26. Pídeme un chocolate

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Llego al edificio de Blake Razieli, camino y sigo con mi forma de chico. La secretaria cuando me ve sonríe, entonces me indica cuál es la oficina. Subo en ascensor, voy por unos pasillos y al fin entro. No veo a nadie, agarro un chocolate que está en la mesa y le doy un mordisco, me sobresalto cuando oigo la puerta.

¡Ya lo tengo en la boca, no me lo pueden quitar!

—Mi hermano está ocupado ahora, he venido en su lugar ¿Qué es lo que necesitas?

Trago rápidamente el pedazo de chocolate, pero me giro lento a mirarlo. Un morocho alto e imponente, su mirada fría asustaría a cualquiera.

"No a nosotras, que quede claro".

Por supuesto que no nos da miedo, así que sonrío como si nada pasará y oculto el dulce detrás de mí.

—¿Tú dijiste que eras...? —digo intentando recuperar la conversación.

Alza la mano y se mantiene serio.

—Emmet, el hermano de Blake —al ver que no acepto su gesto, baja el brazo —¿A qué has venido? Debe haber una razón.

—¿Por qué no te había visto antes?

—Mucho trabajo —responde cortante —. Me dirás a qué has venido —insiste.

Hago puchero.

—Yo solo voy a hablar con Blake, tú no tienes mis soluciones.

—Hablas de las piedras. Sí, estoy informado de ellas.

"No es idiota, vamos con cuidado".

—Entonces, Emmet ¿cierto? Quizás puedas decirme una mejor solución de cómo controlar el poder ¿o solo eres pura palabra? —me burlo.

Mete la mano en uno de los bolsillos de su traje y saca una pequeña bolsa, de ahí me entrega una de las piedras, pero esta es violeta, no como las verdes que habitualmente me da Blake.

—Esta tiene más duración.

Me quedo tildado, hasta casi le agradezco, pero sonrío con malicia, levantando la vista.

—Con esto no lo arreglas.

—No, pero servirá hasta que puedas comunicarte con Blake —camina hasta mí y me sobresalto viendo lo alto que es. Debí haber venido en mi forma de chica —. Permiso —ata la tirita del collar en mi cuello y me quedo quieto.

Me pone algo nervioso. No parece una persona normal. Aunque su hermano tampoco lo es, este también tira un aire de misterio. Se siente extraño tenerlo cerca.

Se aleja y continúa con su semblante serio.

—Le informaré a Blake de tu problema, ya puedes retirarte.

—¿Eh? Ah sí —reacciono y camino hasta la puerta rápido, sintiendome incómodo.

—Por cierto —suelto la manija cuando vuelve a hablar —no hace falta que robes el chocolate —alza la mano sosteniéndolo —lo puedes pedir.

Me sobresalto.

—¿Cuando me lo quitaste? Ni me di cuenta.

—Soy bastante rápido —me lo tira y lo atajo —. La próxima ya sabés, ahora puedes retirarte.

Yo soy el que da los escalofríos, pero él recién me dió uno a mí.

Cuando voy a la recepción, encuentro a Max entrando al edificio y me sonríe.

—¿Qué haces aquí? —mueve las cejas —¿Viniste a verme?

Me río.

—¿Eres comida?

—¡Sí! —dice emocionado.

—No, porque ya me dijiste que no antes —muevo el dedo.

—¡Maldición! —bufa.

La conversación se vuelve silenciosa cuando Max mira hacia al ascensor y yo me giro a ver que observa. Me cruzo con los ojos oscuros de Emmet y lo sigo con la vista, cuando pasa por nuestro lado.

—¿Qué haces por aquí? —frunce el ceño el castaño.

—Trabajo, como siempre —su rostro se mantiene inmutable.

—La gente como tú, ni debería hacer eso, vuelve al hueco de dónde saliste.

Nunca lo había visto tan enfadado ¿Qué le ocurre?

Emmet sonríe y me sobresalto.

—¿El hueco? No creo que sepas mucho de lo que hablas —luego me observa a mí —Un placer haberte conocido —asiente y se va hasta la puerta. Se pone los lentes de sol y entra a la limusina que esperaba fuera del edificio.

—No hables con ese tipo —me aclara Max —si te advertí que Blake es peligroso, ya te digo que ese es peor.

¿Qué le pasa? ¿Qué habrá sucedido entre ambos? ¿Por qué tanto odio? Bueno, no importa mucho, yo ya tengo lo que buscaba. Miro la piedra en mi cuello y me voy.

Es Nyx #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora