La casa de la familia Hanyu en Toronto era un amplio apartamento ubicado en una zona residencial cerca del TCC, se encontraba en un edificio de quince pisos, el de la familia Hanyu era el décimo piso. Danae se sentía todavía un poco incómoda ante la idea de vivir en esa residencia, pero no había muchas más opciones, su trabajo era estar pendiente de la recuperación de Yuzuru y ayudarle con los ejercicios de rehabilitación, para ello tenía que estar cerca de ellos y la casa de sus padres en Toronto estaba al otro extremo de la ciudad, a casi dos horas y media de donde se encontraba ahora, eso dificultaría mucho el tiempo de atención que podría darle a su ahora paciente, por otra parte, rentarle otro apartamento solo para ella sería muy costoso, así que simplemente la madre de Yuzuru había decidido darle la opción de quedarse con ellos.
El departamento era amplio, la madre del patinador había adaptado la entrada para que luciera como una auténtica casa japonesa, con su lugar para quitar y colocarse los zapatos y todo, pasando ese pequeño pasillo estaba la sala, era amplia y con dos sofás de aspecto muy cómodo, una televisión grande, la cocina y el comedor estaban a la derecha y en una habitación aparte de ese mismo lado un pequeño estudio. A la izquierda se encontraba el baño y tres habitaciones, la más grande pertenecía a la madre de Yuzuru, la única habitación con baño propio. Las otras dos habitaciones eran más o menos del mismo tamaño y compartían el baño general del departamento.
Llegaron al departamento ya por la noche, siendo miércoles veintiuno de marzo en Toronto, Danae se hubiera sentido mucho más incómoda de no ser por dos razones, una fue que estaba demasiado cansada como para pensar en incomodidades y segunda, Yuzuru y su madre se aseguraron de tratarle como si de verdad perteneciera a esa casa. En cuanto Yuzuru le dejó en lo que ahora sería su cuarto y la puerta se cerrara, Danae se dejó caer sobre su cama y terminó muriendo.
Al otro día despertó y se dio cuenta de que ni siquiera se había cambiado de ropa, desafortunadamente también se dio cuenta de que había despertado demasiado temprano, por su ventana todavía se veía oscuro y al ver la hora pudo ver que marcaba las cuatro de la madrugada exactamente, si era así no había dormido más que cinco horas, seguro se debía al cambio de horario, en Japón era de día y ella ya se había acostumbrado al horario del país del sol naciente. Sabía perfectamente que no sería capaz de volver a dormir así que optó por ponerse más cómoda. Abrió su maleta y sacó unos pantalones de tela muy cómodos y cálidos y una sencilla playera de franela color morado oscuro. Se colocó sus pantuflas de perrito que siempre llevaba, eran sus favoritas. Se sentía algo hambrienta pero sentía que sería una grosería simplemente salir y tomar algo de comer pues ni siquiera llevaba en esa casa doce horas, decidió que esperaría a que todo mundo comiera para poder hacerlo ella también, pero consideraba que no hacía ningún daño en salir y tomar algo de agua para calmar la ansiedad del hambre. Salió de su habitación arrastrando los pies, tratando de no hacer ruido para no despertar a nadie y se acercó a la cocina, estaba a punto de entrar cuando notó por debajo de la puerta del estudio un resplandor, se le hizo bastante extraño y por instinto se acercó a investigar de qué se trataba, cuando estuvo lo suficientemente cerca, se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta.
—...el rink hasta el lunes, de todos modos Brian no va a estar, así que Tracy me ayudara...si...si— La voz de Yuzuru sonaba algo baja a través de la abertura de la puerta mientras hablaba en inglés —Está bien Zhenya-chan, también te extraño, espero verte pronto, bien...si...adiós— Era Yuzuru hablando con su novia, pero Danae no tuvo tiempo de pensar muchas cosas más pues el ruido de la silla moviéndose le hizo reaccionar, no quería que Yuzuru le descubriera allí, como si hubiera estado escuchando una conversación a escondidas y más por instinto que por cualquier otra cosa se hizo hacia atrás lo más que pudo, tropezando con sus propios pies al no ver en donde pisaba y cayendo al suelo con un golpe seco sobre su cadera y brazo izquierdo. No tomó ni dos segundos escuchar la voz de Yuzuru y la puerta del estudio abriéndose —¡Danae-san! ¿Estás bien? ¿Que ha pasado?— Danae hizo el esfuerzo por levantarse pero el dolor en su cadera se lo impidió, obligándole a boquear un poco un busca de aire. Sintió la mano de Yuzuru en el brazo, sujetándola y a la misma vez ayudándole a ponerse en pie —Danae-san ¿que ha pasado? ¿Te duele?—
—Estoy bien, estoy bien...solo...— La chica se señaló la cadera, pues de verdad le dolía y es que todo su peso había caído sobre esa parte de su cuerpo al golpear el suelo. Yuzuru no tardó demasiado en guiarla hacia la sala para sentarla en uno de los sofás —Espera aquí— Y entonces Yuzuru desapareció de la vista de Danae, ella ni siquiera notó que se había ido hasta que escuchó puertas abrirse y cerrarse. Mientras Yuzuru hacía sabía Dios que, Danae se apresuró a levantarse la playera un poco para ver el área afectada, estaba enrojecido y le dolía bastante, sabía que tomaría un par de horas pero definitivamente formaría un moretón, intentó presionar con los dedos pero le dolió tanto que prefirió dejarlo. Los pasos de Yuzuru le devolvieron al momento en el que se encontraba y al levantar la mirada descubrió que llevaba en las manos una compresa con hielo y lo que parecía ser un botiquín de primeros auxilios en la otra mano, al llegar junto a ella se sentó y le ofreció la compresa con hielos —Póntelo para adormecer el dolor, solo por un momento, que no te queme la piel— Danae miró al chico japonés con algo de sorpresa pero luego recordó que se trataba de un deportista, un patinador profesional y que a veces el hielo solía doler mucho más que el suelo mismo. Mientras ella se colocaba la compresa con hielos en la cadera, en donde le dolía más, Yuzuru comenzó a rebuscar dentro del botiquín de primeros auxilios —Hay una pomada que es buenísima para el dolor de un golpe, siempre la uso cuando me caigo muy gravemente— Explicaba el chico mientras Danae se limitaba a verle, antes no lo había observado pero ahora notaba que el cabello del joven le caía sobre los ojos y sobre las pestañas, haciéndole ver un poco misterioso —Aquí está, quítate el hielo por favor, Danae-san —
Danae obedeció y miró a Yuzuru, entonces se dio cuenta de que a pesar de que el chico tenía el contenedor de pomada en la mano la miraba con cierta duda, entonces lo dedujo, era algo extraño, ni siquiera se conocían del todo bien y era incómodo que el chico tuviera que ponerle pomada en la cadera precisamente, por ello, Danae se apresuró a tomar el tubo de pomada de las manos de Yuzuru —Ah, yo lo haré, yo lo haré, gracias— Yuzuru asintió y suspiró, aliviado de que le liberaran del dilema. Mientras Danae comenzaba a aplicarse la pomada en la zona que le dolía, Yuzuru recogió el hielo y lo llevó a la cocina, cuando regresó, Danae ya había terminado de aplicarse la pomada, Yuzuru la recogió también y se sentó en el sofá, a su lado mientras la guardaba —¿Te has caído Danae-san? El golpe se ha escuchado bastante fuerte—
—Ah si, estaba demasiado oscuro, quería un poco de agua pero me he tropezado— Danae trató de explicarse sin admitir el hecho de que había estado escuchando su conversación por teléfono —Debes de tener más cuidado Danae-san— Danae asintió, ahora que lo pensaba, se suponía que era ella quien debía estar cuidando de Yuzuru, no al revés, no pudo evitar sentirse algo avergonzada y se prometió a sí misma que ya no le daría más problemas al chico, esa sería la primera y última vez. Yuzuru volvió a ponerse de pie, Danae supuso que para guardar el botiquín y ella continuó examinándose el golpe, no se veía tan mal, el área rojiza era del tamaño de un plato pequeño y la verdad era que la pomada que le había ofrecido Yuzuru si funcionaba, le había entumecido un poco el área y ya no dolía tanto, al menos ya podía moverse con mucha más libertad —Aquí tienes, Danae-san— La voz de Yuzuru le obligó a levantar la mirada y al hacerlo miró al chico japonés con un vaso de agua extendido hacia ella, no pudo evitar sonreír ante tal gesto de caballerosidad y consideración, Yuzuru le devolvió la sonrisa.
—Si necesitas algo puedes decirme Danae-san, mi habitación está aquí al lado ¿de acuerdo?— Yuzuru se encontraba en la puerta de la habitación de Danae, pues había insistido en ir hasta allí a dejarle para asegurarse de que llegara sana y salva hasta su cama —Está bien, lo haré, gracias Yuzuru—
—Dime Yuzu, trata de dormir un poco más, descansa— Danae asintió, agradeciendo la oscuridad de su habitación, pues estaba segura de que así el ajeno no podría descubrir aquella sonrisa cuando escuchó que podía decirle "Yuzu" —Descansa Yuzu— Ella si pudo notar la sonrisa del patinador japonés y eso le hizo sentir mucho más cómoda con el diminutivo de su nombre. Luego de que la puerta se cerrara, Danae se dejó caer sobre su cama, pensando ¿era normal que un chico fuera así de amable, respetuoso y caballeroso? En su vida nunca se había topado con alguien así, tanto que parecía irreal, era como si el chico hubiera salido de algún libro, era demasiado bueno para ser real. Al momento en el que ese pensamiento cruzó la cabeza de Danae, la chica se dio cuenta de que algo estaba pasando, sonreía al pensar en Yuzuru y eso no podía ser, no podía permitírselo. No, no era como salido de un libro, tenía que dejar de pensar así, era solo un chico normal, solo eso, tenía que verlo simplemente como eso.
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Conticinio 「𝙔𝙪𝙯𝙪𝙧𝙪 𝙃𝙖𝙣𝙮𝙪」《TERMINADA》
Fanfiction〔 Del lat. 𝘊𝘰𝘯𝘵𝘪𝘤𝘪𝘯𝘪𝘶𝘮 〕 ● 1.- m. p. us. Hora de la noche en que todo está en silencio. *no es Yuzuvier* *tampoco es YuzuruxEvgenia* EN EDICIÓN [ muy lenta ]