–Hubieran visto la cara de la profesora cuando le entregué el examen–comentó Lauren riendo.–Te digo que esa perra te odia–dijo Dinah haciendo una mueca, cosa que hizo reír a la ojiverde y por consiguiente hacerme sonreír.
–Dinah no la llames así, recuerda que también es nuestra profesora–dije llamándole la atención.
–Si pero eso no le quita lo perra–se encogió de hombros, la ojiverde rió con la respuesta de la rubia yo simplemente suspiré para luego sonreír, ella no cambiaba.
Después de que terminaran las clases las tres nos dirigimos a la casa de Dinah, no sin antes pasar por una caja de pizza primero. Ahora estábamos en su habitación sentadas en el suelo a un costado de su cama. Dinah apoyaba su espalda contra la cama, Lauren en una pequeña mesa de noche que estaba junto a esta mientras que yo estaba justo en frente de las dos.
Acordamos que nos quedaríamos a dormir en casa de Dinah esa noche. Lo hacíamos cada fin de semana pero lo adelantamos debido a que mi padre estaría en casa el sábado y no creía que la idea de su hija durmiendo fuera de casa todos los fines de semana le agradara mucho.
Luego de ver ratatouille (sí, la película para niños de la rata que cocina) nos entró un deseo de cocinar, aunque ninguna supiera como hacerlo, nos dirigimos a la cocina para preparar algo. Dinah dijo que sería la jueza mientras nosotras intentábamos hacer algún platillo, ella los calificaría. Pues resulta que la pequeña rata hacía ver que cocinar era fácil ya que nosotras después de cinco minutos de haber comenzado a "cocinar" nos teníamos un verdadero desastre en toda la cocina. Dinah, que estaba sentada en un banco alto de madera en una esquina del lugar, no hacia más que reírse de nosotras.
–Somos terribles en esto–rió Lauren al ver el desorden que teníamos. Asentí con una sonrisa, concentrada en lo que estaba haciendo.
–Apestan–soltó Dinah sin dejar de reír.
–Bueno, llevaré esto al horno–habló la ojiverde caminando con...lo que fuese eso que tenía en sus manos, hacia el aparato.
No cumplió su objetivo pues se resbaló antes de llegar. Terminó en el piso con su misterioso platillo en su ropa. Las risas de Dinah sólo iban en aumento mientras Lauren se quejaba por la caída.
–Oh no–dejé el cuchillo que tenía en la mano y me giré en la dirección donde había caído la ojiverde–déjame ayudarte–caminé sólo unos pasos y ya estaba cayendo como Lauren hace unos momentos.
Caí sobre mi estómago lo que provocó que perdiera un poco el aire. Cuando lo recuperé levanté mi cabeza para ver a Lauren, quien había caído de espaldas y seguía en el suelo.
–¿Estás bien?–preguntó preocupada, su rostro estaba muy cerca del mío.
–Sí–contesté–¿Tú estás bien?–pregunté mirando sus labios y luego a sus ojos.
–Sí–fue lo único que dijo. Ella me miró a los ojos durante unos segundos, sus ojos se veían más claros que de costumbre. Después su mirada fue bajando hasta mis labios y pude notar como se mordía los suyos.
¡Dios quería tanto besarla!
–Camila–ella susurró, poniendo una mano sobre mi mejilla.
Acarició la zona para luego pasar un mechón de pelo detrás de mi oreja y acercar su rostro lentamente, acortando el poco espacio entre nosotras.
¡¿Me iba a besar?!
¡Maldición, ella va a besarme!
Cerré mis ojos esperando el contacto de sus labios sobre los míos mientras que por dentro celebraba con gran emoción.
–Pero que...–una voz me sacó de mi momento eufórico previo al beso que estaba esperando y que nunca llegó–¡¿Qué diablos creen que están haciendo?!–volví a escuchar.
Rápidamente abrí mis ojos al reconocer la voz. Me puse de pie inmediatamente con ayuda de Lauren y miré hacía la entrada de la cocina donde estaba la mamá de Dinah con una expresión horrorizada, seguramente por como había encontrado su cocina.
–S-señora...–dijo una nerviosa Lauren con un tono alarmado.–Mamá–Dinah pareció perder el color de su rostro–Podemos explicarlo.
Tanto ella como yo sabíamos lo importante que era la cocina para su madre, ella adoraba mantenerla limpia y ordenada. Y ahora estábamos en problemas por todo el desastre que habíamos hecho.
–Dinah Jane Milika Ilaisaane Hansen Amasio–comenzó la mamá de la rubia–¿qué está pasando aquí?–preguntó, llevándose una mano al puente de su nariz visiblemente molesta.
–Sólo queríamos cocinar algo–intentó explicar.
–Sabes que, no me digas nada más, las quiero fuera de mi cocina ahora–seria apuntó hacia la salida de la cocina. Las tres obedecimos y caminamos como niñas traviesas a las que habían atrapado haciendo alguna clase de travesura–Y ustedes dos, tomen un baño primero–nos señaló a Lauren y a mí.
Volteé la cabeza para mirar a la ojiverde que tenía el pelo cubierto de una cosa viscosa, su ropa estaba manchada de la misma sustancia y algunas salsas que había utilizado para su platillo y en su rostro tenía algo de harina. Seguramente yo estaba en condiciones iguales pero la pregunta aquí era...
¡¿Qué diablos estaba cocinando Lauren?!
Subimos las escaleras en silencio hasta llegar a la habitación de Dinah, cuando entramos no pudimos evitar reír. Dinah se acostó en su cama mientras nos observaba atentamente para luego hacer una mueca.
–Mi madre tiene razón, deberían darse un baño–dijo la rubia levantándose de la cama-pueden usar mi baño, no se preocupen, no las molestaré–sonrió de manera maliciosa mientras se dirigía a la puerta.
Lauren al parecer había captado el doble sentido que tenían las palabras de la más alta, ya que cuando la miré ella me observaba con sus ojos de par en par, su boca entreabierta y totalmente roja.
–Y-yo...yo...–Lauren balbuceaba sonrojada y eso la hacía ver adorable.
–No te preocupes, Lolo. Puedo usar el baño de la habitación de invitados–le sonreí tratando de calmarla.
–Que aburrida Cabello, yo sólo quería que se divirtieran un poco–respondió entre risas al ver la cara de Lauren que seguía igual o más roja que antes–Como sea voy a ir a ayudar a mi madre, ustedes pueden tomarse su tiempo en la ducha–finalizó saliendo de la habitación.
–ldiota–grité y sólo pude escuchar como su risa se alejaba en el pasillo–bien Lauren te daré algo de ropa de Dinah y...–no pude terminar de hablar por que cuando me giré para verla sentí sus labios sobre los míos.
Sus manos estaban ahora a cada lado de mi cara y aunque sólo fuera un pequeño roce de labios se sentía tan bien. Cuando ella planeaba alejarse esta vez fui yo quien la tomó del rostro para evitar perder el contacto. Tomé su labio inferior y lo mordí suavemente para después succionarlo. Lauren gimió bajo y posando sus manos en mi cintura para pegarme más a su cuerpo tomó el control del beso. El beso era lento y ahora nuestros labios se movían simplemente conociéndose. El aire estaba comenzando a faltar así que nos separamos lentamente no sin antes dejar un pequeño beso en su labios.
–Vaya–susurró Lauren pegando su frente con la mía. Abrí mis ojos para mirarla pero ella los tenía cerrados y una gran sonrisa en su rostro que desapareció unos segundos después–Oh Dios, Camz yo...–decidí interrumpirla antes de que terminara lo que tenía que decir.
Y lo hice besándola de nuevo.