La vampiresa camina con sus altos tacos adentrándose al centro del living, acompañada de dos escoltas, que asumo también son vampiros. Sonríe girándose hacia Emmet y levanta el libro que se cayó al suelo, entonces lee la tapa.
—"Criminología" —Hace una pausa y luego lo observa —. Siempre buscando la forma de justiciar el delito, no creo que haga falta —Tira el libro al suelo otra vez y él observa cuando cae —¿No me vas a saludar?
—Lo haría, pero estoy con jaqueca —dice Darren que está sentado al lado de Emmet, aún mareado —pero si un desconocido entra sin avisar, mínimo se tiene que presentar ¿no?
—Es mi ama y señora, Eloise —Hace una reverencia Blake.
—Por lo que tengo entendido —Ace camina y se para detrás de él, apoyando sus manos sobre los hombros del vampiro enano que quiero bajo tierra —es la mujer que los convirtió, aunque su trato no fue muy efectivo.
—Daños colaterales —Se ríe Eloise —no sabía que no se curaría, pero tengo entendido que puedes ayudarlo. Me vendría muy bien alguien cómo tú, estoy al tanto de tus problemas —Revolotea las pestañas —podríamos ayudarnos mutuamente.
—No creo —interfiero en la conversación poniéndome sonriente —porque pronto me desharé de ti, no le servirás de nada.
La vampiresa se mantiene tranquila, ignorándome se gira hacia Emmet el cual recoge el libro del suelo, para apoyarlo en la mesa pequeña que tiene en frente. Ella camina para acercársele y yo la sigo con la vista, entrecerrando los ojos, atento a lo que hace.
—No nos vemos en mucho tiempo y pasas de mí, me dueles ¿Qué clase de siervo eres que ni me saludas?
—Me disculpo —Se levanta del sillón y se arrodilla para besar su mano —mi error —Se inclina para pararse y no le suelta la mano —estaba distraído —exclama con su típico rostro sin expresión.
—Asco —opino.
"Todos tienen esclavos menos nosotras, no vale".
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Es Nyx #3
ParanormalÉl es ella, la oscuridad de la noche. ¿Escuchas las voces? Él las oyó detenidamente. Esperó paciente a que aquellas personas mínimo se disculparán, pero no sucedió, así que él decidió escucharlas a ellas, cuando no quedaba ni una pizca más de esper...