parte 50 - Hogar, dulce hogar.

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La puerta que da a la habitación de Connor rechina cuándo la abre, lleva una toalla atada a su cuerpo y sus pies descalsos.

Su cabello ya está seco, gracias al secador de cabello, el mismo que Connor compró para ella cuándo comenzaba a quedarse allí tiempo atrás, años atrás...

El baño fue completamente relajante.

Todo olía a vainilla y sandia, ese aroma que ambos habían coincidido a ponerle a la propiedad con velas y difusores.

—Dios... No puede ser todo tan familiar.— Valentina muerde su labio inferior cada vez que ve algún detalle que la lleva al pasado, dónde todo parecían ser momentos de oro, los cuáles le dan una reconfortante sensación en su cuerpo al pensarlo.

Su habitación sigue igual a lo que su mente le muestra.

Dos fotos de ellos en marcos blancos adornan la cómoda y la mesa de luz blanca. —¡¿Cómo es posible que no me hayas soltado aún cuándo te olvide?— Se pregunta a sí misma.

Abre el gran placard, similar al que tenía en su habitación, y toma una camisa azul de él, no puede no sentir miles de sensaciones recorrer su cuerpo al pasar la tela por su cuerpo.

Ve jeans, faldas y vestidos de su pertenencia.

Los tenía allí por emergencias, no solían pasar muchas veces por ese departamento, pero cuándo apenas se conocieron y sus hermanos no sabían de su relación la mejor opción para disfrutar de su intimidad era alli, se sentían en su propio mundo y resguardados de todos...

—Crei que iba a morir hasta volver a verte acá...— Relame sus labios.

Se encuentra apoyado en la puerta del vestidor.

Ella lleva una mano a su corazón.

Se gira con la toalla en la mano y lo mira sonrojada.

Connor muerde su labio y su vista se pierde en sus piernas, traga saliva y se acerca a ella tomando la toalla de sus manos.

Que Valentína este en su departamento es demasiado irreal y teme qué sea todo un deceso de su mente.

—No se que decir a eso.— Aprieta sus labios algo incómoda.

Él solo sonríe, moviendo levemente su cabeza de costado, sin poder dejar de analizar su rostro.

—Estas hermosa... Cómo siempre...— Admite ronco.

Se le escapa aquello.

Valentina aún seguía reacia a sus comentarios dulces y no esperaba que le respondiera. Incluso no lo hace, sólo se mueve incómoda cambiando el peso de su pierna a la otra.

—¿Paso algo?— Cuestiona con sutileza.

Él aprieta sus labios. —Venía a ver si necesitabas ayuda.— Sonríe melancólico.

Valentina parpadea, a punto de largarse a llorar. Era demasiada intensidad con la qué estaba viviendo todo aquello.

—Veo que todo sigue igual...— Murmura tocando sus camisas...

Traga saliva pasando sus pequeñas manos por las telas, tan suaves y de una hermosa textura...

Todas desprenden el olor a Connor.

—Si.— Responde ronco.

Valentina muerde su labio inferior y baja la mirada a sus pies descalzos... —No creí qué lo mantuvieras.— Admite.

Él solo traga saliva.

Valentina seguía desconfiado.

Y no podía sentirse más frustrado al respecto.

ElijahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora