–¿Segura que no hay problema?–preguntó por quinta vez una ojiverde que parecía preocupada.
–Lauren, ya te dije que a ella no le importará que veas una película con nosotras–dije ya cansada de responder lo mismo.
–¿Y si a su mamá no le agrada?–seguía con las preguntas.
–Le encantarás, créeme–le sonreí para intentar tranquilizarla, algo que pareció funcionar por que su cara se relajó y devolvió la sonrisa.
–Creo que debí comprar algo también–murmuró Lauren con sus manos en los bolsillos de su sudadera y la vista fija en el suelo.
–No te preocupes tenemos todo lo necesario para una noche de chicas–dije riendo al mismo tiempo que alzaba la bolsa con lo que había comprado en la tienda.
Seguimos caminando unas calles más en silencio. No era algo incómodo al contrario, todo con Lauren parecía ser tan natural que era extraño sentirme de esa forma. Me sentía muy bien cerca de ella. En ocasiones miraba sus manos y pensaba en la posibilidad de tomar una y entrelazar sus dedos con los míos.
Lo sé, algo loco.
Pensar en ella de otra forma, mirarla de otra forma me asustaba pero también hacía a mi corazón latir como loco de alguna manera. Moví un poco mi cabeza para alejar los pensamientos que estaban atormentando de buena manera mi cabeza. Estaba avergonzada por eso. Por suerte ya estábamos llegando así que apresure el paso. No necesitaba voltear para asegurarme de que Lauren me seguía.
Llegamos a una linda casa pintada de beige con algunos detalles en piedra, con una gran puerta de color terracota que la diferenciaba del resto. Habían pequeñas macetas encima de la baranda del porche. A la madre de Dinah le gustaban mucho las flores y decorar con ellas su casa era su pasatiempo prefiero. A través de las ventanas se podía apreciar las luces encendidas. Subimos las gradas del porche y quedamos en frente de la puerta. Justo cuando iba a tocar el timbre para que nos abrieran escuché a Lauren murmurar.
–Creo que es mejor que me vaya–dijo nerviosa.
–Oh no, tú te quedas aquí–dije para después tomarle del brazo y así evitar que se fuera.
–Pero Camila...–no terminó de hablar por mi interrupción.
–Pero nada, tú entras conmigo–dije seria–parece como si fueras a conocer a tu suegra–terminé en tono de broma, pero luego mis ojos se ampliaron por la sorpresa de entender lo que sucedía.
Lauren permaneció en silencio unos segundos y luego pareció entender lo que le había dicho ya que su rostro cambió a uno de sorpresa.
–No puede ser–llevé la mano que tenía libre a mi boca–te gusta Dinah–dije por fin.
–¿Qué?–preguntó Lauren que parecía algo confundida.
–Te gusta Dinah, por eso estás así de nerviosa–le aclaré lo que había descubierto.
–¿Qué? No no, tu amiga no me gusta. No me malinterpretes Dinah es una chica muy guapa pero no me gusta ella–dijo a modo de explicación, en su rostro se podía ver como la vergüenza se apoderaba de ella.
–¿No te gusta Dinah?–pregunté mirándola a los ojos.
–Claro que no–contestó apartando la mirada.
–¿Te gustan las chicas?–pregunté sin pensar.
Se sorprendió con mi pregunta, yo también lo hice. De pronto su rostro que seguía avergonzado comenzó a tomar color pero esta vez con más fuerza. Su cara estaba completamente roja y parecía que en cualquier momento se desmayaría. Decidí hablar de nuevo para intentar arreglar la situación.
–No tiene nada de malo, ya sabes eso de que te guste otra chica. Como tu amiga te voy a apoyar, puedes contarme acerca de tus gustos no hay problema...–deje de hablar o más bien no terminé mi discurso por que ella parecía incómoda.
Luego de unos minutos en silencio ella habló.
–Sí, me gustan las chicas–murmuró rascando su cuello en el proceso, seguía avergonzada.
–Oh–fue lo único que alcancé a decir ya que la puerta de la casa se había abierto dejando a una irritada Dinah a la vista.
–Hasta que al fin llegas Camila–fue lo primero que dijo ella al verme–la pizza ya llegó y no quiero que se enfríe...–al parecer ya se había dado cuenta de mi acompañante ya que sus ojos estaban en algún punto detrás de mi.
Giré mi cuerpo un poco para encontrarme con una Lauren totalmente quieta. Giré los ojos ante su reacción. Luego me voltee hacía Dinah, ella estaba con el ceño fruncido sin apartar la mirada de Lauren.
–Dinah me encontré con Lauren en el camino y la invité a ver la película con nosotras, espero que no te importe–expliqué a mi amiga que enseguida relajó sus facciones y después sonrió.
–Si si, lo que sea pero pasen ya que tengo hambre–dijo Dinah moviéndose de la puerta para dejarnos entrar.
Tomé la mano de Lauren que seguía sin moverse y al hacerlo pude notar que su cuerpo se estremeció un poco. Ella lentamente fue bajando la cabeza y sus ojos se posaron en nuestras manos. Sonreí cuando levantó la cabeza y vi sus mejillas sonrojadas, Lauren me devolvió tímida la sonrisa.
Acercándome a su oído le susurre–ves te dije que no le importaría, relájate–terminé de decir para luego jalar conmigo a Lauren dentro de la casa.
Una vez adentro dejé las bolsas sobre la pequeña mesa café de la sala. Me senté en uno de los sillones seguida de Lauren, en ese punto no me había dado cuenta que todavía sostenía su mano. Con pesar la solté y de inmediato la sensación de que algo me faltaba se apodero de mí.
–Iré a traer la pizza, está en la cocina–habló Dinah–¿me ayudas a traer los refrescos Camila?–preguntó con sus ojos puestos en mí y con una gran sonrisa.
Eso no era nada bueno, la conocía muy bien y sabía que ella estaba tramando algo. Suspire para luego levantarme no sin antes decirle a Lauren un "ahora vuelvo" acompañado de una sonrisa.
Me dirigí a la cocina con paso lento como si eso pudiera evitar que me encontrará con una Dinah que ya estaba esperando por mi.
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