Llegué a mi casa a las 11:30, realmente tarde. Una de las empleadas me abrió la puerta y me ofreció algo de comer pero simplemente negué con la cabeza. Estaba tan cansada de caminar que solo quería estar en la cama. No me había dado cuenta de lo mucho que había caminado y sin cartera no podía pagar algún tipo de transporte, así que mi única opción fue regresar caminando.
Subí las escaleras para llegar a mi habitación y lo primero que hice cuando entré fue tirarme en la cama. Sentía el cuerpo pesado, ni siquiera me levanté a cambiarme la ropa. Cerré los ojos para quedar profundamente dormida.
Eran las 8:00 de la mañana y era sábado, unos toques en la puerta hicieron que despertara. Sabía que era una de las empleadas pero decidí ignorarla para seguir durmiendo. Siguieron tocando, de todos modos la chica entraría a mi habitación hablaría con su voz chillona y luego se marcharía.
–Señorita Camila–habló rompiendo el silencio de la habitación–Sus padres llamaron, ellos dijeron que se iban a un viaje de negocios–terminó de decir.
–¿El desayuno ya está listo?–me limite a preguntar, ignorando todo lo que había dicho.
–Si señorita Camila–respondió un poco insegura.
–Bien–me levanté de la cama–puedes irte, en un momento bajo–dije mirando a la chica.
Con un leve movimiento de cabeza se retiró de la habitación. Caminé a mi armario para buscar la ropa que me pondría ese día y luego me dirigí al baño. Cuando estaba bajo el agua caliente comencé a llorar un poco, debería estar acostumbrada a quedarme sola en casa pero desde los 9 años casi no veía a mis padres.
Ya vestida fui directo a la cocina a comer algo, la cocinera ya tenía mi desayuno en la mesa así que me senté a comerlo en silencio. No hablaba con las personas que trabajaban en la casa, no me sentía segura con ellos. Seguramente pensaban que era una de esas chicas que solo se juntaban con personas de clase social alta, pero no es así. Terminé mi desayuno y subí a mi habitación a buscar mi teléfono. Tenía varios mensajes de Dinah, mi mejor amiga, habíamos quedado en salir. Busqué algo de dinero en mi mesa de noche y salí de la habitación. Cuando iba hacia la puerta principal alguien me detuvo.
–¿Va a salir señorita Camila?–preguntó una de las empleadas.
–Sí, tal vez no regrese a dormir–le respondí, abriendo la puerta para poder salir.
Caminé hasta llegar a una pequeña tienda de flores, ahí esperaría a Dinah. Me puse a observar las flores para distraerme un poco y así no pensar en lo atrasada que estaba mi amiga. Seguía mirando las flores cuando unas manos taparon mi ojos, dejándome prácticamente sin visión. Sabía quién era, era fácil reconocerla aún sin verla.
–Dinah ya quita tus manos–dije riendo un poco, llevando una de mis manos a las suyas que seguían cubriendo mis ojos.
–¿Cómo sabías que era yo?–preguntó quitando sus manos. Solté una carcajada.
–Con una de tus manos podrías cubrir toda mi cara–recibí un leve golpe en el hombro de su parte.
–Que idiota eres Cabello–dijo cruzándose de brazos, giré los ojos.
–Sí sí, lo que digas Jane ahora vamos a ver una película–comencé a jalarla del brazo para que caminara.
Fuimos al centro comercial y compramos los boletos para ver una película. Pasamos la tarde viendo tiendas y comprando cosas innecesarias. En realidad no necesitaba tanta ropa o tantos zapatos, pero se había vuelto un hábito comprar en exceso.
"Intentas llenar ese vacío que siempre vuelve cuando llegas a casa" gritaba mi cabeza cada vez que compraba más de lo necesario.
No quiero ese sentimiento conmigo.
Quería quitarlo, sacar ese sentimiento pero no sabía como llenar ese vacío que sentía dentro.
Eran las 6:00 pm y nos encontrábamos en la playa. Decidimos parar a descansar un poco ya que llevábamos muchas bolsas, además la casa de Dinah quedaba cerca. Dejé las bolsas encima del muro de piedra y estiré mis brazos un poco. Un pequeño grito de Dinah hizo que girara para mirarla.
Y ahí estaba o mejor dicho ahí iba la misma chica que había robado mi cartera. La reconocí por que tenía la misma ropa de la noche anterior.–Mi cartera–gritó Dinah comenzando a correr.
–Dinah las bolsas–corrí tras ella, dejando nuestras bolsas en el muro.
Después de unos segundos Dinah paró de correr. No me detuve, seguí corriendo tras la chica. Algo me decía que la alcanzara, solo esperaba que mis piernas no me fallaran otra vez.
–Corre Chancho y trae mi cartera–gritó entrecortadamente, agitando una de sus manos en el aire.
Giré mi cabeza solo un momento para ver a mi amiga y era de esperarse que estuviera tirada en la arena. Volví la vista al frente donde seguía corriendo la chica.
Llevábamos unos largos minutos corriendo pero ninguna parecía ceder y yo no dejaría que se marchara. Había algo en esa chica que me atraía.
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