Habían pasado exactamente tres semanas desde lo sucedido en la playa. Cuando mis padres llegaron a casa, una semana después, no les conté lo sucedido. Nunca ponían atención a lo que decía así que no me molesté en contarles. Si lo hubiera hecho ellos dirían algo como: "Que bien cariño" "Ahora no Karla, estamos ocupados dándote lo mejor".
"Nunca me dan lo que necesito" les contestaba en mi cabeza.
Era una pérdida de tiempo hablar con ellos, así que, simplemente le contaba a Dinah todo lo que me sucedía. Ella sabe como es la "relación" que mantenía con mis padres y la única persona que me escucha cuando lo necesito realmente.
Era martes y extrañamente iba tarde a clases, por lo general siempre acostumbraba a llegar temprano. Pero la noche anterior había tenido problemas con mi madre y terminamos discutiendo. No era algo que no pasara a menudo, sin embargo esta vez ella se había pasado de la raya.
Terminé de maquillarme para tapar un poco el rasguño que tenía en la mejilla izquierda. No era tan grande pero tenía que ocultarlo para evitar preguntas de personas molestas, que lo único que querían era crear chismes y divulgarlos por toda la escuela. Eso si se llegan a dar cuenta. La única que creo que si lo haría es mi amiga Dinah, a ella no se le escapaba nada y mentirle a ella no era opción para mí. Aunque me preocupaba un poco lo que llegara a hacer ella si le cuento que mi madre me había golpeado y que con uno de sus tantos y costosos anillos me había lastimado la mejilla.
Me arreglé lo más rápido que puede y llamé al chófer para que me llevara a la escuela. Tal vez podría llegar a tiempo, pero no, parecía que hoy la suerte no estaba de mi lado ya que habíamos quedado atrapados en el tráfico de la cuidad.
-Maldición-dije apoyando mi cabeza en el respaldar del asiento trasero del auto.
-Lo siento señorita Camila, pero parece que estaremos aquí al menos 10 minutos, quizás más-contestó el chófer educadamente, mirando por el retrovisor.
-Está bien no se preocupe-respondí simplemente y cerré los ojos.
Cuando al fin salimos de la presa y llegamos a la escuela, me bajé apresurada. No me gustaba perder clases, pero parecía que nada me salía hoy.
Iba casi corriendo por los pasillos cuando choqué con alguien. Definitivamente no era un buen día para mí. Afortunadamente no caí al suelo, solo los libros que traía abrazados cayeron.-Lo siento mucho de verdad, soy muy torpe ¿estas bien?-hablé rápidamente recogiendo mis cosas sin levantar la mirada de ellas, no quería perder más tiempo.
Escuché a la otra persona gruñir bajo, tal vez molesta por tirar sus cosas.
-Déjame ayudarte-continúe hablando ya que la persona no me respondía. Levanté la cabeza para mirar a la persona con la que había chocado. Mis ojos se agrandaron en un gesto de sorpresa. Reconocía esa sudadera gris y ese cabello negro. Seguí observando a la chica y mis ojos se posaron en sus zapatos algo desgastados. Era ella, la chica que me había robado.
Sentí que mi corazón latía más rápido, lleno de emoción. Una sensación nueva y extraña para mí.
-Eres tú-susurré bajo, como si estuviera contando un secreto.
La chica que estaba seria hace unos minutos cambió su expresión a una nerviosa.
-No sé de lo que hablas-contestó con su ronca voz.
Definitivamente era ella. No pude sacar su voz de mi cabeza todo este tiempo y algo me decía que quería escucharla de nuevo. Se agachó para tomar lo que le había tirado. Observé todos sus movimientos hasta que mis ojos cayeron en lo que había recogido.
-Mí cartera-volví a susurrar, la miré a los ojos.
Ella solo abrió un poco su boca pero la volvió a cerrar, parecía no saber que contestar a eso. Luego guardó la cartera y se dio la vuelta comenzando a caminar.
-Entonces si eres tú-casi grité desde mi lugar, no me moví. Solo observé como se alejaba.
"No, no la dejes" repetía una y otra vez una voz en mi cabeza.
Y con eso mis ganas de que se quedara y conocerla solo aumentaban.
Comencé a caminar hacia la dirección en la que se había ido ella. Caminaba lentamente. No quería que se diera cuenta de mi presencia pero estaba segura de que ya sabía que la seguía.
-Hey Camila-escuché que me llamaban, seguí caminando ignorando a la persona que me llamaba. No quería perder de vista a la chica.
-Oye, Camila-sentí una mano en mi hombro, giré para poder ver quien era el que me llamaba.
-Hola Shawn-sonreí a mi amigo, sin apartar la vista de la chica que se alejaba por el largo pasillo-¿Qué haces aquí?-pregunté.
-Salí al baño, pero dime ¿por qué no llegaste a clase de matemáticas?-había olvidado que compartía esa clase con él. No me quedaba tiempo, ella se estaba alejando.
-Me quedé dormida-hice una pequeña pausa-tengo cosas que hacer y tú tienes que regresar al salón, así que, nos vemos-terminé de decir apresuradamente para luego salir corriendo del lugar.
Pude escuchar un "sí, claro" de su parte. Dí la vuelta en donde lo hizo esa chica, me percaté que daba a la salida de la escuela. Ella ya no estaba.
-Maldición-dije pasando mi mano por mi pelo, haciéndolo hacía atrás en una señal de frustración.
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