Capítulo XXXIII

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Las puntas del cabello de Yuzu me hicieron cosquillas en el cuello, reí un poco y me giré suavemente para evitar que siguieran haciéndolo, hundí mis dedos en el cabello de su nuca, enredándolo ahí. Nos encontrábamos sentados en la cama de Yuzu, era una posición algo rara, yo estaba recargada sobre el respaldo de la cama con las piernas ligeramente abiertas, solo lo suficiente para que el cuerpo de Yuzu encontrara allí su lugar, él estaba recargado sobre mi, con la cabeza apoyada sobre mi pecho, tenía los ojos cerrados y sus brazos me rodeaban la cintura con firmeza —Cuando te ríes, se escuchan campanillas...aquí— Sentí sus labios besándome la clavícula, marcando el lugar que mencionaba, la piel se me erizó,porque a pesar de que me había besado por encima de la playera de algodón que llevaba ese día, ese simple roce podía hacerme temblar, yo volví a reír por lo que había dicho —¿Quieres decir que tengo campanas dentro de mi cuerpo?— Continué acariciando su cabello, enredándolo y desenredándolo con mis dedos —Oh sí, vaya que si, las puedo escuchar aquí, cuando ríes o hablas, cuando respiras— Mi novio murmuraba y yo no pude evitar una sonrisa y un suspiro —Eres un mentiroso, yo no escucho ninguna campana—

—No seas boba, es que no te has limpiado las orejas hoy— Le jalé un mechón de cabello muy suavemente, riendo de nueva cuenta —¿Pero de qué hablas? Si me bañé hoy por la mañana, antes de venir a verte, bobo— Puse los ojos en blanco, divertida, la risa de Yuzu también se hizo resonar por toda la habitación y luego de un par de minutos en silencio, él levantó la cabeza, buscando mi mirada con la suya, yo le miré, él se quedó mirándome largo rato, en silencio, yo fruncí el ceño —¿Qué pasa, señor Hanyu?— Él no respondió de inmediato y siguió mirándome un rato más, yo estaba a punto de volver a preguntar que pasaba, pero él estiró un poco el cuello para poder alcanzar mi boca y me besó. Fue un beso largo en el que nuestros labios jugaban entre si, mis dedos se aferraron más a su cabello, acercándolo más hacia mi, fue un encuentro tan largo que sentía como si mis pulmones ardieran debido a la falta de aire cuando nos separamos, Yuzuru me miraba de nuevo y yo sonreí —Eres tan bonita— Aquel murmullo llegó claro a mis oídos y fue imposible no sonrojarme, no era fácil que Yuzu dijera cosas así, pero cuando lo hacía, se me derretía el alma entera a sus pies. No pude contestar a aquello puesto que el ajeno, un tanto demandante, volvió a besarme, esta vez con un poco más de entusiasmo, se giró para poder ejercer un poco más de control sobre mi y mientras le tenía ahora yo a él encima, besándome y sujetándome como si yo fuera un salvavidas, me sentí la chica más feliz del planeta, de verdad no alcanzaba a imaginar que pudiera haber alguien en este mundo con más suerte y felicidad que yo, ¿que habría hecho para merecer algo así? Seguro tendría que haber salvado todo un universo en mi vida pasada, eso debía de ser, una felicidad de esa magnitud no era fácil de obtener, de ninguna manera. Yo estaba demasiado segura de eso.





La segunda semana de enero, Yuzu y yo volvimos a Toronto, se acercaba el Campeonato Mundial que se celebraría en Saitama y Yuzu necesitaba empezar a prepararse para ello, una semana sería para entrenar en hielo sin saltos, veríamos cómo evolucionaba su tobillo y si todo salía bien, para marzo estaría listo para competir, al menos eso esperábamos.

Cuando volvimos a Toronto, tuve que enfrentarme a un pequeño problemita en el que no había pensado antes pero que se me presentó ante mis narices apenas y pisé el TCC la primera semana, vi allí a Evgenia que me saludó con una sonrisa, preguntándome qué tal había estado, yo actué de lo más amigable también, devolviendo la bonita forma en la que ella me hablaba, pero en cuanto me quedé sola en los baños, que es en donde había ocurrido nuestro encuentro, un sentimiento pesado invadió mi corazón. Había hablado de esto con Yuzu, de la manera en la que manejaríamos nuestra relación, para él era muy importante conservar su privacidad, no quería que su persona se convirtiera en comida para cuervos, como él lo llamaba, y que la prensa empezara a indagar en su vida personal, en sus actividades privadas. Yo lo había pensado mucho también y la verdad, es que yo era muy feliz siendo una desconocida para el mundo, me gustaba no tener que cuidarme las espaldas todo el tiempo, no tener que ser una paranoica y no poder salir ni a hacer las compras sin tener cuidado de quien pudiera estar viéndome o tomándome una foto, Yuzu y yo habíamos hablado de todo esto y habíamos quedado de acuerdo en que nuestra relación sería lo más discreta posible, entre menos gente lo supiera, mejor, habíamos acordado que solo nuestro círculo de personas cercanas lo sabría, nuestras familias y un puñado de amigos. Por supuesto, entre mi lista estaban Javier, Jason, Jun, Gabie, y hasta Alina podía saberlo (aunque no se lo había dicho a ella todavía), y por supuesto mi familia, mis padres, mi hermano y mi próxima cuñada. Yuzu se lo había dicho a sus padres y a Saya, claro, Brian, Ghislain y Tracy estaban enterados por igual, pero ahora me encontraba en un dilema...¿Evgenia era mi amiga? ¿No lo era? No me llevaba mal con ella, claro pero, ¿debería decírselo? ¿Ella debería enterarse de que ahora yo era la novia de Yuzu? No supe muy bien por qué, pero un terrible sentimiento de culpa me invadió ¿había hecho lo correcto? Si, había seguido a mi corazón y había dejado que mis sentimientos por Yuzu me ganaran a mi misma pero ¿había sido lo correcto?

Conticinio 「𝙔𝙪𝙯𝙪𝙧𝙪 𝙃𝙖𝙣𝙮𝙪」《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora