Capítulo II

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En Kakunodate solo había tres clínicas, una privada y dos de gobierno más un hospital general, igualmente de gobierno, públicos. Danae observó el papel entre sus dedos y dejó escapar un suspiro, ni siquiera quería darse la vuelta para entrar a su nueva casa porque sabía que solo habría felicitaciones y festejos de los que ella no se sentiría parte. En su mano se encontraban cuatro sobres, tres de clínicas y uno de un hospital, estaba segura de que eran sus cartas de aceptación laboral pero...ella ni siquiera imaginaba que aquello fuera algo para festejarse. Se quedó allí por unos minutos más hasta que ya no pudo evitarlo y se adentró a su nueva casa, había cajas por todas partes aún y sus padres no se daban a basto para mantener la casa habitable y en orden, o al menos intentarlo. Danae se sentía un poco culpable por no ayudarles mucho, pero sabía que si lo hacía, tarde o temprano terminaría por desesperarse y soltaría todas las palabras de reproche que no había logrado sacar antes y estaba segura de que esa culpabilidad era peor. Toda esa semana se había excusado en estar muy ocupada arreglando papeles y yendo a entrevistas de trabajo en las pocas clínicas y el único hospital que había en ese mentado pueblo.

—¿Te llegó algo cariño?— Su padre la miró mientras cargaba un par de cajas para llevarlas hacia la cocina, Danae levantó los sobres que se encontraban en su diestra para que estuvieran a la vista de su padre. El hombre canadiense abrió mucho los ojos y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, Danae no pudo evitarlo y le devolvió una sonrisa ligera que pretendía hacerle pensar que también se encontraba muy feliz. Su padre llamó a su madre a gritos mientras se acercaba a abrazarla, felicitándole una y otra vez, a sus abrazos se unió luego su madre, que casi estaba llorando de orgullo. Y no era para menos, su hija pequeña, la niña de sus ojos por fin había obtenido un empleo de enfermera, entonces ¿por qué Danae no se sentía tan feliz?

—¿Y a cual te vas a ir cariño? He escuchado que la clínica Sugawara es de primera, tiene muchas recomendaciones y he escuchado que los locales hablan maravillas de los doctores que hay en ese lugar— Su madre comenzó a hojear el contenido de los sobres mientras Danae fingía hacerlo también, sabía que el hospital general le ofrecería muchísimas más posibilidades y experiencia respecto a su trabajo pero estaba casi al otro lado del pueblo y aunque no le llevaría más de quince minutos llegar, no le apetecía tener que ver todos los días su miseria reflejada en casas tradicionales y caminos de piedra. Tomó las hojas de la clínica Sugawara y las observó, era la que le ofrecía el sueldo más alto y aunque no tenía idea en que lo gastaría en un pueblo tan pequeño y con tan pocas opciones, la decisión estaba tomada ya.




Amaneció algo nublado y con frío, la nieve cubría las calles y aunque ella estaba más que acostumbrada a eso gracias a haber vivido más de la mitad de su vida en Toronto, Canadá, el paisaje no hizo más que abrumarle más, se sentía encerrada en un domo gigante, gris, frío y pequeñísimo. Acompañada de una pequeña mochila en la que llevaba objetos personales, su diccionario de inglés-japonés y por supuesto un paraguas plegable que podría servirle en emergencias. Tan solo el pensamiento de que ni siquiera podía tomar un autobús para llegar al trabajo de lo cerca que estaba le deprimía, diez minutos de caminata y estaría allí, Danae se sentía consumida por la vida provinciana y pueblerina.

No llevaba ni dos minutos fuera de su casa cuando comenzó a llover y esto no hizo más que reforzar el pensamiento de que Japón no era para ella, al menos no ese pueblucho olvidado por Dios. Con el paraguas encima de su cabeza logró llegar a la clínica que ahora sería su lugar de trabajo, era muy temprano en la mañana pero pudo distinguir perfectamente el edificio, era de dos pisos y tenía un estacionamiento en el que apenas y cabían tres o cuatro coches. Con un suspiro se adentró al lugar y sacudió su paraguas fuera, metiendo el cuerpo después y mirando a su alrededor, era como entrar a otro mundo, era una clínica hecha y derecha, por alguna razón Danae se había imaginado un edificio lleno de remedios extraños, pisos de tierra y hierbajos extravagantes por doquier, pero era todo lo contrario, los pisos eran de mármol, todo se encontraba en perfecto orden, en blanco reluciente y se veía muy moderno, la chica de veintidós años sintió como un peso se aligeraba en su pecho, si el edificio tenía instalaciones tan modernas, no podía ser tan malo.

Conticinio 「𝙔𝙪𝙯𝙪𝙧𝙪 𝙃𝙖𝙣𝙮𝙪」《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora