró caminando por el camino que le era indicado, con su compañero siguiéndole los pasos.

-Ya pasamos por aquí dos veces.-Se quejó Xeno al ver el mismo perchero en forma de águila junto a un cuadro con caras deformes, que habían pasado hacia tan solo cinco minutos.- ¡Estamos dando vueltas en círculos!- Regulus se detuvo, mirando a su alrededor enojado.

-No puede ser, ¡Tiene que estar por aquí!-Desesperado, se lanzó contra los muebles, revisando cada rincón de éstos, buscando en cada caja, cada bolsa o sobre. –Maldición.-Gritó tirando al suelo la última caja que quedaba en pie.-¿Dónde está?-

-Tal vez hay demasiados objetos con magia oscura aquí.-Dijo Xeno abriendo un cajón de una enorme cajonera.

-Ya hemos recorrido toda la sala tres veces y no la hemos encontrado. Este hechizo nos hace dar vueltas y vueltas, no nos ayuda en nada.- Furioso, pateó el muro de sillas junto a él, haciéndolas caer, revelando una pequeña cómoda azul con detalles plateados.-Xeno.-Susurró acercándose a la cómoda, el rubio, sorprendido, corrió hacia él, abriendo el primer cajón de la cómoda donde encontraron una pequeña caja de madera.-Por favor, por favor.-Pidió con los ojos cerrados y la cabeza mirando al techo. El señor Lovegood, incapaz de perder más tiempo, abrió abruptamente la caja, comenzando a reír extasiado. Regulus abrió los ojos y la vio. -¡La diadema!-Exclamó girándose hacia su compañero.-¡La encontramos!- Ambos se abrazaron emocionados, sin poder contenerse.

Tiempo HechizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora