Parte 30 - Ayuda

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—¿Esta lista, señorita Valentina?— Cuestióna.

Ella asiente mientras suspira.

Cierra su laptop, luego de que Nicolás interrumpió en su oficina para anunciarle que ya era hora de ir a la clínica.

Lo bueno es qué pudo terminar de organizar todo lo qué tenía pendiente y quedó cómo ella esperaba.

Por lo qué sé encuentra conforme con las horas qué pasó encerrada allí trabajando de aquí para allá, evitando, además, ver a Connor, del cuál no sabe si se fue o no.

Siendo que no podía evitar tener curiosidad al respecto, a pesar de hacerse la fuerte cuándo él estaba a la vista o los custodios.

Intenta hacer todos los arreglos y movimientos con mucha calma, aún, esta bastante adolorida y ni hablar de que su cabeza esta por estallar, pero necesitaba mantenerse activa, de no ser así explotaría ella en cualquier momento en vez de su cabeza.

Lo más importante, hasta el momento, es que había podido concentrar su cabeza en el trabajo.

Por más que no fuera absolutamente lo más recomendable, Valentina había optado por esa alternativa, ya qué no quería ponerse a pensar en cada uno de los sucesos de su pasado que había olvidado y ahora recordaba a la perfección.

Cada vez que daba un paso o siquiera quería tomar un lápiz de su lapicero es que un recuerdo o una advertencia llegaba a su cabeza.

Y estaba segura de que en algún momento lo iba a tener que hablar con alguien más, que no fuera su psicólogo, dándose cuenta de que tenía información valiosa y es por eso mismo que tanto Lucas cómo Kaleb se habían sentido realmente privilegiados de su accidente y su falta de memoria.

Puede que la persona más indicada para hablar de ese tema y obtener dicha información sea Connor.

Pero viendo y considerando que ella no tenía una muy buena comunicación para él, es que se estaba tomando todo el tiempo del mundo para poder normalizar sus pensamientos y lo que iba a poder hacer con ellos finalmente.

—Me cambio los zapatos y estoy lista.— Anuncia, mientras sale de la habitación seguida del castaño.

El mismo se queda fuera de la habitación esperándola cuándo ella ingresa a su cuarto.

En otro momento le hubiera molestado, ahora estaba más que acostumbrada a esos movimientos. Y es por eso que le resta importancia, y salen de la planta alta en absoluto silencio, y se dirigen hacia la zona del estacionamiento de la misma manera.

Cuando ambos están metidos en el coche, ella pega su frente al cristal y suspira.

Responde los mensajes de su asistente y vuelve a guardar su teléfono en la cartera esperando que el viaje sea rápido.

—Nicolas.— Llama su atención.

—¿Si?— Responde atento al camino.

La dirección por la que van no es la que recuerda que hicieron ayer para volver de la clínica, luego de unos pocos segundos, suspira y reconoce perfectamente a dónde se dirigen.

Se cruza de brazos y mira a Nicolás conducir. —¿Por qué no vamos directamente a la clínica?— Arquea sus cejas.

Su custodio traga saliva.

—Ordenes del jefe, lo lamento, señorita Nina, pero no puedo romper sus órdenes, iremos a su casa primero.— Aprieta sus labios y sigue conduciendo sin dirigirle la mirada.

Valentina infla su pecho cínica.

—Claro. ¿Por qué es algo que no me extraña?— Murmura irónica.

ElijahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora