–¿Estás segura de esto, Camz?–preguntó Lauren un poco insegura.
Miró el gran muro de piedra que se encontraba frente a nosotras. Formaba parte del jardín trasero de mi casa, donde terminaba la propiedad. Pensé que sería mejor entrar por este lugar antes de arriesgarnos a que mi madre nos encontrara en la puerta principal. Conociéndola armaría un gran escándalo, primero por estar empapada y segundo por entrar con Lauren.
–Claro que sí, ya lo había hecho antes, no te preocupes–contesté sonriendo para calmarla.
–¿Y cómo se supone que vamos a pasar?, esto está muy alto.
–Fácil–respondí caminando hacia el único árbol cerca del muro, colocando mi mano en este.
–¿Es broma, cierto?–preguntó incrédula.
No respondí y comencé a subir por el tronco, agarrándome de algunas ramas.
–Camz baja de ahí, puedes hacerte daño–dijo con preocupación.
–Vamos que no es tan malo–me detuve para mirarla.
Ella suspiró bajando la cabeza derrotada, comenzando a caminar hacia el árbol.
–Está bien–alcancé a escuchar–Tenías razón, no es tan malo–habló luego de un tiempo.
–¿Me estás mirando el trasero?
La pequeña risita que soltó confirmó mi pregunta.
Subimos sin problemas y con cuidado caminamos por una de las ramas que más cerca se encontraba del muro. Del otro lado había una enredadera por la cual bajamos hasta tocar el suelo de nuevo. Como ya era de noche nadie que estuviera cerca de los grandes ventanales nos vería entrar. Además no era como si el jardín tuviera mucha iluminación.
Corrimos hasta la puerta corrediza de la cocina, que todavía tenía las luces encendidas. Asomé primero la cabeza para asegurarme de que la persona que siguiera ahí no fuera alguno de mis padres. Paseé la vista por el lugar encontrándome sólo con la cocinera. Ella estaba de espaldas ya con su bolso lista para irse.
–Hola–dijo Lauren entrando a la cocina, arrastrándome con ella.
Irina dio un pequeño saltito dejando caer las llaves que traía en sus manos. Giró colocando una mano sobre su pecho y nos miró sorprendida.
–Por Dios, niñas–habló mirándonos de arriba abajo–¿Qué les pasó?.
–Fuimos a comer helado–contestó la ojiverde luciendo casi inocente.
Casi.
La señora miró a Lauren sin entender, levantando una ceja.
–Es una historia larga–le dije a la mujer–¿Sabe si mis padres están en casa?–pregunté después.
–Oh, los señores salieron hace mucho. Si me lo pregunta no creo que regresen pronto, su madre salió hablando por teléfono, al parecer tiene problemas en la empresa y a su padre lo llamaron de emergencia del bufete–me miró con algo de pena...¿o era compasión?.
–Mejor así–hablé aliviada–Vámonos Lauren, tenemos que cambiarnos–tomé su mano y comencé a caminar para subir a mi habitación.
Antes de que pudiéramos salir de la cocina Lauren se soltó de mi mano, lo que hizo que me girara para mirarla con el ceño fruncido. La ojiverde se acercó a Irina y sin importarle estar empapada la abrazó.
–Muchas gracias por la ayuda–dijo sonriente.
La mujer mayor rió, tampoco importándole si la mojaba. Dio unas cuantas palmaditas en la espalda de mi chica y luego la alejó.
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