Capítulo IX

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―¡¿Te irás?! ¡¡¿A Toronto?!!― La reacción de Naoki fue mucho más expresiva de lo que Danae esperaba, definitivamente no esperaba que reaccionara tan alarmado, ni que su rostro reflejara tanta conmoción pero trató de entenderle, sonriendo ligeramente Danae asintió ―Así es, me voy a Toronto por un mes, regreso a casa, sinceramente me hace mucha falta y si voy a estar en Japón por más tiempo, creo que de verdad lo necesito, yo soy como los gatos, los cambios no me gustan y tengo que hacerlo gradualmente, así que creo que esta es la mejor manera de hacerlo, ir y venir un poco para acostumbrarme―

―Pero, pero...¿por qué? ¿Te vas con Hanyu?― Naoki se veía seriamente consternado, aquello le dio un poco de gracia y ternura a Danae ―No, me voy como enfermera de Yuzuru, es trabajo, me ofreció una oferta que no puedo rechazar―  La mirada de Naoki era penetrante y aunque a cualquier otra persona podría incomodarle, a Danae le pareció hasta cierto punto adorable ―Danae, antes de que te vayas, solo quería decirte que sé que tal vez cometí un error al darte ese beso, de verdad lo lamento, fue tonto pero también quería que supieras que me gustas mucho, muy en serio, hablo con la verdad― Danae nunca había recibido una confesión tan directa y definitivamente sintió cosquillas en el estómago al escucharle ―Muchas gracias Naoki, me gustas también― Confesó, era verdad, Naoki le gustaba, era amable, carismático y muy guapo, pero era hasta allí, simplemente era un gusto, como podría gustarle el helado de chocolate o las frutas frescas, pasaría mucho tiempo antes de que pudiera desarrollar sentimientos por Naoki y lo sabía. Su corazón se aceleró un poco cuando Naoki le abrazó, atrayendole a su cuerpo con firmeza, Danae suspiró y le devolvió el gesto con una sonrisa suave pintada en los labios ―Te extrañaré Danae, tienes que cuidarte y tienes que volver, te estaré esperando ¿vale?― 



El martes veinte de marzo, Danae se encontró muy temprano por la mañana rumbo a la estación del mini-shinkansen en donde se encontraría con Yuzuru y su madre, el día anterior había firmado el contrato en presencia de ambos y había tenido que conocer y hablar un poco con la madre del patinador, era una mujer muy amable y se mostró muy simpática con ella, fue un alivio definitivamente pues ahora tendría que convivir con ella muchísimo más también. Todavía no salía el sol cuando Danae se sentó sobre una de sus propias maletas, una de las dos enormes maletas que llevaba y esperó a la familia Hanyu en el lugar en el que Yuzuru le había dicho esperarían por el tren, no pasaron ni cinco minutos cuando vio aparecer las dos figuras delgadas de Yuzuru y su madre, se puso de pie de inmediato y les saludó con una sonrisa suave pintada en los labios, la señora Hanyu le sonrió cálidamente también y Yuzuru hizo que sus ojos desaparecieran al sonreír para saludarla de igual manera.

—Bueno, será mejor que vayamos— La señora Hanyu hablaba con ella en un muy limitado inglés y Danae ya se había prometido esforzarse más para seguir aprendiendo japonés y poder comunicarse con ella también, Danae asintió y estaba a punto de tomar sus dos enormes maletas, una en cada mano para poder subir al tren que ya esperaba en la estación pero una estilizada mano le detuvo de tomar una de ellas, al levantar la mirada Danae descubrió a Yuzuru —Te ayudo Danae-san—

—Gracias Yuzuru— Aquel gesto de caballerosidad hizo que Danae sonriera aún más, agradeciendo al chico japonés de forma mental también pues notó que aunque él también llevaba una maleta grande consigo, se había ofrecido a ayudarle.



Eran las diez de la mañana cuando llegaron a Tokyo y Danae se sorprendió un poco al notar que tan solo al salir del tren ya había personas allí esperándolos, eran al menos cuatro tipos altos y robustos que se veían como si te pudieran partir el brazo en dos con un solo movimiento si te acercabas demasiado a ellos y había otras dos personas, una mujer menuda de cabello corto y otro hombre de aspecto más envejecido, ambos saludaron a Yuzuru y a su madre con mucho fervor; mientras los saludos entre ellos se llevaban a cabo, Danae se dio cuenta de que dos de los tipos robustos se encargaban del equipaje, incluso del suyo, le preocupó un poco ver desaparecer sus dos maletas así como así a manos de esos gorilones pero trató de no demostrarlo, no tuvo mucho tiempo para entrar en pánico, pues pronto Yuzuru comenzó con las presentaciones, aquellos dos personas eran miembros de la Federación de Patinaje Japonesa, en cuanto se enteraron de quién era ella y de que estaría cuidando de la salud de Yuzuru, pareció iluminarles la mirada y pronto se mostraron mucho más amables y sonrientes con ella, Danae comenzaba a entender lo importante que parecía ser Yuzuru y el amor que aparentemente todos los japoneses le profesaban.

Luego de que todo el mundo se conociera, los tipos gorilones procedieron a escoltarlos por lo que parecía ser una entrada VIP al aeropuerto, Danae estaba francamente sorprendida, nunca en su vida había recibido un trato así y ella creía que sólo políticos o estrellas muy famosas e importantes del mundo del espectáculo eran tratadas así, era impresionante ver a Yuzuru Hanyu ser tratado como realeza.

—¡Saya!— Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando luego de cruzar unas puertas, se encontraron en una especie de sala de espera privada y Yuzuru, sonriendo ampliamente se acercó a abrazar a una chica un poco mas baja que él de cabello largo y oscuro, piel de porcelana. ¿Acaso todas las japonesas debían de ser así de bellas? Parecían muñecas de porcelana todas, Danae no se consideraba fea pero tampoco se veía a sí misma digna de aparecer en la portada de Vogue, sus ojos redondos, grandes, sus pestañas largas y enchinadas, su nariz redonda y mediana y sus labios pequeños junto a su tono de piel, que según su madre tenía el tono de un litro de leche mezclada con una cucharada de chocolate en polvo le hacían creer que no estaba del todo mal, pero definitivamente no era tan bella como aquellas muñequitas, al menos eso pensaba ella. De nuevo llegó el momento de las presentaciones y terminó descubriendo que aquella chica y el hombre de mediana edad que le acompañaba eran la familia restante de Yuzuru, su padre y su hermana Saya. Nuevamente aquella familia hacía gala de su buena educación y se mostraron muy amables con Danae, sobre todo Saya, que se esforzaba por hablar con ella en inglés para preguntarle todo tipo de cosas, de donde era, cuántos años tenía, si sabía japonés, etc. No tomó mucho tiempo antes de que tuvieran que poner en orden todos los documentos para subir al avión y hacer la inspección, todo lo hicieron desde aquella acogedora sala de espera privada en la que solo estaba la familia Hanyu, los miembros de la Federación de Patinaje, los gorilones y ella.

Faltando exactamente quince minutos para las once de la mañana, la familia Hanyu comenzó a despedirse, los padres de Yuzuru se tomaron de las manos un par de segundos y aunque no hubo abrazos o más gestos de por medio, Danae pudo ver cómo se comunicaban con la mirada y como ese roce entre sus manos significó mucho más que un abrazo de despedida. Saya y Yuzuru, por el contrario, si se abrazaron, hablando en un acelerado japonés que impidió que Danae pudiera entender lo que se decían. Luego de que todos se despidieron, incluso de ella, por fin pudieron dar paso a abordar el avión.


Momentos después, Danae se encontraba en un cómodo asiento de primera clase, mirando hacia la ventanilla y con Yuzuru a un lado, pensando en lo agradecida que estaba con aquel chico por darle la oportunidad de volver a su hogar al menos por un tiempo. Cuando el avión despegó hacia Toronto, Canadá, Danae miró de reojo a Yuzuru y no pudo evitar sonreír un poco, bajando la vista hacia sus pies mientras su estómago sentía cosquillas por la fuerza del despegue, sin imaginarse que aquel viaje cambiaría absolutamente toda su vida.




Conticinio 「𝙔𝙪𝙯𝙪𝙧𝙪 𝙃𝙖𝙣𝙮𝙪」《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora