Epílogo II

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La manta que había colocado en el hielo me estaba ayudando a no mojarme el trasero, y las miles capas de ropa que llevaba encima, a no sentir frío, pero ya llevaba como media hora allí sentada, a orillas del rink, y mis piernas comenzaban a entumecerse, con un suspiro, me puse de pie muy lentamente, sujetándome de la valla del rink, cuidando no moverme demasiado para que el peso de mi enorme barriga no me hiciera caer. Apenas estaba recuperando la respiración por el esfuerzo que había hecho, cuando Yuzuru ya estaba a mi lado, sujetándome del brazo mientras que con el otro sujetaba a Jomei, que no paraba de hacer maniobras para tratar de zafarse del agarre de su padre.

—Cariño, ¿estás bien?— Yo asentí rápidamente, quitándole importancia con un gesto de la mano —Si, si, estoy bien, solo necesitaba estirar las piernas, ya baja a Jomei antes de que te entierre la cuchilla en el estómago o algo amor— Yuzuru rió entre dientes y soltó a Jomei, dejando que el pequeñito de apenas tres años y medio siguiera patinando como le diera la gana. Jomei era nuestro primer hijo, Jomei Hanyu, cuando apenas había comenzado a caminar había insistido tanto en seguir a su padre a todos lados, incluido la pista de hielo, así que tuvimos que dejarle entrar y a la edad que tenía, ya podía patinar con desenvoltura, mantenía el equilibrio y todo, era hasta cierta parte impresionante. Mientras miraba a mi hijo patinar de aquí para allá, no pude evitar sonreír, era una preciosidad. No es solo porque fuera mi hijo, es que de verdad era un niño precioso, tenía los ojos enormes de un café acaramelado, los tenía rasgados, gracias a su padre por supuesto al igual que el cabello negro e indomable, y también su sonrisa encantadora, era un poco un Yuzuru en chiquito, solo que con los ojos un poquito más grandes y la mandíbula un poquito más ancha, su linea me recordaba a mi hermano David. Pensar en todo esto me hizo llevarme las manos a mi vientre abultado, preguntándome cómo luciría nuestro próximo o próxima angelito o angelita, me hacía bastante ilusión. Entonces sentí la mano de Yuzuru sobre las mías y lo miré a él, sonriendo —¿En que piensas?— Yo sonreí un poco más y suspiré —Estoy tratando de averiguar como será este pequeñito o pequeñita que viene en camino, me da mucha curiosidad— Mi esposo me miró con una ceja arqueada y yo comencé a reír, negando con la cabeza, pues casi casi le había leído el pensamiento —No, no, no estoy diciendo que quiero que me digan si es niño o niña, solo...me gustaría saber como será, es todo, eso nadie me lo puede decir ¿o si?— Yuzuru me miró como si no creyera lo que escuchara —Pues mira, con eso de que ya hay aplicaciones de esas donde te dicen como será tu hijo...— Yo no pude evitar reírme, pues todo el mundo sabía que esas aplicaciones eran una basura —Si claro, si eso fuera verdad, Jomei no sería tan guapo— Yuzu también rió y me tomó de la mano con fuerza, para luego darme un beso en los labios, yo suspiré y de nuevo me vino a la cabeza el pensamiento de que con Yuzuru, yo nunca dejaría de tener veintidós años, seguiría sintiendo como si fuera el día en que me había dado cuenta de lo mucho que me gustaba o algo así, las mariposas en el estómago jamás se irían.

Aunque estaba concentrada en los ojos del ajeno, pude observar de reojo como la bolita de movimiento que era mi hijo, de pronto cayó al hielo, me giré hacia él con rapidez y al verlo allí, sobre su estómago sobre el hielo, se me detuvo el corazón, estuve a nada de correr hacia él, olvidándome por un momento de mi pronunciado embarazo, pero la mano de Yuzuru me sujetó del brazo y me miró —Dale un minuto— Susurró y yo volví a mirar a mi hijo, que ahora estaba tratando de volver a ponerse en pie, le costó un poco, pero en cuanto lo logró, sonrió con aquellos dientecitos de leche a la vista y comenzó a patinar a toda velocidad otra vez, yo suspiré y negué ligeramente —Santo Dios...tiene la misma resiliencia que tú, no me sorprendería verlo patinando profesionalmente en unos años— Yuzuru sonrió un poco, pero bajó la cabeza y suspiró después —No lo sé...creo que no me gustaría tanto ¿sabes?— Yo fruncí el ceño un poco y ladee la cabeza, era algo que no me esperaba que él dijera —No sé, sería estupendo si es lo que el de verdad quiere, ya sabes, nunca le impondré nada, si es lo que él quiere, adelante...pero no me gustaría porque yo sé todo lo que se sufre y lo que se tiene que sacrificar para estar dentro, es mucho peso, mucho dolor tanto físico como emocional a veces, no estoy muy seguro de si quiero eso para mi hijo— Yo miré de nuevo a Jomei y suspiré, asintiendo, yo tampoco estaba segura de si quería eso para él, aunque a decir verdad, en esos momentos no me preocupaba mucho por ello, pues Jomei apenas tenía tres años y medio, no iba a escoger una carrera o un camino de vida mañana mismo...tenía toda la vida por delante para elegir lo que él quisiera, y estaba segura de que cuando lo hiciera, Yuzuru y yo, estaríamos allí.

Conticinio 「𝙔𝙪𝙯𝙪𝙧𝙪 𝙃𝙖𝙣𝙮𝙪」《TERMINADA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora