Capítulo XXXV

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No había podido dormir nada y ni siquiera encontraba las fuerzas suficientes para hacer algo, cualquier cosa. Me sentía de cierta forma culpable ¿por qué no podía simplemente seguir a Yuzuru sin importarme nada más? La idea me estuvo dando vueltas en la cabeza por mucho tiempo ¿y si aceptaba? ¿Y si solo dedicaba mi vida y mi tiempo a seguirlo alrededor del mundo, siendo su enfermera y su novia? La idea me daba una desazón de la cual no podía deshacerme, lo quería, quería a Yuzuru muchísimo, lo conocía ya desde hacía poco más de un año e incluso podría decir que lo amaba pero ¿era demasiado egoísta pensar en lo que yo quería hacer con mi vida también?

Por eso no le llamaba ni intentaba buscarlo, me sentía culpable, egoísta y mal en general por pensar más en mi que en nuestra relación, me seguía preguntando a mi misma ¿estaba mal? Una parte de mi seguía gritándome en mi cabeza "¡No seas tonta! ¡¿Vas a seguir a un hombre el resto de tu vida?! ¿Eso es lo que realmente quieres?" y cada vez que esto pasaba me sentía más terrible todavía ¿que solución tomar? ¿Qué hacer? No tenía ni idea. Y esa indecisión y ese egoísmo nos había llevado a todo esto ¿se había terminado entre nosotros? Ni siquiera estaba segura y eso me estaba matando por dentro, me había sentido tan dichosa, tan completa a su lado, él me había regalado un sentimiento que en mi vida había sentido antes, él y todo lo que él representaba y ahora lo estaba perdiendo simplemente por mis propios deseos egoístas. El sol estaba asomando en el horizonte y yo, recostada en el sofá de mi sala parpadeé un poco para poder ajustar mis ya lastimados ojos a la luz del sol ¿que debería hacer? ¿Debería llamarlo? ¿Qué le iba a decir? ¿Que era egoísta pero que aún así me gustaría que no se fuera de mi lado? ¿Qué hora era? Miré el reloj de pared de mi sala y pude darme cuenta de que ya pasaban de las seis de la mañana, al recibir esta información, mi cerebro reaccionó y me puse de pie rápidamente ¿donde estaba mi teléfono? Tenía que llamar a Yuzuru, tenía que hacer que entendiera, tenía que explicarle, tenía que pedirle que se quedara conmigo aún así yo estuviera siendo caprichosa y egoísta, tenía que hacerlo, no podía dejar que lo nuestro terminara así como así.

¿Pero dónde demonios había dejado mi teléfono? Lo busqué por toda la sala, hasta en los huecos del sofá sin poder encontrarlo, entonces recordé que la última vez que lo había usado fue cuando Yuzu estaba conmigo, en la cocina, corrí hacia allí y claro, allí estaba, encima de la barra, lo tomé apresurada y estaba apunto de marcar a Yuzu cuando vi mi pantalla, veintisiete llamadas perdidas, todas de Yuzuru ¡pero si yo era más que tonta! ¿Por qué no lo había revisado antes? Presioné el botón de llamar al mismo tiempo que el timbre del departamento sonaba, me coloqué el teléfono en la oreja, sujetándolo con ayuda de mi hombro y caminé hasta la puerta, tratando de limpiar de mi rostro el rastro de las lágrimas y arreglándome un poco el cabello para que dejara de parecer un nido de pájaros. Abrí la puerta y allí estaba, Yuzuru. Casi se me cayó el teléfono de la impresión, pero logré sostenerlo en mi mano antes de que eso pasara, él también sostenía su teléfono, que estaba sonando, cuando miró la pantalla, sonrió ligeramente aunque esa felicidad que siempre caracterizaba su sonrisa no estaba allí. Al verlo allí, en mi puerta, no pude evitar soltarme a llorar de nuevo mientras él colgaba el teléfono para que dejara de sonar, mientras me cubría el rostro con las manos, avergonzada de mi llanto, sentí los brazos de Yuzuru rodeándome y yo me aferré a ellos con tanta fuerza que estuve segura de que le estaba haciendo daño, pero no me importó, me aferré a él, como si fuera un chaleco salvavidas y yo me estuviera ahogando, porque en realidad así se sentía, como si me ahogara.

Yuzu cerró la puerta detrás de nosotros y nos quedamos allí, en la entrada, abrazados un buen rato hasta que yo pude calmarme un poco, cuando ya no sentía como si fuera a caerme a pedazos en el suelo, solté un poco a Yuzu, él acunó mi rostro entre sus manos suaves y me miró, limpiando mis lágrimas con los pulgares. Solo con verle a los ojos pude entenderlo, no había necesidad de palabras, teníamos un problema en las manos, sí, pero íbamos a solucionarlo y estaríamos bien. Al ver esta resolución en su mirada me sentí tan aliviada, pude respirar de nuevo y logré retener mis lágrimas, él tomó mi mano y me llevó hasta la sala sentándome en frente de él en el sofá, nos miramos sin decir nada por un largo rato y luego él se acercó para besarme en la frente y después en los labios, fueron besos tiernos y suaves, tanto así que lograron calmar mi corazón y pude acercarme a él para abrazarlo sin miedo ni dudas, él también me abrazó y comenzó a pasar los dedos entre mi cabello, acariciándolo, este gesto me calmó todavía más —Danae, voy a retirarme, voy a dejar el patinaje competitivo— Toda la calma que había sentido desapareció por completo al escuchar estas palabras y me alejé de Yuzu, sorprendida —¿Que dices?— Yuzuru suspiró, con una mano sobre mi mejilla —Que me voy a retirar, por fin, así podré regresar a Japón, tú podrás comenzar a trabajar en lo que deseas y yo comenzaré con otras cosas, tal vez dar shows o empezar a entrenar a algunos, no lo sé aún, así no tendremos que separarnos pero voy a retirarme Danae— Yo todavía no podía asimilar aquellas palabras, era demasiado en muy poco tiempo, me tomó un minuto entero poder responderle —Pero...¿cómo dices? ¿por qué?—

Conticinio 「𝙔𝙪𝙯𝙪𝙧𝙪 𝙃𝙖𝙣𝙮𝙪」《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora