XXXVII

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Al moverme sobre la cama, me despertó un ligero dolor muscular, era tan sutil que casi ni se sentía, pero ahí estaba, todavía sin abrir los ojos, sonreí, recordando el por qué de aquel dolor, sentía el calor del sol reflejándose sobre el suelo de linóleo, pero había algo todavía más cálido a mi lado, y sabía que si abría los ojos y lo veía, me sonrojaría, entonces no los abrí. No sabía que él ya estaba despierto, pero por supuesto que él notó que yo me desperté, y de inmediato sentí sus dedos recorriendome la nuca, bajando por mi columna vertebral hasta la espalda baja, me estremecí —¿Has despertado por fin, bella durmiente?— Solo escuchar su voz me hizo sonreír todavía más, sabía que me estaba sonrojando, así que escondí mi rostro entre las almohadas —¿Que pasa? ¿Ahora te da vergüenza? No parecías tenerla anoche— Cerré los ojos con más fuerza, riendo —¡Calla ahora Hanyu!— Su risa era tan natural y despreocupada que me sentó bien, como si fuera un remedio para todos los males. Me giré por fin hacia él, y lo miré, fue como mirar al sol. Yuzu resplandecía, sonreía, tenía la nariz y las mejillas sonrojadas y los ojos vidriosos, nunca le había visto tan feliz, ni siquiera en competiciones, bueno, si feliz...pero este Yuzuru Hanyu era un tipo totalmente diferente, diferente felicidad. Sonreí también y supe que yo debía de lucir igual para él, porque se acercó y me besó en los labios, abrazándome de la cintura, a pesar de todo lo que ya había pasado, me estremecí de nuevo ante el contacto con su piel desnuda, suspiré y me recargué ligeramente sobre él, besando su pecho con suavidad, él me besó el cabello. Supe entonces que eso era amar a alguien, sentirse feliz y completa con alguien, nunca antes lo había sentido con alguien, y la prueba allí estaba, el hecho de sentirme tan radiantemente feliz, tan segura en sus brazos, el hecho de que su piel erizara la mía...me sentí tan segura en ese momento, nadie, nunca, no habría nadie en este mundo que amara a Yuzuru más que yo, nadie.


El resto de nuestras vacaciones transcurrió entre la playa, esquí acuático, selvas que cruzar, cascadas que visitar, mucha comida que probar, adentrarnos en las islas y nadar en los ríos llenos de arena blanca como arcilla, muchas fotos de los paisajes, de Yuzu haciendo tonterías, de nosotros dos juntos...y por supuesto, las noches eran todas nuestras, en esa semana entera llegué a conocer el cuerpo de Yuzu hasta en el más mínimo detalle, y él del mío. Pude conocer cada uno de sus lunares, los de sus brazos, los de su cuello, su espalda, sus cicatrices también, en su espalda, en sus codos y brazos, producto de tantas caídas, por ridículo que pueda sonar, estas marcas también me hicieron amarlo aún más. Mientras más se acercaba el momento de dejar la isla, más nos dábamos cuenta de lo poco que faltaba para que tuviéramos que separarnos, así que no nos despegamos el uno del otro en ningún momento y por las noches, nos amábamos a más no poder, tratando de aprovechar el tiempo y las sensaciones recién descubiertas. Cuando llegó el momento de partir de Palau, traté de no pensar mucho en lo que se nos avecinaba, pero fue imposible, mientras Yuzu dormía en el avión y yo miraba el cielo brillante por la ventanilla, pensé ¿cómo sería capaz de sobrellevarlo ahora que sabía lo que era tener a Yuzuru conmigo todo el tiempo? ¿Sobreviviría? ¿Nuestro amor, nuestra relación sobreviviría a tanta distancia? De nuevo, el pensamiento de Evgenia vino a mi mente, y la famosa frase esa de "amor a distancia, felices los tres"...pero no, de nuevo borré eso de mi cabeza. Yo confiaba en él, no podía hacerle eso cuando él ni siquiera se había ido todavía. Si me mostraba fuerte y confiada, él también lo sentiría y podríamos superar cualquier cosa. Tratando de infundirme pensamientos positivos a mi misma, terminé quedándome dormida mientras sobrevolábamos el océano pacifico.




Luego de llegar a Sendai, y de que Yuzu pasara a dejarme a mi departamento, solo pude ducharme y dormir unas tres horas, porque Yuzuru tenía que estar en el aeropuerto de Haneda a eso de las ocho de la noche, así que tendría que salir de Sendai desde las seis. Él me había prometido que vendría a verme desde las cinco de la tarde, para poder estar otro momento juntos y despedirse de mi, y que cuando fuera la hora de irse, la señora Hanyu vendría por él. De nuevo ella se iría con él a Toronto, no porque Yuzu tuviera "mamitis" o algo así, sino más bien porque de verdad no podía estar solo, era peligroso, pues si le daba un ataque de asma, necesitaba alguien a su lado, yo había sido ese alguien en el último año, pero ahora la señora Hanyu regresaría a ocupar esa tarea. Yo me había levantado de la siesta reparadora a eso de las tres de la tarde para preparar algo que quería darle, quería que sintiera que aquí en Japón tenía a alguien que seguiría pendiente de él. Así que desde es hora me puse a trabajar aunque eso significara agregar más a mi cansancio.

Conticinio 「𝙔𝙪𝙯𝙪𝙧𝙪 𝙃𝙖𝙣𝙮𝙪」《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora