Como, cuando una ola que amenaza desde una nube,
y, henchida por las tormentas, desciende sobre el barco,
blancas de espuma están las cubiertas; los vientos recios
rugen en los mástiles, y cantan por todas las jarcias:
Pálidos, temblorosos, cansados, los marineros se hielan de miedo,
y la muerte instantánea aparece en cada ola.
Homero, de POPE
Blanche, que se había quedado muy sola, se mostró impaciente por contar con la compañía de su nueva amiga, con quien deseaba compartir el placer que recibía de los escenarios que la rodeaban. No tenía a quien pudiera expresar su admiración y comunicar sus satisfacciones, ninguna mirada que contestara a su sonrisa, o rostro alguno que reflejara su felicidad, y se fue quedando abatida y pensativa. El conde, al observar su insatisfacción, cedió de inmediato a su interés y recordó a Emily su prometida visita. Pero el silencio de Valancourt, que se prolongaba más allá del tiempo que se podía esperar que tardase una carta en llegar a Estuviere, oprimía a Emily con profunda ansiedad y la hacía contraria a la vida en sociedad, por lo que deseaba diferir la aceptación de las invitaciones hasta que su ánimo se viera calmado. No obstante, el conde y su familia insistieron en verla y, como las circunstancias que justificaban su deseo de soledad no podían ser explicadas, su rechazo tenía apariencias de un capricho que no podía mantener sin ofender a unos amigos cuya estima tanto valoraba. En consecuencia, finalmente regresó para una segunda visita al Chateau-Ie-Blanc. Allí, el comportamiento amistoso del conde De Villefort animó a Emily a informarle de su situación, en relación con las propiedades de su difunta tía y a consultarle sobre los medios para recuperarlas. Él tuvo pocas dudas en que la ley decidiría en favor de ella, y, tras aconsejarla que se ocupara del asunto, le ofreció primero escribir a un abogado de Avignon en cuya opinión pensaba que podía confiar. Emily aceptó agradecida su amabilidad y se vio animada por las cortesías que recibía diariamente. Podría haber sido nuevamente feliz si hubiera estado segura de que Valancourt se encontraba bien y de que su afecto no había cambiado. Llevaba más de una semana en el castillo sin recibir noticias suyas, y, aunque sabía que estaba ausente de la residencia de su hermano, era muy posible que su carta ya le hubiera llegado y no pudo impedir el admitir dudas y temores que destruían su tranquilidad. Consideró de nuevo todo lo que podía sucedido en aquel largo período desde que fue recluida en Udolfo y se sintió llena de aprensiones con la idea de que Valancourt hubiera muerto o que viviera sin pensar en ella. Incluso la compañía de Blanche se le hizo intolerablemente opresiva y se quedó sola en sus habitaciones cuando los compromisos de la familia le permitieron hacerlo sin ser descortés.
En una de esas horas solitarias abrió uuna cajita que contenía algunas cartas de Valancourt, junto con algunos dibujos que había hecho durante su esencia en Toscana, que ya no le interesaban; pero en las cartas, con cierta melancolía, trató de recobrar la ternura que tantas veces la había calmado y por un momento la hicieron sentirse insensible a la distancia que le separaba del autor de las mismas. Pero su efecto había cambiado. El afecto que expresaban oprimía su corazón cuanto consideraba que, tal vez, había cedido a los poderes del tiempo y de la ausencia, e incluso la vista de sul etra le despertó tan dolorosos recuerdos que comprobó que no era capaz de volver a leer la primera que había abierto, y sentó pensativa, con la mejilla apoyada en un brazo, y las lágrimas cayendo por su rostro, cuando Dorothée entró en la habitación para informarle de que a cena se serviría una hora antes que de costumbre. Emily se sobresaltó al verla y ocultó con rapidez los papeles, pero no antes de que Dorothée hubiera observado tanto su agitación como sus lágrimas.
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Los Misterios de Udolfo - Ann Radcliffe
KlasikItalia - 1584 Emily St. Aubert ha perdido a sus padres, no tiene más remedio que irse a vivir con su tía, Madame Montoni, junto con su tío político, un diabólico vandolero, al gran castillo de Udolfo, , una nueva vida para la joven, pero la calma in...