Cap 49

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Los tres siguientes días habían sido un poco más difíciles. La madre de Camila decidió ponerle chófer como medida de vigilancia, así que el tipo la dejaba frente al instituto y esperaba allí hasta la hora de salida, para llevarla de vuelta a casa. Le prohibió cualquier salida y en caso de que fuera necesario tenía que hacerlo acompañada. Todo eso no me impidió ir a verla a escondidas esas tres noches. Subía por ese árbol detrás de la propiedad hasta llegar a la cocina. Ahí era donde la señora Irina me ayudaba a pasar hasta la habitación de Camila. Era una gran cómplice.

En esos tres días no me permití pensar en lo que me había dicho Sinuhe. Obligué a todos esos pensamientos a desaparecer. Lo que me importaba en ese momento era disfrutar de la compañía de mi hermosa chica.

Como hoy era viernes salimos un poco más antes de las clases, me dirigía en este momento a la casa de Camila. Pasaba por la playa, que quedaba de paso, y pude ver como un chico golpeó a un señor de traje. El hombre cayó al suelo lo que le dio la oportunidad al chico de salir corriendo. Me quedé mirando por un momento al hombre que se estaba limpiando las manos todavía en el suelo y luego miré al chico que estaba huyendo.

Huyendo.

Él estaba robando.

Sin pensarlo me puse detrás del chico. Era irónico ya que tiempo atrás yo hacía lo mismo. No tuve que correr tanto para alcanzarlo. Me abalancé contra él cayendo ambos en la arena. De sus manos una cartera salió volando, dando a parar lejos de nosotros. Lentamente y quejándome por la caída me levanté, mirando al ladrón.

¡Era un niño!.

Sorprendida seguí mirándolo, no podría tener más de 14 años. Asustado se levantó de un saltó, dispuesto a salir corriendo. Rápidamente le tomé el brazo y estudié su apariencia. Era de piel morena y cabello rizado, sus ojos eran de un color café algo claros. Vestía con una ropa sucia y llena de agujeros, casi igual a como estaba yo hace algún tiempo.

–Por favor, no llames a la policía–habló con miedo a la vez que intentaba zafarse de mi agarre.

–Hey tranquilo–contesté todavía sin soltarlo–Mira, toma–lentamente llevé mi mano libre hasta el bolsillo de mi pantalón sacando todo el dinero que traía.

Extendí mi mano ofreciéndole el dinero, haciendo que me mirara extrañado.

–Sé que no es mucho pero podrías comprar algo decente con él–dije al ver que no se movía–He pasado por lo mismo que tú, sé que no es fácil aún así deberías dejar de robar. Sólo necesitas conocer a las personas correctas–finalicé mi discurso sintiéndome nerviosa.

¿Qué estaba haciendo?

Probablemente me insultaría, me golpearía como hizo con el hombre y luego se iría corriendo. Los niños de ahora podían ser a veces muy crueles.

–Gracias–escuché, lo que hizo que volviera a la realidad–Muchas gracias–dijo el chico y entonces noté que sus ojos estaban brillando.

Sonreí aliviada, dándole el dinero. Él no tardó en tomarlo y regalándome una enorme sonrisa se fue corriendo. Caminé hasta la cartera del hombre para levantarla. Limpié la arena de ella mirándola bien. Parecía ser cara, muy fina.

¿Hubiera sido mejor que se llevara la cartera en vez de darle mi dinero?. A lo mejor tenía más dinero del que yo le había dado. Pensar en eso me puso algo triste. Sabía lo difícil que podía ser toda esa vida.

Regresé donde estaba el señor, quien se estaba limpiando el pantalón.

–Ese muchacho si que golpea duro–dijo el hombre riendo.

La Dama y Jauregui (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora