Narrador Omnisciente:
-¡Suficiente de tus juegos a tu habitación! -Exclamó el hombre, ante la confesión de su hijo, mientras se acercaba a él amenazante.
-¿Crees que es un juego? -Preguntó Asher. -Es la verdad, así que acéptalo.
El hombre no respondió, sólo llevó su mano a su mejilla y le dió una fuerte cachetada, dejando a todos los de la mesa, impactados.
-Sal de mi vista.
Asher ni siquiera lo miró otra vez, solo se dió la vuelta y se fue a su habitación, lo más rápido que pudo
Cerró la puerta de un portazo y comenzó a llorar, desesperadamente. Golpeó la pared con fuerza y dió un grito en la almohada, hasta que se miró al espejo y se calmó.
Volvió a controlar su respiración y se sentó en el suelo, volviendo a llorar, sólo que está vez con menos rabia y mucha más tristeza.
Tomó su celular, viendo como sus nudillos ahora estaban rojos y suspiró, intentado que su voz dejará de temblar, para hablar, pero no lo logró.
-¿Puedes venir? -Preguntó, por la llamada, asustado por su respuesta.
-¿Qué pasa? -Contestó la voz del chico, pero solo recibió como respuesta más sollozos del castaño. -Asher, ¿Dónde estas? -Preguntó ahora, firme.
-En mi casa.
-¿Qué sucedió?
-Yo... -Habló y luego volvió a romperse. -Te necesito.
-Estoy en diez minutos allá.
Casey cortó la llamada, tragando el nudo que y tenía en su garganta, por escucharlo así.
Salió de la cocina y caminó rápidamente hacia la sala, donde se encontraba la puerta, pero cuando estaba por abrirla, una voz lo interrumpió.
-¿A dónde crees que vas? -Preguntó su madre, caminando hacia él.
El rubio se dió la vuelta y dió un suspiro, mientras que sus tíos y primos pequeños, miraban atentos la escena.
-Vamos a la cocina. -Indicó su madre, al notar todas las miradas. -¿Qué sucede hijo?
Casey seguía sin decir nada, no sabía cómo explicar que debía salir ahora mismo cuando estaba por ser media noche y era navidad.
-Es Asher... -Murmuró con un hilo de voz, mirándo hacia el suelo.
La mujer lo contempló por unos segundos y fue cuando el rubio subió la mirada, cuando supo que no podía dejarlo sufrir así.
-Vuelve en menos de una hora. -Contestó su madre y Casey sonrió abiertamente, haciéndola sonreír también.
-¡Gracias! -Chilló, abrazándola y estaba por salir corriendo, cuando volvió a detenerlo.
-Cas... Invitalo aquí si quieres. -Dijo y el rubio asintió.
-¡Te quiero!
Su madre suspiró y la puerta de entrada fue cerrada, dándole a saber que ya se había ido, por lo que volvió a la sala, viendo a sus familiares confundidos.
-Adolescentes.
(...)
Alguien tocó la puerta de su habitación y el castaño se levantó, de golpe, abriéndola encontrando a Casey, quien se encontraba lleno de sudor, pues había corrido demasiado y aunque hacía mucho frío, el chico no dejaba de jadear aire.
Asher solo fue capaz de sonreír al verlo, se acercó a él y lo rodeó con sus brazos, abrazándolo como nunca había abrazado a nadie antes.
El rubio avanzó con su mejor amigo entre sus brazos, cerró la puerta y ambos se sentaron en la cama, donde ahora sí, Casey lo abrazó y comenzó a consolarlo.