Lentamente fui abriendo los ojos, había despertado hace unos minutos pero sentía que si abría mis ojos esas caricias en mi pelo desaparecerían. Como pensé, la mano dejó mi cabeza inmediatamente cuando apenas abrí los ojos. Sonreí.
Un tenue rayo de luz pasaba por la cortina de la ventana que seguramente estaba mal cerrada y por eso dejaba alumbrar aunque fuera un poco la habitación. Había dormido muy bien, como pocas veces lo hacía. Eso sólo ocurría cuando dormía en la habitación de invitados en la casa de Dinah. Estiré mi cuerpo bostezando, era una de esas veces en que mi espalda no dolía cuando hacía el movimiento para desperezarme y lo agradecí profundamente.
Una vez que conseguí abrir mis ojos completamente lo primero que vieron fue a Camila acostada de medio lado con su cabeza apoyada en la almohada, despeinada. Supe en ese momento que esa sería la imagen más perfecta que vería en toda mi vida.
–Hey–dijo ella sonriendo.
–Buenos días, Camz–le devolví la sonrisa.
–Lo siento si te desperté–habló refiriéndose a las caricias que dio en mi cabeza.
–No te preocupes, además ya estaba despierta–dije la verdad, sin poder evitar sonrojarme.
–¿Estabas despierta y no dijiste nada?–preguntó luciendo sorprendida.
–Si...b-bueno...me gustaba como se sentía...–contesté en un susurro que claramente ella escuchó. Por sus mejillas levemente rojas entendí que lo había tomado con doble sentido–N-no Camila...no...no me refería a...a eso...–intenté aclarar rápidamente, mi cara estaba ardiendo.
–Eres adorable, Lolo–saltó sobre mí y con sus brazos rodeó mi cuello escondiendo su cara allí.
Esto no ayudaba en nada. Que Camila estuviera encima de mí luego de haber malpensado mis palabras definitivamente no ayudaba a que mi vergüenza disminuyera. Apreté los ojos intentando alejar los diferentes tipos de pensamientos que se me venían a la cabeza con nosotras en esta posición.
–Camz...–susurré cerca de su oído.
–Mhm–el sonido proveniente de su garganta hizo que enviara sensaciones a todo mi cuerpo. Sensaciones muy agradables tenía que admitir.
Comencé a sentir que Camila dejaba besos en mi cuello, tomándome por sorpresa succionó ligeramente el lugar donde se encontraba mi pulso. Tuve que hacer un esfuerzo muy grande para evitar que cualquier tipo de sonido saliera de mi boca.
Ella continuó besando mi cuello, está vez bajando un poco mas cerca de mi clavícula sólo para volver a subir y morder el lóbulo de mi oreja.No quería detenerla pero sabía que necesitaba hacerlo. Como pude coloqué ambas manos sobre sus hombros e hice un poco de fuerza para empujarla. Mis intentos de apartarla se vieron interrumpidos en el mismo momento en que sentí su lengua deslizarse desde mi clavícula hasta mi mandíbula. Fue en ese punto donde me rendí ante su boca.
No quería admitirlo, pero yo era virgen y esto me daba un poco de miedo. Aunque su boca estaba logrando que olvidara todo eso. No me molestaba la idea de perder mi virginidad con Camila, al contrario, me excitaba aún más.
Todos mis pensamientos se desvanecieron cuando alguien tocó la puerta de la habitación. Suspiré aliviada luego de gruñir por la interrupción. Camila río en mi cuello.
–¿Si?–se levantó con sus brazos, aún sobre mí, alzando su voz para que la persona detrás de la puerta escuchara. Todo eso sin dejar de mirarme.
–Señorita Camila, el desayuno ya está listo. Sus padre llamaron, ellos...
–En seguida bajamos–cortó a la chica y escuchamos los pasos que se alejaban.
Camila volvió a esconder su cabeza en mi cuello sin hacer nada más. Tal vez era mejor así, tal vez ese no era el momento.
–Dinah llamó–dijo ella después de unos minutos en silencio mientras yo me dedicaba a acariciar su espalda con mis dedos–Quiere saber si vamos a ir está noche. Creo que está algo molesta por faltar a nuestra noche de películas ayer–terminó riendo bajo.
–Dinah me da miedo cuando está enojada–admití riendo.
–A todos, creo. Hasta a mi me da miedo pero no se lo digas.
–No te preocupes, tú secreto está a salvo conmigo–le seguí la broma.
–¿Vas a ir?–preguntó de repente, sacando la cabeza de su escondite.
–Claro, pero antes necesito pasar a casa. Quiero ver si la señora Miller necesita algo. Puedo llegar a casa de Dinah, te llamaré si algo ocurre, no te preocupes–Sonreí y besé su frente, algo que fue inevitable hacer.
–Muy bien–dijo levantándose–El desayuno ya está listo así que démonos prisa–caminó hacia la puerta–Usaré el baño de la otra habitación, ya sabes que puedes tomar lo que quieras. Nos vemos en la cocina–dicho esto salió cerrando la puerta detrás de ella.
Luego de darme un baño bajé a la cocina para encontrarme con Camila. Ella ya estaba sentada con el desayuno en frente pero no lo tocaba. Hablaba con su ahora más reciente amiga, la cocinera.
–Buenos días, señora Vólkov–dije tomando asiento al lado de Camila.
–Oh, hola linda–contestó poniendo un plato igual al de Camila en la mesa para mi.
La señora Vólkov giró dándonos la espalda y comenzó a lavar los utensilios que había utilizado para hacer nuestro desayuno. Una mano en mi rodilla hizo que volteara la cabeza, cuando lo hice unos labios se adueñaron de los míos por unos instantes.
–Ahora si, buenos días, Lolo–susurró Camila después de separarse.
Continuó comiendo su desayuno como si no hubiera hecho nada mientras que yo rogaba por que la señora Vólkov no girara y me mirara sonrojada. Si ella lo hiciera y preguntara por mi estado probablemente me pondría nerviosa y no sabría que responder. Como también sabía que si eso pasaba Camila se reiría de la situación y luego cambiaría el tema de conversación para que la señora Vólkov no insistiera más sobre el tema.
Terminamos de comer y nos despedimos de Irina para luego salir de la casa de Camila. Unas cuadras después ella tomó mi mano. No parecía importarle que las personas se nos quedaran mirando y comenzarán a susurrar cosas. Ella estaba tranquila mirando el paisaje, nos estábamos acercando a la playa.
Soltó mi mano y me miró sonriente.
–Entonces, ¿vas a ir a casa primero?–preguntó metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón corto.
–Sí–me distraje un segundo en sus largas piernas pero luego me apresuré a continuar–Iré a casa de Dinah en la tarde–finalicé desviando la mirada algo avergonzada.
Camila soltó una risita.
–Está bien, nos vemos en la tarde–colocó las dos manos en mis mejillas y me besó dulcemente. Correspondí el beso casi de inmediato y cuando se alejó junté nuestras frentes.
–Nos vemos–dije sobre sus labios con una sonrisa.
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