Cap 4

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Entré a la cafetería buscando a mi amiga con la mirada, cuando la encontré me dirigí hacia ella. Me acerqué a la mesa donde se encontraba y me senté frente a ella. Dejé mi bolso a un lado y tomé una de sus papas y la lleve a mi boca. Dinah se quedó mirando mi rostro un tiempo, incómoda bajé un poco la cabeza intentando ocultar la herida en mi mejilla. Sabía que la había visto, a ella no se le escapaba nada.

–Camila–me llamó pero simplemente la ignore–Camila mírame–volvió a llamar, esta vez sonando un poco más dura.

Levanté la cabeza lentamente y mis ojos se encontraron con los de ella. Esperé a que hablara.

–¿Qué mierda te pasó?–dijo ella señalando mi mejilla.

–No es nada, sólo me golpee al salir de casa esta mañana–intenté sonar segura.

–No es cierto–entrecerró un poco sus ojos–¿Quién lo hizo?–preguntó, apretando sus labios cuando terminó de hablar.

–Ya te dije, de verdad que no es nada–susurre.

–¿Fue ella, verdad?–preguntó lo obvio.

–Sí–contesté.

–Esa hija de pu–antes de que siguiera hablando la interrumpí.

–Ya pasó Dinah, no tiene sentido que te pongas así–traté de calmarla.

–¿Qué no me ponga así? Ella te golpeó, Camila–dijo algo molesta.

En ese momento sonó la campana, indicando el inicio de clases. Me sentí un poco aliviada al no tener que hablar sobre esto aquí.

–Habláremos de esto más tarde–afirmó levantándose de su asiento y recogiendo sus cosas.

Sólo asentí con la cabeza e imite su acción. Tampoco quería llegar tarde a clases. Salimos de la cafetería en silencio, seguramente ella estaría enojada conmigo por no haberle contado antes. Ella se despidió y se dirigió a su clase. Seguí caminando hasta entrar a mí salón.

Cuando terminaron las clases esperé a Dinah en la salida de la escuela. Intenté divisarla entre todos los estudiantes pero era imposible. Después de unos minutos ahí logré reconocer a alguien, era mi ladrona. Ella, llevaba una mochila algo vieja sobre su hombro izquierdo. Parecía no encajar con la lujosa escuela que dejaba atrás, con los superficiales estudiantes que la rodeaban, parecía no encajar conmigo y eso simplemente me atraía.

Sin pensarlo ya estaba caminando detrás de ella. La seguía en silencio, sólo observándola. Dinah me mataría por esto pero aparte la imagen de como ella lo haría y me concentré en la chica que tenía al frente. Caminamos aproximadamente cuarenta minutos, cuarenta minutos para armarme de valor y poder hablarle. Me acerqué lentamente, tratando de no asustarla con algún movimiento torpe de mi parte. Estaba nerviosa.

–Hola–dije por fin, sonriendo algo tímida.

Ella volteó la cabeza para mirarme y sus ojos se abrieron sorprendidos. Pereció reconocerme y enseguida quiso salir huyendo pero la detuve justo a tiempo.

–Espera por favor, sólo quiero hablar–la tomé del hombro para que se detuviera.

Bajó su mirada hasta mi mano que descansaba en su hombro y entendí a lo que se refería.

–Lo siento–susurré apartando mi mano.

–¿De qué quieres hablar?–preguntó algo seria.

–No lo sé–respondí sintiendo como mis mejillas iban tomando color.

Y de verdad no sabía por qué me acerqué a hablarle, como tampoco sabía que hablar con ella. No le iba a decir: "Hola oye recuerdas cuando me robaste la cartera en la playa, pues hay que repetirlo otro día". Sabía que yo no era una persona normal, sólo yo sentía ganas de hablar con la persona que te había robado.
Esto era una idea estúpida.

–¿Me seguiste hasta aquí sólo para decirme que no sabes qué quieres hablar conmigo?–preguntó confundida o podría ser molesta, no lo sabía, su rostro no mostraba expresión alguna.

–Yo bueno eh–no sabía que contestar a eso, mi vergüenza cada vez iba aumentando. Bajé la cabeza dispuesta a darme la vuelta.

–Espera, lo siento–dijo suspirando–ven, sígueme–habló caminando de nuevo.

No me había dado cuenta en que momento habíamos llegado cerca de la playa, donde nos dirigíamos en este momento. Cuando llegamos ella me indicó el camino hacía una zona apartada y se sentó mirando al mar.  Me senté justo al lado pero no lo suficientemente cerca. Observé su perfil, era hermosa, con su pelo moviéndose con el viento y el atardecer de fondo.

–¿Ahora, de qué quieres hablar?–preguntó rompiendo el silencio que se había formado entre las dos.

–Tú nombre–fue lo primero que salió de mi boca, me sonrojé por lo que acababa de decir.

–¿Qué?–dijo confusa.

–Si bueno, me gustaría saber tú nombre–me encogí de hombros.

–Oh eso–giró su cabeza para mirarme–Lauren, mi nombre es Lauren Jáuregui–sus ojos todavía estaban puestos en mí.

Otra cosa de la que no me había dado cuenta era de sus ojos. Tenía los ojos más hermosos que había visto en mí vida, eran de un color que me llamaba, que me hipnotizaba. Sonreí.

–¿Qué, tengo algo en la cara?–dijo sonriendo también, a lo que simplemente negué con los cabeza sin dejar de sonreír.

–Bien por que me hubiera visto en la obligación de matarte y enterarte aquí mismo–continúo hablando.

Seguramente vio mi cara de terror cuando dijo eso por qué su rostro cambió a uno preocupado.

–Oh lo siento sólo estaba bromeando, ya sabes no lo decía en serio. 

–Pensé que si lo harías–dije calmándome un poco, no creía que ella fuera a lastimarte pero no debía confiarme tampoco.

Ella rió bajo pero luego su expresión se volvió seria. Me miraba fijamente, sentí que podía ver a través de mí. Luego levantó su mano y tomó suavemente mi mentón haciendo que volviera la cabeza un poco.

–¿Qué te pasó ahí?–preguntó sin soltarme. Cerré los ojos disfrutando unos segundos su cálido contacto.

–No es nada–mentí, aunque pareció no creerme pero no dijo nada.

Conversamos un poco más, hablando de cosas si importancia y conociéndonos. Lauren era una persona muy agradable que aparentaba ser una chica ruda. Descubrí que le gustaba estar sola ya que no le gustaba estar rodeada de idiotas, como los de la escuela.

–Bueno, creo que se está haciendo tarde–habló levantándose y girando para verme– Nos vemos luego–dijo alejándose.

Me quedé observando como se alejaba hasta que sentí vibrar mi celular.

–Mierda–susurré al ver la pantalla–Dinah, lo había olvidado.

Me levanté y caminé lo más rápido que me permitían mis piernas. Ella realmente me iba a matar.

La Dama y Jauregui (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora