Después de terminar de comer me aseguré de guardar algo para que Lauren pudiera comer más tarde, aunque no era necesario realmente. Había comprado suficiente comida como para unas cuantas semanas. Compré desde frutas, galletas, cereales, hasta algunos refrescos, leche, jugo de naranja entre otras cosas. Lauren se molestó cuando le dije que había comprado todo eso para ella. Discutimos un poco pero no había nada que un par de besos y las palabras adecuadas no pudieran arreglar.Ella seguía con la idea de pagarme toda la ropa que habíamos comprado el viernes pasado, también quería pagar el celular que le regalé y ahora la comida. Pero eran eso, regalos que quería hacerle a ella.
"No tenías que hacerlo, no es tú obligación cuidar de mí".
Había dicho molesta mientras comíamos.
"Ya lo sé, Lauren. Sólo quería hacer algo especial porque eres alguien muy importante para mí"
Le respondí con un susurro. Algo triste por su reacción.
Eso dio paso a la discusión pero como había dicho antes no había nada que algunos besos y las palabras correctas no resolvieran.
–¿Sigues molesta, Camz?–se acercó a mí envolviendo mi cintura con sus brazos.
–Sabes que no, eso lo resolvimos hace algunos minutos–instintivamente llevé mis brazos a su cuello.
–¿Así que resuelves los problemas con besos y palabras bonitas?–preguntó pícara, con su cara a sólo unos centímetros de la mía.
–Bueno–comencé–tal vez pueda considerar resolverlos así contigo–rocé nuestras narices.
–Me parece una perfecta idea–habló mirando mis labios.
Se inclinó para besarme, antes de que juntara nuestros labios me solté de su agarre. Riendo tomé el abrigo que traía el día anterior y comencé a ponérmelo. La escuché gruñir lo que me provocó más gracia.
–Tengo que irme, debo tomar una ducha y luego iré a la casa de Dinah–dije volviéndome cuando ya tenía el abrigo puesto.
Lauren tenía el ceño fruncido mientras me miraba, seguía cada movimiento que hacía. Sus ojos se oscurecieron y una sonrisa torcida apareció en su rostro. Con algo de duda me acerqué a ella y le dí un rápido beso en su mejilla. Me estaba poniendo nerviosa su actitud. Caminé hacia la puerta y con cuidado la abrí, cuando estaba a punto de salir sentí un fuerte brazo sujetarme por la cintura.
–No puedes irte ahora, Camz–habló bajo, cerca de mi oído provocando que mi piel se erizara.
Me atrajo hacia ella cerrando la puerta después de eso. Volteó mi cuerpo acorralándome entre el suyo y la puerta. Miré sus ojos que estaban posados en mí, mirándome con ternura. Una de sus manos subió desde mi cintura hasta mi mejilla, donde acarició con sus nudillos dulcemente. Hundió su cara entre mi cuello, sólo descansando su cabeza ahí. Mis piernas temblaban ante su toque mientras un suspiro escapó de mi boca.
–Déjame darte las gracias por todo lo que has hecho por mí–dijo repartiendo besos en mi cuello.
–N-no tienes que hacerlo...–jadeé cuando sentí su boca mordiendo el lóbulo de mi oreja.
–Oh Camz, pero ambas lo queremos, ¿no es así?–contestó sensualmente con su roca voz.
Sus manos ahora estaban en mi trasero pegándome más a ella. Lo apretó ligeramente, provocándome. Luego su mano se dirigió a mi abdomen y fue bajando lentamente, sabía a donde se dirigía y no quería pararla. Mordiéndome el labio esperé a que llegara a ese lugar que ahora estaba pidiendo atención. Pero llegando al borde de mi pantalón se detuvo.
–Está bien, está bien–solté un bufido lo que provocó que ella riera bajo–Puedes hacer lo que quieras, sólo no me dejes así–me pegué más a ella buscando más contacto.
Tomé su mano que estaba en el borde de mi pantalón y la llevé directo a mi entrepierna.
–No tenía intención de hacerlo–contestó atacando mi boca.
Envolví mis piernas alrededor de su cintura y ella sin el menor esfuerzo me levantó tomándome de los muslos para llevarme a su cama mientras nos besábamos.
***
Salimos de su casa un poco más tarde de lo planeado. Las clases ya iban a terminar y todavía tenía que ir a casa y comprar la cena para más tarde. Lauren planeaba hablar con la señora Miller acerca del incidente de ayer así que no me acompañaría en el recorrido hasta la playa, que es donde casi siempre me dejaba. Después de decirle que todo estaba bien ella se tranquilizó un poco pero en su rostro podía ver que estaba algo triste por no acompañarme.
Tomadas de las manos caminamos a través del callejón y llegamos a la gigantesca casa azul de la señora Miller.–¿Segura que no quieres esperar un poco a que termine de hablar con ella?. Puede ser algo peligroso,ya sabes...–me sostenía ambas manos mirando mis ojos. Los suyos parecían preocupados.
–Lolo–la besé rápidamente–Creo que para hablar algo así hay que tomarse su tiempo. Hablarlo con calma–me encogí de hombros.
–Está bien–suspiró–Nos vemos mañana–dijo abrazándome.
–Nos vemos mañana–contesté devolviéndole el abrazo.
–Te quiero–habló dejando un beso en mis labios.
–Yo también te quiero–susurré con mis ojos todavía cerrados.
Lentamente los abrí, observando que me miraba con una sonrisa. Se alejó y comenzó a caminar hacia la casa. No me moví de donde estaba hasta verla cerrar la puerta tras ella. Hice mi camino hasta la playa donde comprobé la hora, ya era tarde y no alcanzaría a llegar a mi casa. Sólo tenía un opción, ir directo a casa de Dinah después de comprar comida china.
Compré comida china en el mismo sitio de siempre y luego tomé un taxi que me dejó justo en la casa de Dinah en unos minutos. Le pagué al conductor y me dirigí a tocar el timbre de la casa. Enseguida me abrió la señora Milika que rápidamente me hizo pasar. Le entregué la comida después de saludarla.
–Señora Hansen, subiré a tomarme una ducha, enseguida vuelvo para ayudarla con la mesa–le dije subiendo las escaleras.
–No te preocupes, cariño, Dinah llegará en cualquier momento así que ella me ayudará con la mesa. Pero ni creas que te salvarás de dar una explicación de porqué faltaste a la escuela hoy. Sé que tenías algunas clases con mi hija–dijo con ese tono que siempre quise escuchar en mi madre, incluso en mi padre.
–Está bien–contesté sonriendo.
Aunque era una advertencia me gustaba que alguien más se preocupara por mí, me gustaba pensar que teníamos una relación de madre e hija. Obviamente no lo éramos pero la señora Hansen siempre se encargaba de que me sintiera parte de su familia, algo que apreciaba mucho.
Entré a la habitación de Dinah y tomé ropa limpia para luego correr al baño. No demoré mucho en la ducha sólo lo necesario para que mi cuerpo se relajara. Cuando estaba secando mi cuerpo a través del espejo pude observar las marcas que recorrían mi espalda, mi cuello no estaba mejor. Recé para que Milika no haya visto las marcas en esa zona pero estaba segura de que eso era imposible. Mordiendo mi labio observé por última vez lo que Lauren había hecho conmigo las últimas horas que pasamos juntas.
Salí del baño envuelta en una toalla y me llevé un pequeño susto al encontrarme a Dinah sentada en su cama.
–Dinah–susurré llevando mi mano al pecho sintiendo mi corazón latir velozmente debido al susto que me había causado.
Ella se quedó en silencio analizándome, sus brazos estaban cruzados al igual que sus piernas, su ceño fruncido y su boca en una línea recta. Sus ojos serios pasaron por mi cuello deteniéndose ahí, cambiando su semblante. Ahora parecía estar sorprendida.
–Habla Cabello–dijo demandante.