Narra Kenzie:
Ya había recibido mi horario y estaba guardando las cosas en mi casillero, para después ir a la primera clase, cuando alguien apareció a mi lado.
-Hola. -Saludó Johnny, con una media sonrisa.
-Hola. -Contesté, de la misma manera.
-¿Qué tal todo?
-Bien... -Respondí, hasta que observé de reojo a Nadia y Lauren, reír a unos metros. -Supongo.
-Bueno, venía a hacerte una propuesta. -Dijo y fruncí el ceño, mirándolo. -No quiero que las cosas se compliquen más, entre nosotros.
-¿A qué te refieres?
-A qué todos estamos mal, Lauren y tú, Annie con Hayden y nosotros dos...
-No sabía que pasó algo con Annie. -Murmuré y asintió, con una mueca.
-Sí... Entonces, iba a decirte que volviéramos a hablar.
-¿Volver a hablar? -Repetí, sorprendida.
-Sí, ya sabes a lo que me refiero. -Contestó tranquilamente y sentí un escalofrío. -Ser amigos.
-No lo sé, no quiero ocasionar problemas contigo y Lauren también. -Respondí y asintió, de brazos cruzados. -Además sería totalmente contradictorio por lo que hablé con Lau.
-¿Qué hablaste con Lau?
-Lo de la discusión... ¿No te contó por qué nos enfadamos?
-No, no ha estado muy bien, hemos hablado poco. -Explicó y asentí. -Pero bueno entonces, al menos sentemonos juntos en ciencias.
-¿Compartimos esa clase? -Pregunté y asintió, apuntando mi horario, que yo tenía en la mano.
-Al parecer sí. -Contestó y sonreí. -¿Aceptas?
-Bien.
-Genial. -Dijo y sonrió también. -Te veo un rato.
Asentí con una sonrisa nerviosa, mientras se iba y yo cerraba mi casillero.
Caminé por el pasillo, pensando en que ganar tiempo antes de que tocarán el timbre para entrar a clases, hasta que ví a Jayden y Annie.
Pero cuando estaba por ir a hablarles, Lauren y Nadia, se acercaron a ellas, haciéndome darme media vuelta y volver a caminar al lado contrario, olvidando la idea de inmediato.
Pero supongo que sería a lo que me tendría que acostumbrar, no poder hablar con los chicos cuando Lau estuviera cerca y todo por mi culpa.
(...)
-Señorita Ziegler, tarde en el primer día. -Dijo la maestra y sonreí sinicamente.
Ahora maldecia a mi vejiga, por hacerme ir al baño, cuando tocaron el timbre.
-Lo siento. -Dije y asintió, enfadada. -¿Puedo pasar?
-No, esperé a que su compañera se presente y luego tomas asiento.
Rodé los ojos y me apoyé en la puerta, observando como Johnny reía en el fondo y a la chica rubia, en frente de toda la clase.
-Mi nombre es Maya y vengo de Boston. -Habló la chica. -Tengo quince años y me gusta leer.
-Es un placer tenerte aquí, cariño. -Contestó la maestra, mirándola cómo nunca me había mirado a mi. -Ve a sentarte, tú también Ziegler.
Acomodé mi mochila en mis hombros y caminé hacia los asientos, pero la chica se me adelantó, cosa que se me hubiese sido indiferente, hasta que se sentó, en el puesto de Johnny.
El chico me miró con la boca abierta y yo me quedé estática un momento, como si estuviésemos ambos a punto de decirle algo a la chica, pero nadie abrió la boca y antes de que la maestra me regañará otra vez, me senté en el puesto de atrás, con una chica castaña.
Y adiós a ser amigos.
(...)
-Señorita Holland, ¿Podría repetir lo que dije?
Todas las miradas se dirigieron hacía mí, haciéndome ponerme derecha en mi silla, sin entender nada. Claramente mi apellido no era Holland, no tenía sentido que me miraran a mi... Hasta que comprendí, era la chica de mi lado.
La castaña se acomodo también y miró la pizarra, llena de ejercicios matemáticos, que yo tampoco entendía en lo más mínimo.
-La estamos esperando. -Habló la maestra, mirándola.
-No lo sé. -Respondió la chica y la mujer negó.
-Si pusieras atención, entenderías. -Contestó, amargada cómo siempre. -Es tu primer día, no te distraigas.
La maestra volvió a escribir y la castaña puso los ojos me blanco, apoyando su cabeza en la mesa.
-Si te sirve de algo.. Yo tampoco entiendo una mierda. -Susurre y rió.
-Ziegler, ¿No?
-Kenzie. -Corregí y asintió, sonriendome. -¿Holland?
-Jade. -Contestó y se acomodó como antes, mirándome. -La nueva.
-Claro... Yo he estudiado aquí casi toda la vida.
-¿De verdad?
-Desde que me mudé de Pensilvania, sí. -Respondí y volvió a reír. -¿También eres nueva en la ciudad?
-Sí, vengo de Boston. -Contestó y fruncí el ceño.
-¿Cómo ella? -Pregunté en un murmuró, señalando a la rubia de adelante de mí.
-Sí... Somos hermastras. -Contestó y alcé mis cejas, sorprendida. -Es lo más horrible que me ha pasado en la vida.
-¿Por qué?
-Porque ella y su réplica, son una pesadilla.
-¿Réplica?
-Tiene una gemela. -Contestó y volví a sorprenderme. -Así es, Katlyn y Maya, son el cliché de la chica fresa y la nerd.
-Debes estar bromeando.
-Para nada y lo peor, es que ni siquiera son sus reales personalidades, sólo comenzaron a comportarse así, para llamar la atención. -Explicó. -El apodo de Katlyn es Kat, como un gato y Maya, como la abeja de las caricaturas, así que me gusta compararlas a propósito para molestar.
-Ya me imagino. -Reí y ella imitó mi acción.
El resto de la clase nos la pasamos hablando y riendo, resultando que nos agradaramos mutuamente, hasta que tocaron el timbre.
-¿Estamos juntas ahora en el recreo? -Pregunté y asintió.
-Claro, eres mi única compañía. -Contestó y sonreí.
Tomé mis cosas y antes de salir, volteé a ver a Johnny, quien ya ni se encontraba en la sala...
Ni siquiera pudimos hablar.