Todo es tan diferente ahora, me siento distinto. Bajo de la camilla, camino hasta el armario dónde dejaron mi ropa, me quito la bata de hospital y me visto. Salgo hacia el pasillo, mientras avanzo con cara seria por este, veo al guarda de la clínica y me acerco hasta él.
—Hola —sonrío.
—Niño, ¿No deberías estar en tu cama?
Miro mi dedo y oigo las voces detenidamente, entonces toco la chaqueta del señor.
—Pum.
El hombre empieza a toser, le saco las llaves mientras se siente mal y es extraño, pero no me importa lo que he hecho. Antes hubiera sentido culpa, ahora solo me parece divertido. Me río y salgo corriendo de allí.
Me detengo antes de cruzar la calle y un auto se frena en frente de mí.
—¿Qué pasó? —dice la acompañante del conductor.
—Se averió, ni idea por qué.
"Se llama mala suerte ja, ja".
Sonrío.
—Sí, esa soy yo —cruzo y los ignoro mientras se lamentan.
Puedo notar como las voces se alimentan de la energía negativa de esas personas y no como antes, que era la mía. Soy cómo el transmisor de ellas, yo las acerco a lo que necesitan y por alguna extraña razón, me encanta. Es como mi pasión por la comida, no puedo parar. Y hablando de comida... Me robo una manzana de una verdulería y la mastico sin importar que alguien me vea.
Giro mi vista a una tienda de ropa femenina y entro sin darle importancia a nada, agarro un top negro, una chaleco de jean y un short cortito. Voy al vestidor, cambio a mi forma de mujer y me pongo lo que elegí, abro la cortina, camino hasta la chica que atiende, entonces le sonrío.
—¿Me das tus zapatillas? —digo con malicia —Me gustan mucho.
Salgo de la tienda, habiéndole robado el calzado a esa pobre chica y avanzo por la vereda. Basta de jugar, ya es hora de molestar a las personas que realmente se lo merecen y van a tener que lamentarse por el resto de sus vidas. En definitiva, me divertiré mucho.
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Es Nyx #3
ParanormalÉl es ella, la oscuridad de la noche. ¿Escuchas las voces? Él las oyó detenidamente. Esperó paciente a que aquellas personas mínimo se disculparán, pero no sucedió, así que él decidió escucharlas a ellas, cuando no quedaba ni una pizca más de esper...