Luego de calmar a Dinah y pedirle perdón varias veces le conté lo sucedido con mi madre, sin omitir lo de la chica en la playa. Justo ahora nos encontrábamos en mi habitación. Dinah estaba acostada en mi cama leyendo una revista y yo sentada en el suelo con la espalda apoyada en la cama.
–Así que Lauren–dijo ella pasando de página.
–Sí–contesté simplemente, mirando a la nada.
–¿Te gusta?–preguntó sin despegar su mirada de la revista.
–¡¿Qué?!–casi grité.
–Que si te gusta esa tal Lauren, duh–dijo mirándome de reojo–a veces eres bien lenta Camila–finalizó.
–¡¿Cómo me va a gustar!?–pregunté algo alarmada.
–Pues no lo sé, gustándote y ya–habló dejando la revista a un lado en la cama para voltear a verme.
–¡Dinah!–le dije en reproche.
–Sólo digo, además no es malo que te guste una chica–se defendió.
–Eso ya lo sé–contesté con un suspiro.
No podía decir que me gustaba esa chica. Era linda ciertamente pero apenas la conocía y ella me había robado, creo que eso sería algo muy raro. Lauren era una persona agradable por lo que pude apreciar en nuestro poco tiempo juntas. Conversar con ella fue más fácil de lo que pensé, tal vez compararla con los idiotas de la escuela fue un error de mí parte. Los chicos con los que estudiaba eran muy superficiales y lo único en lo que piensan es en dinero, alcohol, sexo y más dinero. No los soportaba.
Pero había algo en Lauren que me decía que ella era diferente.–Chancho–llamó Dinah golpeando mi hombro.
–Oye–me quejé por el golpe.
–Lo siento pero no me respondías, además me lo debías por dejarme esperando–se encogió de hombros.
–Ya te dije que lo sentía.
–Y yo te dije que tenía hambre así que vamos–dijo levantándose para luego tirar de mí mano y ayudar a levantarme–mi madre dijo que ya tenía la cena lista–habló abriendo la puerta.
Cuando abrió la puerta completamente nos sorprendimos al ver a una de las empleadas justo al frente de nosotras.
–Señorita Hansen–dijo en forma de saludo hacia mi amiga y luego se dirigió hacia mí–Señorita Camila la cena esta lista, su madre la esta esperando–dicho eso se retiró dejándonos solas.
–Arreglaré esto–le dije a lo que ella sólo asintió.
Bajamos las escaleras en silencio y justo en el pie de éstas estaba mi madre. Ella estaba con sus brazos cruzados, mirándonos fijamente. Vestida tan elegantemente como podía.
–Karla ¿qué hace ella aquí?–habló mi madre mirando a Dinah de arriba abajo, con un gesto de desagrado en su cara.
–Creí haberte dicho que es mi mejor amiga, mamá–le contesté sin apartar mis ojos de los de ella, retándola.
"Lo sabrías si me prestaras atención y estuvieras en casa para presentártela" pensé.
–Como sea no la quiero aquí–se giró para dirigirse al comedor–haz que se vaya, te espero para comer–finalizó para perderse de nuestras vistas.
–Lo siento–le dije algo apenada a mi amiga por la actitud de mi madre.
–No te preocupes–respondió dándome un fuerte abrazo.
Cuando nos separamos ella se dirigió a la puerta principal y antes de salir me dio una mirada rápida. Asentí y ella sonrió por mi acción, luego de eso cerró la puerta dejándome completamente sola en ese gran salón. Caminé hasta dar con el comedor. Mi madre ya estaba en su silla disfrutando de su comida.
Lentamente me fui acercando hasta el otro plato de comida ubicado al otro lado de la mesa, justo al frente de mi madre. Lo que me extrañó fue ver sólo un plato servido aparte del de ella.–¿Dónde esta papá?–pregunté sin sentarme en la silla.
–Esta en una reunión, mañana tiene un caso muy importante y necesita arreglar unos asuntos–contestó antes de tomar su copa de vino y tomar un sorbo de ésta–ahora siéntate a comer Karla.
–No–dije casi en un susurro pero pareció escucharlo.
–¿Perdona?–dijo algo sorprendida, dejando el tenedor que tenía en la mano a un lado de la mesa.
–Dije que no–hablé más alto esta vez–¿por qué tenías que tratar así a Dinah?–le pregunté molesta.
–¿Así se llama esa niña? bueno, eso no importa, ella no es de buena familia por lo que veo–habló indiferente.
–¿Por qué dices eso?.
–¿Qué no es obvio? Su ropa no es apropiada, se nota que no tiene clase–respondió con el mismo tono.
–¡Mamá ella es mi amiga por dios! ¿Cómo vas a decir eso de ella si no la conoces?–ella iba a hablar de nuevo pero continúe hablando antes que dijera algo más–Te recuerdo que esa chica va a la misma escuela que yo, tal vez su familia no tenga tanto dinero como nosotros pero si pueden darle una buena educación y le dan algo más importante, cariño algo que aquí en esta casa falta–terminé de hablar.
Sentía mis ojos arder, las lágrimas amenazaban con salir pero no quería parecer débil frente a ella. Permanecimos en silencio unos minutos. Como parecía que no iba a hablar me retiré de la habitación. Cuando llegué al salón principal dejé escapar unas cuántas lágrimas que limpié rápidamente. Corrí hasta la puerta y la abrí. En cuanto puse un pie fuera de casa vi a Dinah recostada en su auto, con sus manos dentro de los bolsillos traseros de su pantalón. Sonríe y me lancé a sus brazos.
–Gracias–le dije sin dejar de abrazarla.
–Sabías que te esperaría de todos modos–dijo apretándome más contra ella.
–Sí lo sé, gracias por eso.
–Ahora vamos que mi mamá llamó hace unos minutos, no quiere que comamos su pasta fría–dijo regalándome una sonrisa.
–No sé que haría sin ti–le dije abriendo la puerta de su auto del lado del copiloto.
–Lo sé, no podrías vivir sin mí–dijo dramatizando un poco llevando su mano hasta su frente.
–Idiota–reí por su actuación.
"No, no podría" pensé.
Y era cierto, Dinah era como mi hermana. No sabría que hacer sin ella.
Ella arrancó el auto conduciendo hasta su casa. El camino lo pasamos cantando, entre risas y bromas.
Cuando detuvo el auto frente a su casa supe que había llegado con mi familia.
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