41. Robin Hood

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Que la gente se ponga a discutir, a mí no me metan. Es más, mejor para mí, energía negativa para mis queridas voces.

—Con permiso —Esquivo a Darren y sigo mi camino.

—¿A dónde vas postrecito? —dice Ace y me detengo —Llamare a tu hermanito.

Eso rimo.

Me giro y miro de manera enojada al adivino, pero luego sonrío tranquilamente.

—Te va a salir mal —Muevo la mano y con mi dedo toco la pared.

La electricidad del edificio se escucha en el ambiente y de repente los celulares de todos los presentes explotan.

—Ups —Me río —ja, ja.

—Hacía falta romper el mío también —Hace puchero Max —. Soy pobre.

—¡Ah! —grita Tarik al final del pasillo —¡¡Mi celular!! —Se revuelve el cabello alarmado.

—Parece que hay muchos pobres por aquí —Sonrío —¡¡Que bien!!

—Yo te lo pago, mi pequeño saltamontes —Se acerca Ace hasta el pandillero.

—¡Ni hablar! Quedaré incomunicado ¡Es mejor! —Se dirige a la salida con su pandilla que llora porque también perdieron sus móviles —¡Ya dejen de lloriquear!

—¡¡Pero jefe!! —gritan ellos al mismo tiempo y reprimen sus lágrimas.

—Wow, cuántos pobres —me burlo y oigo a las voces reírse en mi cabeza —. Hay que hacer esto más seguido.

—¡No te atrevas o te seguiré hasta el fin del mundo! —grita Darren haciéndose el salvador de los pobres.

"¿Quién? ¿Robin Hood?"

—¿No te ibas? —Levanto una ceja.

—¿Disculpa?

—¡Sí! Ya se casaron Jovan y Aradia, es hora de que te vayas.

"Sí, vete a rescatar a los pobres en otro país".

—Ya no voy a irme —expresa seriamente.

—¿Por qué no? —Frunzo el ceño —Ellas no te quieren aquí.

—¿Ellas? ¿Las voces? —Bufa —Con más razón, me quedaré. Andan lastimando personas por ahí. Como la perfección, no puedo permitirlo —Se cruza de brazos.

Sonrío.

—Soy yo quién las hiere, no te confundas.

—Ellas te manipulan —Me señala.

—Te equívocas —digo seriamente —mi naturaleza es destruir, la tuya es restaurar, es simple, no te confundas, son parte de mí —Alzo la mano e indico en dirección a la mariposa que él no ve —. Tú también tienes una compañera que es parte de ti —Sonrío —Lastima que tus ojos no sirven para percibirla, pobrecita, ya la aplaste una vez, puedo aplastarla de nuevo.

Él frunce el ceño.

—¿De qué hablas?

—De tu pequeña mariposa.

Es Nyx #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora