- Cuando lo vean mis amistades – dijo Sebastian sacándolo del estuche – justamente ayer decíamos que toda persona que se precie de tener status social, debe tener un reloj que lo represente y tú acertaste. Te quiero mucho – lo abrazó – Anda, ayúdame a ponerlo – él de mala gana lo hizo – Bien, cómo me queda?
- Digno de un hombre con clase, como tú – dijo mirándolo dolido, se sentía miserable y no quería estar allí.
- Gracias Blaine - lo besó, metiéndole la lengua en la boca, gesto que asqueó a Blaine – Ahora mi regalo. Vamos alquilaste un cuarto? – dijo con una voz empalagosa.
- No – mintió – disculpa Seb, pero no me dieron permiso para llegar mañana a la universidad – él se molestó.
- Pero podrías haberte escapado.
- Lo siento, cuando me di cuenta me había olvidado de todo lo que necesitaba en mí habitación, así que no podré quedarme.
- Bueno en otra ocasión será - miró su reloj – diablos, mira la hora que es – suspiró – Tengo que irme.
- Ok – comenzaron a caminar rumbo al auto de Sebastian – Seb - él lo miró – espero que entiendas lo importante que eres para mí – dijo poco convencido – Y que si todo sigue así...
- Me estás diciendo que nos casaremos? – dijo él con con cara de ilusión.
- No... bueno, puede que exista una posibilidad... - lo abrazó. Quería aferrarse a la idea. Era al que quería, no podía ser otro, no podía ser ese chico de ojos azules que desde que vio a Sebastian, le rondaba en la cabeza.
- De cuánto tiempo hablamos?
- No te prometo nada – dijo seco – tengo que hacer ese viaje y no sé cuánto tiempo me llevé, pueden ser meses o años.
- Yo te esperaré - dijo él – así tenga que esperar diez años me caso con Blaine Anderson, tú eres el elegido – Él no contestó. Ya habían quedado en seguir la relación, y él estaba empeñado en hacerlo, a como diera lugar. Sin darse cuenta llegaron al lugar donde lo esperaba su chofer– Adiós Blaine, nos veremos al finalizar el año – lo besó.
- Te veré allí amor - lo besó fugazmente – te quiero – él subió al auto, Blaine se quedo ahí para despedirlo. Pero él no lo miraba, estaba apreciando su reloj. Él dejó la mano en el vidrio, el auto arrancó. Sebastian ni se dio cuenta que él se despedía, el auto se alejo, dejándolo solo y sintiéndose el tipo más miserable del mundo. Volvió al parque y se sentó bajo un árbol pensando en todo lo que había pasado, después de bastante tiempo decidió irse. Por el camino, vio los carros rumbo a la universidad. Bien, ya no hay nadie que pueda verme, se diko. Y sin más se dirigió al hotel. Cuando entró, la recepcionista se acercó a saludarlo. Él le sonrió amablemente.
- Hola Blaine – Dijo alegre ella – Llegas tarde, Finn y Rachel ya se fueron - él la miro.
- Yo no vengo a buscarlos.
- Tienes algún problema? – dijo ella acariciándole el rostro.
- Yo... reservé una habitación para esta noche y quisiera pasar ahí la noche.
- Saben en la universidad que te quedarás aquí? – dijo ella con voz maternal. Él lo negó – deberían saberlo? – Volvió a negar – bien, sube, me imagino que sabes el número de cuarto.
- Si y gracias.
- De nada... ve, enseguida te llevo algo de comer.
- No tengo hambre... sólo quiero dormir – ella asintió y lo dejó subir por las escaleras. Rápidamente llegó a la habitación y entró. Cuando cerró la puerta, el cuarto mágicamente se iluminó con los adornos de "Fantasía romántica". Blaine se quiso morir. Había planeado todo para hacerlo feliz, pero él no era Kurt. Tomo el teléfono y llamó para que subieran a quitar todo, cuando terminaron y salieron, tomó la botella de Champagne y bebió un sorbo, dos, quería emborracharse, pero ya fastidiado la dejó y se tiró en la cama. Y recordando lo sucedido en el día, no pudo aguantar y lloró, nunca había tenido ganas de llorar tanto salvo la vez que murieron sus padres. Aun así, ese dolor era más hondo. Había elegido como su novio a un completo desconocido para él, dejando de lado al chico que en verdad quería, a Kurt. Recordó cada una de las cosas que vivió con él, mientras lloraba y se lamentaba de no haberse dado cuenta antes. Kurt estaba cuando lo necesitaba, lo ayudaba sin pedir nada a cambio fue su amigo sin condiciones... A él lo extraño, a él lo quiero. Pero ya me hundí hasta el hueso con Sebastian, no puedo prometerle el mundo y no dárselo, sería poco caballeroso de mi parte y así, dándose cuenta de la tremenda estupidez, una vez más cometida, se durmió pensando, o más bien obligándose a soñar con el amor de su vida... Sebastian.
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Aprendiendo a ser Romántico (Pausada)
Fanfiction¿Qué harías si el amor de tu vida te pidiera ayuda para conquistar a otra persona? ¿Lo ayudarías aunque eso implicara perderlo? Pues para Kurt Hummel era la decisión más dolorosa que había tomado, pero valía la pena el sacrificio con tal de ver feli...