54. No oigo a las voces

800 141 50
                                    

El sol sale temprano en la mañana, oigo un ruido fuerte en dirección a la habitación en la que están Seyn y Darren, acto seguido se escucha una risa.

—¡Darren Wein! —grita uno de los tortolitos.

—Ja, ja, ja ¡Idiota! Ja, ja.

—¡No te rías, me tiraste de la cama!

—¡¡A mí no me culpes, tú te caíste solito!! —Se enfada el restaurador.

¿Hace falta que hagan tanto ruido en la mañana? Me cubro la cabeza con la almohada.

—Los mataré —Refunfuño.

—Tu amenaza suena adorable —oigo una voz en la ventana y ya sé quién es.

Me saco el almohadón de encima, para mirarlo.

—Emmet, ¿No sabés que existen las puertas? —Me percato del objeto en su cabeza —¿Por qué tienes un gorro? —Me río.

—Entre por la puerta —aclara con su rostro sin expresión cómo siempre —y la gorra me la dió Ace.

Me sobresalto.

—¡¿Otra vez estás espiándome mientras duermo?!

—Sí.

—Que frío —opino —¿Nada más para decir? Mejor vete.

Se baja de la ventana, camina hasta mí, se sube sobre el colchón y sin darme cuenta, ya está cerca de mi rostro.

—Cuando estoy contigo, el hielo se derrite.

—No te acerques más, o te electrocuto —digo sonrojado.

Y hablando de la electricidad, no oigo a las voces, desde hace horas. Eso es muy extraño.

—¿No nos debemos una conversación tú y yo?

—¿Qué charla? —Frunzo el ceño pero luego sonrío —¿Vas a retarme porque ataque a tus amiguitos?

—También son tus amigos.

—No lo son.

—Cierto, olvidé que te gusta la soledad —Se inclina más hacia mí, así que mi cabeza retrocede hasta tocar el colchón —¿No ibas a electrocutarme? —me recuerda pero yo me quedo callado mirando esos ojos oscuros.

Pensar que cuando cambian, se vuelven bastante visibles. No sé ni lo qué estoy analizando en mi cabeza. Solo me encuentro quieto, demasiado para mí. El silencio se siente en la habitación, Emmet se acerca un poco más, ya está a centímetros de mis labios. Puedo escuchar mi corazón latir con fuerza. Un segundo, dos, entonces su boca está junto a la mía.

"Ahora lo asesinamos".

Un fuerte choque de electricidad sale disparándolo hacia atrás, a gran velocidad el vampiro logra esquivarlo y estar a una distancia prudente de este. Por mi parte, sigo quieto en el mismo lugar, observando el techo, hasta que me sonrojo.

—Han vuelto —acoto.

"Lo que es nuestro, no se toca".

Estas chicas o chicos posesivos, no tienen remedio. Sin embargo me dan gracia. De algún modo es divertido.

Es Nyx #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora