Tiempo Hechizado

Misión: Alerta Permanente

Capitulo 13: Misión: Alerta Permanente.

Desde pequeña me enseñaron a ser valiente, leal, honesta, respetuosa, generosa y alegre. Mis padres siempre creyeron que esos eran los seis valores fundamentales con los que criarnos, Valentía, Lealtad, Honestidad, Respeto, Generosidad y Alegría.

Tardé muchos años en comprender por qué justamente esos seis eran los que habían elegido, pero luego de escuchar sus historias, no tardé mucho en entenderlo.

Creo que ésta pequeña parte de su maravillosa historia podrá darles una idea de por qué, sino, bueno, aún me queda mucho que contarles...

Regulus Black y Severus Snape acababan de entrar en la mansión Goyle cuando vieron a todos sus ex compañeros mortífagos sentados en la larga mesa, con Voldemort a la cabecera. Nunca habían tenido tanto miedo de estar allí como en las últimas dos reuniones, pero lo que más miedo les daba era la tez pálida del Señor Tenebroso, su cabello sin brillo y sus ojos secos.

-Severus, Regulus, tomen sus lugares.-Ordenó Voldemort con voz cansada, levantando levemente su mano hacia los asientos que les correspondía ocupar. – Regulus, ¿Dónde están tu prima y su cuñado?-Le preguntó con sus ojos fijos en los del joven, que tragó dificultosamente, lanzándole una pequeña mirada a Rodolphus, quien se tensó en su lugar.

-Como sabrá señor, mi prima Narcissa está embarazada de su primogénito y, con su triste historial debe mantener un serio reposo, por lo que Lucius no ha podido separarse de ella, para no preocuparla.-Explicó con miedo, sintiendo los ojos de todos fijos en él.

-¿Y Bellatrix? ¿Por qué mi más leal súbdita no ha acudido a mi llamado?- La furia era notoria en su voz, lo que hacía temblar a todos los presentes. -¡¿Dónde está Bellatrix?!- Voldemort intentó levantarse de su asiento, pero sus fuerzas flaquearon y volvió a caer en la silla, Barty se levantó para ayudarlo, pero una fulminante mirada de parte de su amo y señor lo hizo volver a su lugar con la cabeza gacha.- ¿Alguno tiene una respuesta a mi pregunta?- Insistió, pasando su mirada del esposo de su súbdita al primo de ésta, quienes negaron con la cabeza, intimidados.- Bien, si ninguno lo sabe, deberé mandarlos a buscarla.- Severus y Regulus se tensaron en sus lugares, aunque para todos pasó desapercibido debido a la propia tensión de cada uno de los mortíferos.- Como se habrán dado cuenta, la Orden del Fénix parece hacerse más fuerte cada día. No podemos permitir eso, no podemos dejar que vuelva a suceder lo mismo que en Little Hangleton. –Su furibunda mirada se posó en los mortífagos a los que había mandado en esa misión, incluido el dueño de casa.- Solo debían espantar a los ciudadanos ¿Y qué es lo que lograron?- Golpeó la mesa con fuerza, haciéndolos saltar.- ¡Tuve que ir a buscarlos hasta África!-Gruñó volviendo a hacerlos saltar, aunque Severus y Regulus tuvieron que usar todas sus fuerzas para evitar reír. -No sé cuáles son los planes de Dumbledore, pero no podemos dejar que los cumpla. A partir de ahora, cada vez que nos crucemos con un miembro de la Orden, éste será ejecutado.-

-No.-Susurró Regulus con su corazón deteniéndose del miedo. Severus lo miró igual de angustiado, tratando de enviarle fuerzas para no delatarse.

-Quiero que estén atentos a Hogwarts, cualquier movimiento extraño me será inmediatamente informado. A partir de éste momento, no descansarán hasta que la maldita Orden del Fénix haya dejado de existir.- Sosteniéndose de la silla, Riddle se levantó y caminó hacia la puerta de salida, pero cuando todos creyeron que se iría, se giró nuevamente hacia ellos.- Rodolphus, tú y tu hermano buscaran a Bellatrix. No me fallen o se atendrán a las consecuencias.- Los hermanos Lestrange se miraron presos del pánico, pero rápidamente salieron de la habitación, siguiendo las órdenes de su líder.-El resto, ya saben que hacer.-Sin más que decir, siguió su camino y todos respiraron relajados. Regulus y Severus se levantaron rápidamente, saliendo de la mansión Goyle como si cientos de inferís los estuvieran siguiendo. Se desaparecieron ni bien tuvieron oportunidad y llegaron a la Sede, sin dejar de ver sobre sus hombros con miedo.